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2010/12/08

Co Latino-Tu querida presencia, Che Guevara (2) | 08 de Diciembre de 2010 | DiarioCoLatino.com - Más de un Siglo de Credibilidad

René Martínez Pineda.08 de Diciembre. Tomado de Diario Co Latino. 
(Coordinador General del M-PROUES) *

Para comprender el contexto de las afirmaciones, tuve que  volver sobre los libros de Marx, Engels y Lenin; repasar la esencia histórica de la mercancía; el carácter oculto de la plusvalía; la magia detrás de la enajenación de la fuerza de trabajo; el Estado y la revolución; todo el peso de la ley del valor de cambio, la única ley respetada por el capital, porque éstos fueron los conceptos que usó y readecuó el Che en cuanto praxis socialista, fiel a su perfil de Géminis limpio que ama el movimiento y demanda espacios abiertos.
Lo que intentó el Che, con su entrañable transparencia, fue abrir el socialismo cubano más allá de la vivencia soviética, cuya revolución –inmediatamente después de 1917- cargó con el peso de: la derrota rusa en la Primera Guerra Mundial (con lo que pierde una cantidad importante de territorio a manos de los alemanes); una guerra civil de tres años que valió por cinco; y, como remate, una gran cantidad de muertos que, con la presencia de su ausencia, sembraron de hambre, miedos y pestes olvidadas su vasto territorio. O sea, una situación harto desfavorable para la construcción del socialismo –similar, por las trabas que implica, a la de un bloqueo económico- que hace ver la crisis actual y los temores nacionales como juego de niños.
Debido a ese contexto tremendamente nocivo para construir el socialismo, Lenin propone desde un marxismo estratégico -para salir de lo que podemos llamar precomunismo de guerra- un socialismo en guerra que, de paso, eclipse el problema étnico (denominación implícita en sus últimos escritos: “El problema de las etnias” y “El Estado y la Revolución”) y en el que su punto de interés fue reconstruir la base económico-material del socialismo. En ese momento, Lenin plantea la necesidad de dar “un paso atrás”, o sea, volver a formas capitalistas de producción en un incipiente marco de relaciones sociales socialistas, aunque no avanza en el terreno de la distribución de la tierra (lo que denominó como “nueva política económica” a partir de 1921) y no lo hace lo suficientemente bien –como se evidenció setenta años después- en términos de identidad cultural. 
En cambio, las latitudes tropicales hacen que el Che tenga una orientación estratégica diferente. En su escrito, desenmascara al capitalismo que, tal como cuarenta años después, acusa a los marxistas de que en los países socialistas se aniquila la individualidad (personalidad); que el Estado anula al individuo (ciudadanía), y que solamente hay una masa uniforme que cumple las órdenes del Estado. Pero, no polemiza desde el punto de vista teórico, sino que lo hace desde la experiencia cubana, desde la cotidianidad revolucionaria vivida por ellos, es decir, desde el cómo se fue dando el socialismo en Cuba con el protagonismo de dos actores: el individuo y la masa. El individuo, la personalidad surgida de la personeidad: en primer lugar, Fidel Castro, quien jugó siempre un papel tan destacado como honesto y consecuente.
Fidel es un dirigente histórico, pero distinto, no es un dirigente más, porque ha tenido y tiene cualidades de estadista que lo destacan dentro de los grandes líderes mundiales. Diría que es el único estadista latinoamericano de los últimos cincuenta años, el individuo motor del proceso revolucionario frente a una masa que jugaba un papel pasivo… cuyos segundos lugares están, francamente, muy lejos, siendo los más cercanos Hugo Chávez y Rafael Correa.
Y es que, cuando se dio el asalto al cuartel Moncada, la masa estaba aún dormida; después del desembarco del Granma, el pueblo cubano comienza a movilizarse alrededor del Ejército Rebelde; y a partir de la última huelga general (convocada el 2 de enero de 1959), la masa empieza a jugar un papel destacado, importante y activo en el proceso revolucionario. Pero, todavía el papel motor de todo ese proceso es jugado por los dirigentes. No sólo Fidel, sino una camada de brillantes dirigentes como el Che y Camilo Cienfuegos, que lograron que el pueblo se fuera comprometiendo gradualmente.
Al principio, la revolución no tiene en Cuba instituciones en las que el pueblo pudiera concretarse y activar, funcionando sólo la Asamblea Popular. La Plaza de la Revolución es el lugar (en tanto tiempo-espacio de lo político) de dicha Asamblea, donde el pueblo se reunía, en grandes movilizaciones, para participar fervientemente. Y los discursos de Fidel: eternos, pero nadie se movía de su lugar. Cuatro horas eran nada; ocho, eran pocas; diez, eran una obra maestra del pensamiento político y la oratoria... Hoy, nadie construye historia con discursos, pues, la demagogia y el oportunismo han tomado la palabra. Yo soy militante de una época en que las asambleas de la universidad nacional duraban cinco horas, y se nos iba un poco de gente, pero más de la mitad aguantaba hasta el final. Y había debates e intervenciones de treinta minutos… verdaderas ponencias, ya que no eran alumnos pasivos, sino que había un intercambio entre el orador y la comunidad universitaria.
El pueblo y el Che; el Che y el pueblo; emisor y caja de resonancia que modificaba la esencia del discurso. En mis años de dirigente, hablaba bastante y seguido, sobre todo cuando fui Presidente de la Sociedad de Estudiantes de Ciencias Sociales –“Carlos Fonseca”-, y podía saber lo que estaba pensando la gente como colectivo en lucha, digamos unos quinientos estudiantes. En Cuba era medio millón de personas. El Che iba desarrollando ideas y la gente se iba expresando con la cara, con los gritos, con los gestos codificados, con el cariño que despertaba, con el lenguaje simbólico, y, en un proceso ascendente y dialéctico se formaba la conciencia, hasta que el Che terminaba eufóricamente con la consigna “Patria o muerte, venceremos”. De esas asambleas populares salía, esencialmente, la línea política de la revolución y el perfil de la identidad socialista, y en ellas se tomaban las resoluciones estratégicas: las dos declaraciones de La Habana, por ejemplo. La primera fue aprobada en 1960, y la segunda en 1962.
Es claro, entonces, que en el socialismo cubano el pueblo no tenía –ni tiene- el papel pasivo que le atribuye el capitalismo, independientemente de si las decisiones tomadas fuesen correctas o equivocadas, debido a que en ambos casos estaba de por medio la participación popular. Un hecho significativo con respecto al balance entre lo correcto y lo equivocado, fue el caso de una desviación sectaria que hubo en el partido de la revolución.

Tu querida presencia, Che Guevara (2) | 08 de Diciembre de 2010 | DiarioCoLatino.com - Más de un Siglo de Credibilidad

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