Escrito por Por Claudio de Rosa.21 de Abril.Tomado de La Prensa Gráfica.
“Si bien ha sido duro para los más pobres, las clases medias también están sufriendo alzas en electricidad, agua, gas, alimentos, primera matrícula y ahora viene el cambio de las placas.”
Es preocupante, nos estamos empobreciendo como país y las clases medias de menores ingresos están en retirada. En efecto, la proporción de hogares en situación de pobreza cayó sistemáticamente de 65.8% en 1989 a 30.7% en 2006, uno de los mayores progresos en Latinoamérica. Esta tendencia se revirtió a partir de 2007, con la recesión mundial y el mayor costo de la canasta básica, de modo que alcanzó a 37.8% en 2009. Sin embargo, el 11.4% de alza en el costo de la canasta básica “urbana” y de 23.3% de la “rural” deben haber incrementado la proporción de familias en pobreza en torno a 40%, marcando un retroceso a niveles de 1999, de hace más de 11 años.
“Precisamos, sobre todo, recuperar el tiempo perdido. Por eso nuestro mayor desafío es hacer que los próximos cinco años valgan, por lo menos, por una década. Y hacer eso es posible”, dijo el presidente Funes el día de toma de posesión. Lamentablemente, en el campo de la pobreza, a dos años de gobierno se tienen 11 años de retroceso. Obviamente, si el salario de la gente más pobre se mantiene inalterado, si sube el costo de la canasta básica y el número de bocas que hay que alimentar son las mismas, entonces los más pobres están comiendo menos, empieza a haber más hambre. Las promesas de campaña “voy a trabajar desde el primer día para solucionar los mayores problemas sociales de nuestro país... proteger a los más pobres del hambre y la marginalidad...” pareciera que se las llevó el viento.
Recuerda el discurso: “El Salvador no puede seguir siendo gobernado como lo ha sido hasta ahora. En los últimos 18 años, la población no ha mejorado sus condiciones de vida... ¿Quién no percibe que la canasta alimenticia ha aumentado su valor y que en contraste los salarios han reducido su poder adquisitivo? Los precios de los productos de primera necesidad y de los servicios básicos se han disparado... El presidente y su gobierno juegan con las necesidades del pueblo”. ¿No aplican hoy con la misma severidad estas palabras de Mauricio Funes del 11 de noviembre de 2007?
Fácil es señalar, difícil es cumplir y corregir. Fácil es prometer al calor de una campaña o en un discurso, difícil es cumplir a “cabalidad”. Irremediablemente, ya quedaron como compromisos históricos no cumplidos la “generación de 100 mil empleos en los próximos 18 meses” (1.º de junio de 2009), porque ya pasaron 23 y quedó muy lejos de poder cumplir. En este contexto, también prometió e incumplió “la realización de un programa” que contemplaba “la construcción y mejoramiento de 25 mil viviendas urbanas y 20 mil soluciones de techo y piso en comunidades rurales”.
Si bien ha sido duro para los más pobres, las clases medias también están sufriendo alzas en electricidad, agua, gas, alimentos, primera matrícula y ahora viene el cambio de las placas del vehículo. Otra irracionalidad. Al Gobierno le costará alrededor de $5.15 cada placa, pero usted pagará $42.03. Magnífico negocio para el Gobierno, que tendrá un ingreso neto del orden de $35.5 millones, “un impuesto escondido”, que saldrá del bolsillo de quienes tienen vehículos. Y además, habrá que pasar una revisión vehicular. ¿Por qué no se puso un sticker que puede costar menos de $5.00 y solo se pidió que cambiaran placas quienes las tuvieran en mal estado? No huele bien, pero estas son las reglas del juego que nos imponen.
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