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2010/12/02

Co Latino-Tu querida presencia, Comandante Che Guevara (1) | 01 de Diciembre de 2010 | DiarioCoLatino.com - Más de un Siglo de Credibilidad

 René Martínez Pineda.02 de Diciembre. Tomado de Diario Co Latino.
(Coordinador General del M-PROUES)*

Hablar del Che es volar a los años -nostalgia, a los quinquenios-lucha, a las décadas-tanqueta, al siglo-muerte, en que en la calle, en el cerro, en la cárcel clandestina, en la ausencia de la sala de mi casa, llevé a la práctica su sentencia: “luchar contra la injusticia en cualquier lugar en el que estemos”. Es un vistazo desde el ayer hasta el hoy, este hoy en el que en uno de sus asilos favoritos (la universidad pública) la mediocridad, la falta de mística y de valores revolucionarios, el oportunismo y, su colofón, el derechismo académico, se han puesto al frente de algunas ciencias sociales -ungiéndolas con la rigurosidad del tirado de cartas y la certeza de la prueba del puro- en franco antagonismo con el compromiso social.
Esos antivalores se reproducen, cómodamente, en la cotidianidad de la universidad pública (telón de fondo de las gestas libertarias clásicas) lo cual quiere ser ocultado por los sátrapas manoseando al Che, porque saben que así timan la rebeldía y conciencia de los estudiantes que, con orgullo ignoto, portan su foto, pero que no tienen idea de quién fue, ni lo que significó para la ética revolucionaria en los años de enfrentamiento a la dictadura militar, como paso previo al cambio.
Por ello, debo hablar del papel del Che en la etapa de transición del capitalismo al socialismo en Cuba, “socialismo a secas”, para mí (siempre ha sido así en la lógica marxista) y eso es una cuestión tan sociológica como ideológica. El Che es conocido por su legado militar: mística; estrategia y táctica; guerra de guerrillas (culminada en Bolivia); talante del combatiente y del líder revolucionario; y, claro está, por el estratégico papel que cumplió –sigue cumpliendo después de su muerte- en la revolución cubana. Eso es lo que se conoce del Che, quien fue una referencia obligada en la cultura universitaria, hasta el punto en que en mis años de lucha (70’s y 80’s del siglo XX) muchos de nosotros nos denominábamos “guevaristas”, para anular a los anarquistas y pequeño-burgueses que, por aventurerismo u oportunismo bien vestido, se organizaban.
Hoy, treinta años después, “esos nosotros” seguimos portando con orgullo la cara del Che en el llavero; colgamos su foto emblemática en la pared de la sala; les compramos a nuestros hijos camisas con su imagen y, como si habláramos de lo sobrenatural, les decimos: “este es el Che”. De modo que, Ernesto Guevara sigue siendo nuestro modelo de revolucionario, ese hombre nuevo que jamás se disfrazaría con trajes de mil dólares para “ser alguien”, o para “ser aceptado” por el capital antes que por el pueblo, o “para sentirse bien consigo mismo”; ese hombre que jamás postergaría ni por un minuto un cambio social, con tal de mantener su cargo. Después del último disparo, antes de la primera firma –pensando en que, por otros medios, seríamos pioneros por el comunismo- todos los que soñamos con la justicia como historia no frustrada, somos guevaristas, porque los valores sublimes que él defendió arduamente –a pesar del asma- no tienen fecha de caducidad.
Lastimosamente, las nuevas generaciones organizadas han mercantilizado al Che –lo han convertido en una marca, más que en una referencia, así como muchos partidos políticos se ven a sí mismos- pues lo tratan como una moda que tiene más de misterio que de utopía, más de instinto que de conciencia, debido a que lo cosifican (ya que no define lo que está más allá de ellos) al no juntar su imagen con los principios de la revolución. En ese sentido, se vuelven víctimas de la influencia cultural de las multinacionales que, a mediados de los años 80, se dedicaron a producir marcas y no productos, provocando que “la marca” fuese el centro de la economía industrial.
Y es que, en la universidad pública latinoamericana, al Che lo han convertido en un fetiche poderoso –una marca milagrosa- que endosa buenos resultados electorales, tal como la marca promete prestigio social, pues, la clave para comprender la forma que adopta la ideología en la cultura como industria (o la degradación de “la otra ideología”), está en el fetichismo de la mercancía revelado por Marx. Para nosotros, el Che era concreto y cercano: nuestro querido comandante; el guerrillero más valiente y destacado; el hombre nuevo que queríamos emular… el corolario de la ciencia social que nos enamoró para siempre; el hacedor de lluvia en la Sierra, tanto como de teoría social crítica en la ONU; el comprometido consecuente.
Para superar la mercantilización del Che, hay que hablar de su humanismo y ética revolucionaria; de su densa formación intelectual; de su visión del hombre nuevo, pues, tal mercantilización está unida a la fantasmagoría del consumismo, al espectro de la mercancía asociada a la estética de la marca, en tanto forma moderna de sumisión ideológica, cuyo objetivo es la usurpación del cuerpo-sentimiento del ciudadano: la domesticación de sus sueños de futuro, para que no deje el redil; el monitoreo de sus intereses inmediatos, para que pierda la identidad de clase; la redefinición de sus sentimientos, para que llore por una telenovela e ignore a un niño descalzo; la de la percepción de sí mismo y de la realidad como algo ajeno y predestinado; el rediseño de su lenguaje, para que divida las palabras en buenas y malas; la reedificación de su sensibilidad en valor de cambio; el rediseño de su valoración de la justicia como valor alienado. Sólo hasta después hablaré de su opción marxista-leninista; sólo hasta después hablaré de socialismo, teniendo a la mano su escrito: “El socialismo y el hombre en Cuba”, contenido en un libro homónimo que en 1983, por falta de dinero y de tecnología cercana, tuve que copiar a mano en un cuaderno –tapa roja, con la cara de uno de los “Ángeles de Charlie”- que guardé como mi tesoro más valioso. Escribí absolutamente todas las palabras, aun el año de impresión, y para mí esa es fue una hazaña de la que me enorgullezco.
El libro es una selección de escritos sobre el socialismo que terminó de escribir a principios de 1965 (al regresar de África) y fue publicado posteriormente en una revista uruguaya de izquierda cuyo nombre no recuerdo. Mientras copiaba el libro (ya estudiaba sociología en la universidad), me di cuenta de que el Che intelectual no era, como dicen las ancianas, “comida de hocicones”. “Tengo examen del Che” –pensaba- para estudiar con ardor al carismático intelectual argentino.

Tu querida presencia, Comandante Che Guevara (1) | 01 de Diciembre de 2010 | DiarioCoLatino.com - Más de un Siglo de Credibilidad

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