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2011/04/08

LPG-El tsunami del gas

 Publicidad que no dice la verdad, lastima. No es cierto que la focalización del subsidio del gas signifique una ayuda para los más necesitados, porque esconde el aumento del precio del producto para ellos en más de un dólar por tambo y lo duplica excedidamente en el caso de los demás, presumiendo indiscriminadamente que todos son menos pobres, aunque se trate de señoras cocineras de los mercados, tortilleras y pupuseras.

Escrito por Sigfrido Munés.08 de Abril.Tomado de La Prensa Gráfica. 

 

Estas se ven obligadas a trasladar el incremento de costos a su clientela, convirtiendo a las tortillas en artículo suntuario al precio de un colón cada una. Es decir, dos por una cora. ¡Si Shakespeare viviera en El Salvador de nuestros días, escribiría una obra posiblemente titulada “Comer o no comer”!

Con el propósito de ayudar a los más necesitados –además de aumentarles el precio del gas– se les exige el pago previo de su factura por energía eléctrica para entregarles sus ocho dólares y medio. Y nadie recibe nada si no paga la cuenta de la luz antes del primer vencimiento indicado por las empresas distribuidoras de electricidad.

La irrefrenable subida de los precios de todo, no obstante que se origina en parte en las condiciones de los mercados internacionales, podría ser aliviada en renglones básicos como decir el de los medicamentos, aunque no se ven señales claras de que ello pueda ocurrir.

En muchos casos parecería que a los funcionarios públicos les interesa más incrementar los impuestos y el gasto público superfluo, que establecer una política nacional de austeridad y eficiencia administrativa.

La gente, que tiene que ingeniárselas para sobrevivir, se siente incómoda ante las situaciones de despilfarro y favoritismo; y espera que esto realmente cambie. Los aspirantes a cargos de elección popular deben tomarlo muy en cuenta y recordar que un estómago vacío no inspira los mejores versos.

Tratemos de vislumbrar qué nos depara el futuro. Si se cumplieran a cabalidad las condiciones en que se le otorgan a El Salvador los fondos de la Cuenta del Milenio; si llegaran los esperados nuevos recursos de la Asociación para el Desarrollo anunciada por el presidente Obama; y si además se le condona al país la deuda externa o buena parte de ella, tendríamos oxígeno para algunos años y fuerzas para despegar, siempre y cuando nos ordenemos, nos disciplinemos, trabajemos duro y demos a la educación la prioridad que le corresponde. Tenemos que dejar de ser un panal de laboriosas abejas manteniendo a zánganos aprovechados. Además, y esto es fundamental, debemos tratar de aliviar la carga a las generaciones del mañana condenadas a pagar los préstamos de hoy. Ya tendrán ellas sus propios problemas y no es justo dejarles tan pesada herencia. ¿O creen algunos funcionarios que el mundo y las deudas se acabarán en 2012, conforme a la profecía de los mayas?

Entre las muchas y variadas opiniones recibidas sobre el nuevo subsidio del gas, encontramos la de una joven universitaria. Según ella “el problema principal del país son los subsidios. En esto del gas –agrega– debieron comenzar por ponerle paro al contrabando”. Y propone que “lo que el Estado gasta en subsidios, mejor lo debería invertir en educación, en preparar gente, como lo han hecho los chinos y los europeos. Ellos becaron masivamente a los buenos estudiantes y los resultados son evidentes. No les dieron pescado, les enseñaron a pescar”.

En cuanto al malestar colectivo generado por el nuevo subsidio del gas, lo que más abonaría al prestigio del Gobierno sería un cambio de actitud, echar marcha atrás, rectificar y demostrar que quiere y puede hacer las cosas mejor.

El tsunami del gas

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