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2011/04/05

EDH-Editorial-Siguen matando inocentes en Pakistán y Afganistán

 Los extremismos y la intolerancia no es lo que hoy en día caracteriza a las sociedades pacíficas y democráticas, sino la sensatez, la veracidad y credibilidad del que expone

05 de Abril.Tomado de El Diario de Hoy.

 

Una masa de afganos fanatizados linchó a veinte miembros de una misión de las Naciones Unidas, en represalia por la quema de un ejemplar del Corán en Florida. Veinte inocentes que de manera voluntaria trabajaban en beneficio de los afganos fueron asesinados, una región empero, menos violenta que Centro-América.

Por desgracia estas atrocidades se repiten con harta frecuencia: cualquier predicador musulmán puede lanzar intifadas, condenas a muerte, persecuciones, amenazas y diatribas contra los "infieles", al mismo tiempo en que, donde son minoría, piden tolerancia y amor hacia ellos.

Hace poco tiempo, un ministro pakistaní fue asesinado por querer prohibir las condenas a muerte por blasfemia, en un país donde tanto musulmanes como fieles de otras religiones, están en suspenso mientras se decide su suerte. De acuerdo con la estricta "ley" del Corán, un creyente está justificado para matar en el acto a una persona que a su juicio irrespete al Profeta o al libro sagrado; desde la caída del Sha de Irán, en el Medio Oriente, han muerto varios millones de personas por intolerancia religiosa.

Nadie, en un país libre, persigue a muerte a otro por dar fuego a libros, burlarse de creencias, defender herejías o publicar caricaturas, dibujos, novelas, escritos o proclamas. Por lo mismo, así como ninguna persona civilizada puede convivir con delincuentes, los países democráticos deben contribuir a que se liberalicen las sociedades bajo despotismos, rechazando la esclavitud, la prostitución de niños y el sometimiento de la mujer.

La irreverencia, la impiedad, la crítica y la burla son parte de lo que se dice y publica en las naciones occidentales, pero que las más de las veces la gente ignora; nadie sale a matar a otro por lo que este piense de un apóstol o de la liturgia de una iglesia. Los extremismos y la intolerancia no es lo que hoy en día caracteriza a las sociedades pacíficas y democráticas, sino la sensatez, la veracidad y credibilidad del que expone.

No se puede separar la fe de la razón

Fue a un altísimo costo en vidas humanas, en destrucción, en sufrimiento y en retraso, que los países occidentales pudieron superar las doctrinas y movimientos radicales que proliferaron a lo largo del Siglo XX, desde los marxistas de Stalin y los nacionalsocialistas de Hitler, hasta los fascistas. El holocausto y la ofensiva nazi cobraron diez millones de vidas; Stalin exterminó a cuarenta millones de rusos.

La humanidad viene debatiéndose entre Ariel y Calibán, la razón y los "misterios", Apolo y Dionisio. En el momento más esplendoroso del género humano, la Atenas de Pericles y Sócrates, coexistían los cultos secretos, las iniciaciones, las doctrinas tenebrosas, la renuncia de grupos y personas a su inteligencia para abrazar fanatismos.

Pero veinticinco siglos después de Sócrates, coexisten, con la Civilización Occidental, los Gadafi y los ayatolás iraníes, a un tiempo en que los avances de la tecnología chocan con las carnicerías étnicas en África. En muchos países la mujer es mutilada, se le niegan derechos elementales y no pasa de ser sierva de su marido.

Benedicto XVI, el insigne, el universal pensador y hombre de Dios, lo dice con una incontestable fuerza: no es posible separar la fe de la razón.

Como tampoco es válido separar fe, sociedad, costumbres, gobiernos, política y acciones sociales del Orden Moral, del Orden de Derecho, de lo decente, sensato y compasivo.

elsalvador.com, Siguen matando inocentes en Pakistán y Afganistán

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