MARTE, el museo de Arte de El Salvador, realiza hoy una gala más para recaudar fondos y continuar su gran obra de "enseñar a ver". Con admiración y gratitud le dedicamos estas palabras
03 de Marzo. Tomado de El Diario de Hoy.
Los museos, mansiones de las musas, atesoran las más bellas, interesantes y sugestivas creaciones de una ciudad, un país o una generación, obras que educan, señalan rumbos, incitan el intelecto, obras y colecciones que enseñan a ver. El museo --la magnífica casa del arte que es MARTE constituye un brillante ejemplo-- es un organismo vivo y cambiante, que nos regala en cada visita nuevos descubrimientos y mayor comprensión.
Enseñar a ver y aprender a ver es talvez la principal función de los museos, además de ser los custodios de tesoros culturales únicos. En sus salones y corredores se exponen obras significativas, cada una de las cuales captura la visión estética del artista creador, en la época en la que vivió, de su capacidad técnica, de sus temas, de sus logros y también de sus limitaciones.
Hay modas, estilos, cuadros que cumplen un encargo como los retablos de las iglesias medievales, obras experimentales, obras repetitivas como los santos de El Greco. Es usual que los pintores inicien con los estilos y la temática usual en su época, para ir liberándose o, inclusive, para empeorar. En el MARTE nuestro hay obras oscuras de pintores que iniciaron luminosos, como también se puede ver la evolución del que inicia realista y termina abstracto.
Hay, sin duda, épocas y regiones en las que se llega más lejos, se alcanza una grandeza que no se repite. Esto se da en la música, en la literatura, en la religión y en el pensamiento. Hablamos de la Edad de Oro de Grecia, del florecimiento del arte persa antes de su derrumbe, del Renacimiento italiano, de la gran época de los pintores holandeses. El arte islámico jamás volvió a alcanzar la grandeza que tuvo en los califatos andaluces, en parte ahogado por la ortodoxia religiosa.
Con cada visita abrimos más los ojos
Muchos se asombran de que en un lapso de tres cuartos de siglo, las creaciones más consumadas de la música tuvieron lugar, como ocurrió con la pintura en Francia entre mediados del Siglo XIX y el primer tercio del Siglo XX.
Hay grados de grandeza, pero siempre se debe pensar como la madre ante sus hijos: al que más quiere es aquel que está viendo en esos momentos. Que uno se maraville de los paisajistas salvadoreños de la primera mitad del Siglo XX, no quiere decir que no apreciará la pintura que le precedió o lo que ahora se está realizando.
Es más, tenemos el convencimiento --lo que va en contra de la opinión gene-ral--, que para entender épocas previas de la pintura, digamos El Renacimiento o la escultura de la Antigüedad Clásica, uno debe de iniciar con la pintura actual, con el abstracto, lo simbólico, el expresionismo. Equivale casi a decir que para verdaderamente apreciar a Rafael Sanzio hay que comenzar con Picasso, pues sólo así se valora en toda su grandeza, la composición y la maestría del colorido del insigne renacentista.
Por eso decimos al principio que MARTE nos enseña a ver, y nos enseña a ver exponiendo una realidad que el artista vio y que, hasta enfrentarnos a su obra, también nosotros vemos. De allí que cada visita al museo, "a la mansión de las musas", nos enriquece y nos abre más los ojos.
elsalvador.com, La mansión de las musas que nos enseña a ver
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