¿Ha ido usted últimamente al mercado, a la tienda o al súper a comprar víveres? Seguro se encontró con la sorpresa que el presupuesto que tenía hace un mes ya no le alcanza para adquirir todo lo que compraba entonces por la misma cantidad. Tendrá, al igual que muchos, andar de un lado al otro tratando de encontrar los mejores precios o decidirá, si puede, comprarlo hasta que el producto que buscaba lo pongan en oferta.
Escrito por Elena María de Alfaro.21 de Abril.Tomado de La Prensa Gráfica.
“Ante la agobiante crisis, la reacción de parte del gobierno no debe estar únicamente enfocada en subsidios.”
La situación se ha agravado desde que la racionalización del subsidio al gas entró en vigor. Este hecho, sumado al incremento sustancial de los cereales entre ellos el maíz, ha provocado que las tortillas que antes eran a cinco por la “cora”, ahora, por el mismo precio, apenas se obtengan tres más delgadas y más chiquitas. Los comedores le subieron una o dos “coras” al plato completo aduciendo que sus costos han incrementado por el alto precio del gas propano y porque el subsidio que reciben no es suficiente.
Las malas noticias sobre el alza en los precios de la gasolina continúan y serán aun peores para los cumpleañeros del mes de mayo que tengan vehículo, ya que además de renovar el permiso de circulación, tendrán que comprar nuevas placas. Los aumentos no terminan allí, la semana pasada se anunció que la energía eléctrica subiría un 13%, medida que afectará directamente a la industria que está haciendo malabarismos para mantener los precios de sus productos.
El Salvador ya tiene problemas serios de desnutrición, por eso es comprensible que por medio de subsidios quiera tratarse de impactar lo menos posible el bolsillo de los salvadoreños, sobre todo el de los más pobres a quienes más impactan estos aumentos. Sin embargo, estos deben estar bien focalizados evitando que se conviertan en una obligación permanente para el estado.
Se ha seguido implementando programas sociales que antes existían como Red Solidaria y la entrega de semillas a agricultores; se añadió la entrega de zapatos, útiles escolares y la cuestionable entrega de uniformes a estudiantes de escuelas públicas; se incrementó el subsidio al transporte público, al agua y la luz. No obstante, los esfuerzos del gobierno no han sido suficientes para atenuar el impacto asfixiante del incremento de precios de los productos y servicios de la canasta básica. Lamentablemente, el Ejecutivo ha sido ineficiente en la generación de empleos; no ha podido cumplir la ansiada promesa que hizo el presidente Funes el día de su juramentación: la fábrica de empleos. Con ella, la situación para millares de salvadoreños fuera menos crítica, al igual que las finanzas del gobierno, pues siendo una actividad productiva generaría ingresos al fisco.
Ante la agobiante crisis, la reacción de parte del gobierno no debe estar únicamente enfocada en subsidios y otras prestaciones sociales, sino en mejorar la seguridad y generar una amplia confianza hacia los inversionistas nacionales e internacionales. Entre el Ejecutivo, el sector privado y la academia pueden identificar y apostarle a aquellos sectores industriales o de servicio que sean de rápido crecimiento, tengan buenas probabilidades de éxito y generen más plazas de trabajo. Los salvadoreños son hábiles en aprender, apostémosle. Quizá al inicio serán pocos los sectores beneficiados. Por ello será necesario además diseñar una estrategia de mediano y largo plazo que sea comprendida y compartida por la ciudadanía y que nos enrumbe hacia un crecimiento sostenido, generando puestos de trabajo que permitan tener una mejor calidad de vida. Así dependeremos menos de los subsidios y el estado podrá invertir en obras de infraestructura que nos hagan aun más competitivos.
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