07 de Abril.Tomado de Diario Co Latino.
Una reforma que urge introducir al Código Electoral —aprovechando las que se discuten sobre los candidatos partidarios o no partidarios con papeletas bloqueadas o no bloqueadas— es la de ponerle límite a las reelecciones de los diputados de la Asamblea Legislativa, prohibiendo más de una sola reelección. Esto es un principio de sano y sabio gobierno, como diría Maquiavelo, ya que de suyo los cambios de personajes representan nuevas ideas, nuevos bríos, nuevas actitudes, nuevos compromisos de servicio hacia el pueblo, y nuevas posibilidades de que una Nación progrese.
Tal reforma sería algo que el soberano no sólo vería con agrado, sino que agradecería, pues mantendría vivo su espíritu cívico y patriótico, considerando que la llegada de elementos nuevos a organismos que son, supuestamente, representativos de su voluntad, como lo es la Asamblea Legislativa, despierta nuevas esperanzas, nuevas perspectivas de medidas tal vez novedosas de beneficio en su favor, es decir, del pueblo, no de los políticos. Por lo general, cuando éstos, que toman la política partidista como un modus vivendi, se lanzan a querer conseguir un puesto lo hacen buscando ventajas, reconocimiento o “fama” personal, nunca porque sientan una legítima vocación de servicio a los demás.
En la actual Asamblea Legislativa hay diputados y diputadas que se ha “reenganchado” al menos media docena de veces; allí han envejecido, sin dar muestras de querer jubilarse y dejar la curul para otros. Pareciera que toman al Congreso como un camposanto donde pueden adquirirse nichos a perpetuidad, o museo donde puedan mantenerse en exhibición momias embalsamadas.
No hace falta mencionar nombres. Hay diputados y diputadas que parecieran haber jurado morir en la curul y que los inhumen bajo tierra en el Salón Azul. El pueblo ya “se los puede”, ya está aburrido de ver las mismas caras y oír sus trillados discursos. Y se pregunta: ¿Qué aportes nuevos pueden dar cuando se reeligen? ¿Qué modalidades de gestión pueden introducir para mejorar la operatividad del Órgano Legislativo para beneficio de la sociedad? Lo que pudieran haber dado ya lo dieron hace rato.
En realidad, flota en el ambiente la necesidad de que, igual que a la Presidencia de la Corte de Cuentas de la República (como se baraja en estos momentos), al Salón Azul lleguen elementos nuevos que tal vez lo hagan pensando de veras en los mejores intereses del país y no sólo en los suyos, y que quieran contribuir a sanear y recuperar la economía nacional, comenzando, por ejemplo, con normas de austeridad, reduciendo el presupuesto de gastos alimentarios para los “padres de la Patria”, a quienes no les sustenta la comida si no la ingieren con cubiertos de plata, quizá hasta bañados en oro, lo mismo que los alimentos, que no son de cualquier cocinera o cocinero, sino de buenos chefs a la francesa, la italiana y demás, y no les preocupa gastarse en todo ello una bicoca de miles de dólares mensuales.
Claro, lo más importante es la necesidad de una renovación en el bagaje de ideas, de percepción de la realidad nacional y de las necesidades legitimas de la población y, sobre todo, del entusiasmo por trabajar sin mirar el reloj. ¿Cómo pueden hacer esto los diputados y diputadas de múltiples reenganches que se sienten cansados, física, mental y emocionalmente, como lo demuestra el que algunos se queden dormidos en sus butacas a veces en sesiones plenarias?
El presidente Funes les ha dado un ejemplo al declarar recientemente no ser partidario de una reelección que, por supuesto, no permite la actual Constitución de la República. Pero lo que cuenta es la actitud, la idea, el pensamiento. Se ve que no se ha contagiado con lo que parece ser una modalidad en varios países latinoamericanos.
La cosa con los diputados es que tal vez no sería fácil una reforma como la señalada arriba, es decir, limitar las reelecciones, sencillamente porque un proyecto así, viniera de donde viniera, tendría que pasar por sus manos y es impensable que ellos mismos quisieran practicarse un hara kiri.
Pero cuando las cosas se quieren, se pueden. Podría ser un acto de patriotismo que en la misma Asamblea Legislativa se considerara conveniente una renovación constante de sus integrantes y por voluntad propia los legisladores ya mayores renunciaran a seguir postulándose para nuevas reelecciones. El pueblo los premiaría con estruendosos aplausos y buenos recuerdos, y no con desdén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comentarios que incluyan ofensas o amenazas no se publicaran.