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2011/04/21

Contra Punto-Editorial-La batalla contra la impunidad - Noticias de El Salvador - ContraPunto - Noticias de El Salvador - ContraPunto

21 de Abril.Tomado de Contra Punto.

¿Ya nos dimos cuenta que las tesis de olvido no funcionan, ni las de “borrón y cuenta nueva”?

SAN SALVADOR – Si un niño se lleva un chocolate o un juguetito del Supermercado y los padres no lo reprenden y le enseñan que eso es “incorrecto”, las consecuencias posteriores serán graves.

Si educamos a nuestros hijos para que sean los “matoncitos” de la escuela, igual; estamos fomentando “la ley de la selva”.

Si como padres hacemos desmanes: no respetamos las leyes de tránsito, no respetamos la naturaleza, no pagamos impuestos, decimos mentiras y más mentiras; nos burlamos de los demás; le pegamos y maltratamos a nuestros familiares, entonces, ¿qué podemos esperar de nuestros hijos?

Todo esto no tienen nada que ver con ideologías, sino con normas básicas que convivencia, mismas que hemos perdido y de ahí nace la impunidad.

Antes de la guerra los militares patearon nuestros traseros, nuestros estómagos y nuestras cabezas porque ellos eran el poder y fuerza. Vino la guerra y se cometieron crímenes y desmanes. Los militares cometieron las mayores atrocidades, pero la guerrilla también hizo lo suyo.

La guerrilla sembró el grano de la impunidad cuando asesinó por divergencias políticas a Roque Dalton, pero también cuando secuestró, mató y negoció con el cadáver de Roberto Poma. En lo interno del germen de lo que después fue el FMLN no hubo una verdadera revisión de aquellos casos funestos. Mejor se escondió todo debajo de la alfombra creyendo que todo se iba a olvidar.

Por no haber curado el mal de raíz se dieron otros casos también funestos: el crimen de Ana María, las masacres de Mayo Sibrián y los asesinatos de los alcaldes. Todo esto se mantiene en la impunidad y en la actualidad nadie se quiere hacer cargo. Es decir, desde la izquierda hay encubrimiento y tesis de olvido.

Las barbaridades de la derecha y de los militares también continúan en la impunidad. Crímenes como el de Mons. Oscar Romero, el de las monjas estadounidenses y de los mártires de la UCA, así como de las Masacres de El Mozote y del Río Sumpúl, son apenas símbolos de grandes atrocidades.

Hoy nuestra sociedad parece no tener arreglo. Dos años de gobierno del cambio y la violencia criminal sigue manteniendo a El Salvador entre los países más peligros del mundo. Todos los días es la comidilla de analistas y funcionarios nacionales e internacionales.

¿Ya nos dimos cuenta que las tesis de olvido no funcionan, ni las de “borrón y cuenta nueva”?

El presidente Mauricio Funes en un reciente discurso habló acerca de que para enfrentar al crimen organizado y al narcotráfico, será necesario hacer un combate frontal al delito, la corrupción y la impunidad en que hemos vivido. Necesarios conceptos que deben aplicarse a todo nivel, con rigor y con consecuencia.

El Salvador tienen una gran deuda consigo mismo, por eso no nos hemos reconciliado. Tenemos deudas desde 1932. Realmente no hemos dignificado a las decenas de miles de indígenas que fueron masacrados entonces ni con la población que quedó diezmada y con miedo.

Tenemos deuda con los masacrados, desaparecidos y asesinados por las dictaduras; tenemos deudas con los crímenes que cometió la guerrilla.

Hasta ahí llega la larga cadena impune que arrastramos, pero que tenemos que vencer. Los salvadoreños debemos vencer.

Creo que hay disposición de resolver el problema; hace falta un poco de desprendimiento y de confianza en que saldremos airosos y fortalecidos.

Quizás alguien en su rezo muy íntimo debería leer el poema de Otto René Castillo: “Vamos Patria a caminar”… El militar asesino de Otto René, con una hoja de rasurar en mano, le gritaba sus propios versos: Yo quedaré ciego para que tú veas… y le cortaba los ojos. Yo quedaré mudo para que tú hables… y le cortó la lengua. Yo moriré para que tú vivas… y no lo mató, sino que lo quemó vivo… Pero Otto René era poeta y los poetas no mueren, menos si los matan… Otto René Castillo repetía en su interior: Vamos patria a caminar… yo te acompaño.

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