Escrito por Geovani Galeas.12 de Abril.Tomado de La Prensa Gráfica.
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¿Qué le pasa hoy en día al FMLN?, se pregunta Roberto Rubio en su columna del pasado jueves en este mismo periódico. Se trata de una interrogante que se está formulando buena parte de la sociedad, especialmente quienes con su voto llevaron al poder a ese partido. “Existen actitudes y comportamientos, en particular en un segmento de su dirigencia, que olvidan sus mejores orígenes o no han querido refrescarlos”, señala el analista.
En contraposición, Rubio se refiere al FMLN histórico, el que hizo la guerra, y apunta: “Por manos de muchas personas pasaron miles o millones de dólares, y nadie, que se sepa, hizo fortuna personal de ello. Sus alianzas privilegiaban fuerzas progresistas y decentes, y se evitaba hacerlo con fuerzas retrógradas y oscuras. Con todos los defectos e hipocresías que pudieran existir, la ética era un asunto importante”.
Ciertamente no es posible explicarse los altísimos niveles de disciplina y sacrificio que el FMLN puso en juego durante la guerra, si no es a partir de la existencia de una sólida base ética que sin demagogia alguna permite hablar de innumerables actos heroicos. Pero a fin de buscar una respuesta a la pregunta planteada, conviene discernir la naturaleza de aquella base ética.
El FMLN fue concebido, bajo la guía del marxismo leninismo, como el instrumento político militar de la clase obrera. Pero eso era en el papel y en los discursos. En la realidad se trataba de un pequeño grupo de universitarios de clase media dirigiendo un contingente no de obreros comunistas, sino de campesinos cristianos influidos por la teología de la liberación. Los primeros buscaban el socialismo; los segundos querían democracia.
Sucede que la mayoría de los fundadores del movimiento revolucionario salvadoreño se formaron en el Liceo Salvadoreño, de los hermanos maristas, y en el Externado de San José de los padres jesuitas. Se afiliaron a las asociaciones estudiantiles católicas, de ahí pasaron a la democracia cristiana y luego saltaron al marxismo leninismo. El recorrido va entonces desde un sentimiento de solidaridad cristiana hasta un pensamiento regido por los intereses y los valores del proletariado.
En aquel momento se daba por descontado que al asumir la moral proletaria se era o se tenía que ser, como un obrero idealizado, disciplinado, austero, humilde, modesto, sincero, fraterno, solidario y abnegado. Lo contrario a cada una de esas características era lo liberal, propio del individualismo burgués, según se decía.
La dirigencia marxista leninista se metió muy pronto en un torbellino de fraccionamientos, deserciones, traiciones y asesinatos alevosos entre compañeros. Los casos más emblemáticos, pero no los únicos, fueron los de Roque Dalton en 1975; Ernesto Jovel en 1980; Marcial y Ana María en 1983, y la matanza de guerrilleros perpetrada por sus propios jefes en el frente para central desde mediados hasta finales de los ochenta.
Lucha ideológica era y es la manera elegante de llamarle a ese pleito sectario y dogmático, por el poder, entre las cúpulas dirigentes. Entonces, de nuevo, ¿cómo se explica la mística y el sacrificio del FMLN durante la guerra? La única explicación que encuentro es que fue la masa campesina y cristiana la que proveyó la base ética de la que hemos hablado.
Antes de alzarse en armas, esta masa buscó la solución al problema nacional, no al problema exclusivo de la clase obrera, por la vía pacífica y democrática de las urnas en 1972. Fue víctima de un fraude escandaloso y aún así tuvo paciencia y volvió a intentar lo mismo en 1977. El nuevo fraude y la consecuente escalada represiva ya no dejaron más salida que la violencia.
Esa fue la gente más honesta y sacrificada en la guerra. En cuanto a los dirigentes, bueno, ahí están muy bien servidos.
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