El problema que tiene la UES se resume en la más importante máxima emanada de la Corte Suprema de El Salvador: "cuando no hay dinero, no hay dinero"
01 de Abril. Tomado de El Diario de Hoy.
Cada día se produce una sorpresa en lo que hacen estudiantes que no lograron cupo en la Universidad Nacional: se toman las instalaciones, montan marchas dentro, secuestran edificios, se declaran en huelga de hambre, cierran departamentos, montan (según la PNC) microlaboratorios para elaborar droga, estorban, bloquean, vociferan… e inclusive colaboran con los "movimientos sociales" en respaldar a huelguistas de salud, emporcar paredes, gritar frente a ministerios…
De acuerdo con las notas que la mayoría obtuvo en los exámenes de admisión, para estudiar no le da mucho la naturaleza, pero para todo lo demás sí que le abundan ganas y aptitudes.
Para salir del impasse hay caminos. Uno sería montar cursillos de seis meses y al final otorgar a los asistentes, o aunque no hayan asistido, solemnes títulos de licenciados, como se hizo casi inmediatamente después de firmados los Acuerdos de Paz. En tal manera un derecho humano inalienable, aspirar a ser licenciado, se hace valer y lo protege la Universidad Nacional.
Algo así opera en Honduras: cuando a una persona nadie la conoce la gente caritativa de inmediato la llama "licenciado" o "coronel", como sucedió aquí con los que bajaban de los montes aunque limitándose a lo de "licenciado".
El problema que tiene la UES se resume en la más importante máxima emanada de la Corte Suprema de El Salvador: "cuando no hay dinero, no hay dinero", y en una entidad donde nadie sabe qué pasa con el dinero, pues los dineros sirven para todo, hasta para sostener cursos lectivos con malos profesores.
No sólo con licenciados progresan los países
Cupos son cupos y hay problemas físicos para meter a todos los que aspiran a ser licenciados en las aulas disponibles. Si se produce una entrada masiva, no habría donde sentar a esos alumnos, no cabrían en los corredores, no alcanzaría el tiempo para examinarlos, no seria posible calificar toneladas de papeles. Los servicios sanitarios, de por si pobres y mal mantenidos, no darían abasto, no hay espacios para estacionar vehículos… caos sobre casi caos es supercaos si es que la palabra caos admitiera superlativos.
Ya publicamos en EL DIARIO DE HOY la historia de tres aspirantes que se sometieron a los exámenes de admisión: las notas que recibieron no sólo les cerraba el paso, sino que más bien los devolvía a la primaria, al quinto o cuarto grados. Indistintamente de lo que suceda antes o después de un examen de admisión, la manera más objetiva para escoger a quienes ingresan o aspiran a un empleo, etc., es un examen. Someterse al examen es aceptar de antemano los resultados: si no se aprueba, no se aprueba.
Encima de todo esto hay una realidad más dura: en los países pobres y más en los países que se empobrecen con rapidez, la solución al problema de los jóvenes no es tanto ampliar las universidades, cuanto ofrecerles alternativas viables, capacitarlos en oficios, desarrollar carreras técnicas.
Esto tiene un agregado que, por lo general, se pasa por alto: que los técnicos enseñan con su ejemplo y en una fábrica donde hay buenos técnicos el nivel de capacidad del resto de los empleados se eleva, pues el técnico necesita, para desarrollar sus propios cometidos, de otros que le ayuden. Cuando hay un buen ebanista, el resto de los operarios también mejora en lo que hace.
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