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2011/04/04

LPG-¿Por qué no crece la economía?

 Mientras no cambiemos el modo de funcionamiento de nuestra economía y superemos los obstáculos actuales, seguiremos en este estado de “pasmadencia económica”.

Escrito por Roberto Rubio-Fabián.04 de Abril.Tomado de La Prensa Gráfica. 

 

Desde finales de los años noventa he tenido la oportunidad de encontrarme con varios analistas y funcionarios de organismos internacionales que con frecuencia se preguntan ¿por qué no crece tanto la economía salvadoreña?, ¿por qué no lo hace si ha mantenido relativa estabilidad macroeconómica, ha hecho bien su tarea con la banca multilateral, ha gozado de buenos grados de inversión, ha tenido buen acceso al crédito internacional, no ha padecido de grandes conflictos sociales y políticos? En la coyuntura actual, donde nuestra economía aún no se recupera de la crisis de 2008-2009, vuelve a cobrar fuerza la misma pregunta; la cual, esta vez, se ha convertido en parte importante del debate nacional.

Desgraciadamente, buena parte del debate está conectado a las tuberías de descarga de la culpabilidad: para unos, no se crece por culpa de la incertidumbre que genera el actual gobierno y su falta de capacidad, mientras que para otros, es culpa de la herencia de 20 años de gobiernos anteriores. Para unos es un problema coyuntural, para otros un problema histórico. Ni lo uno ni lo otro. La explicación es más compleja.

En efecto, entre la maraña de factores que explican la debilidad de nuestro crecimiento, tanto histórico (aunque para algunos no lo es, sostengo la afirmación en los sólidos análisis del PNUD/El Salvador) como el actual, encontramos unos de índole estructural y otros de tipo coyuntural, cruzados tanto por factores externos como internos, así como de diversa naturaleza (económica, sociopolítica, ambiental). No es fácil dar una respuesta simple a la pregunta en cuestión. Por tanto acá intentaremos solamente dar unos elementos de respuesta.

En primer lugar hay algunos factores explicativos de orden estructural, tanto de origen externo como interno, como de naturaleza diversa: pobres niveles de productividad y competitividad de nuestro aparato productivo (World Economic Forum, 2010-2011); un “proteccionismo solapado” que acostumbró a ciertos sectores empresariales a trabajar en mercados cerrados, practicando competencia desleal al amparo de la supuestamente odiada intervención del Estado; estructura de costos pesada, con un sistema de precios a favor de los bienes/servicios no transables en detrimento de los transables/exportables –la inflación dual que menciona un interesante estudio del BCR (Cabrera, 2003); débil y poco diversificada capacidad exportadora; una economía “consumista” (calificación que no desvaloriza el rol clave del consumo en la economía), con excesiva propensión al consumo más que a la inversión, y su correlato: pobres niveles de inversión pública y privada (juntas han girado históricamente apenas alrededor del 15% del PIB); un Estado débil y mal estructurado en su rol de orientación y conducción de los mercados y de la economía; carencia de balance entre Estado y Mercado, y excesivo protagonismo de este; altos niveles de desarticulación productiva sectorial (deformaciones en matriz insumo-producto), territorial (concentración de la actividad económica en un par de ciudades y marginación de amplias zonas del país) y empresarial (paupérrimos grados de articulación entre la gran empresa con la mediana y pequeña, y poca incorporación de estas a las dinámicas del crecimiento); falta de apuestas productivas estratégicas (o no concreción de las mismas); recurrencia de desastres naturales y falta de instancias y mecanismos de mitigación/previsión.

En segundo lugar, existen otros complejos factores de índole coyuntural que se suman a los anteriores: altos niveles de violencia y delincuencia; presencia de polos regionales más competitivos de atracción de inversión (Costa Rica y Panamá sobre todo); incertidumbre política, especialmente por las dudas que genera la vocación democrática del partido oficial; confrontación creciente entre gobierno y empresa privada; falta de previsibilidad en el rumbo de la economía; problemas de gestión y coordinación de la política económica gubernamental. En fin, mientras no cambiemos el modo de funcionamiento de nuestra economía y superemos los obstáculos actuales, seguiremos en este estado de “pasmadencia económica”.

PD: Nos sumamos a la valiente y correcta decisión del presidente Funes de vetar el decreto legislativo sobre la reforma electoral, así como a la decisión de la Sala de lo Constitucional de la CSJ de aceptar las demandas de inconstitucionalidad del mismo.

¿Por qué no crece la economía?

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