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2010/12/08

RAICES - Celebremos el Bicentenario pero en serio-Periodismo Alternativo desde El Salvador

  Miguel Ángel Chinchilla Amaya.08 de Diciembre. Tomado de Raices.

Hurgando en los libros que por falta de espacio tengo encajonados en un meandro de mi casa, me he encontrado con uno muy vetusto de portada carcomida y tres agujeritos notorios que dan fe del paso de las polillas, el cual data de 1954 y fue publicado por la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional, que así se llamaba entonces dicho centro de estudios superiores.

Me interesa y lo releo especialmente porque su contenido tiene que ver con el próximo Bicentenario del Primer Grito de Independencia en Centro América, su título es precisamente: “Primera Independencia de El Salvador. La Revolución de 1811, 4 de noviembre – 3 de diciembre, y el Primer Gobierno Autónomo”, su autor es el doctor Manuel Alfonso Fagoaga y este trabajo fue su discurso de ingreso a la Academia Salvadoreña de la Historia, en marzo de 1950. Más que libro se trata de un opúsculo de 40 páginas, en las cuales revela cosas interesantes que hoy día deberían rescatarse en el marco de la celebración de esta importante efemérides regional.

Comienza el Dr. Fagoaga increpando al licenciado Manuel Valladares, acusándolo de falsedad histórica, a propósito de los hechos publicados por Valladares respecto a 1811 y 1814. Lo mismo dice de Francisco Gavidia, “por desconocer los Procesos por Infidencias -anota- no esclareció toda la verdad sobre los sucesos políticos que conmovieron a San Salvador en noviembre de 1811”. Dichos Procesos fueron publicados hasta en 1940 por Don Miguel Ángel García.

En tales documentos -según el Dr. Fagoaga- queda claro que la figura de Pedro Pablo Castillo corresponde a los sucesos de 1814 y no a 1811 como sostiene Valladares (y han seguido repitiendo los demás), y al mismo tiempo asegura que el prócer Dn. Leandro Fagoaga “nada tiene que ver en 1814 como lo cita Valladares, sino que su actuación es en 1811, pues precisamente es el Jefe del Gobierno Revolucionario que derrocó al Gobierno Español durante un mes”.

Cuenta el Dr. Fagoaga que el 4 de noviembre de 1811, se conoce en San Salvador “como reguero de pólvora” la noticia sobre la captura en Guatemala del presbítero salvadoreño Dn. Manuel Aguilar, además se habla de que el Capitán de Dragones, Santiago Renterìa “pretende matar al presbítero Dr. José Matías Delgado”. En Guatemala se decía que los curas de San Salvador eran subversivos y en la Capitanía General no había confianza para ellos. Cunde entonces la indignación en todo San Salvador y comienzan los ánimos a caldearse.

Manuel José Arce y Miguel Delgado son los encargados de capturar a los chapetones, entre ellos el Intendente de San Salvador, Dn. Antonio Gutiérrez y Ulloa, quien ante la presión de los revolucionarios es capturado y encarcelado en el convento de Santo Domingo, obviamente respetando su dignidad, antes de ser desterrado hacia Guatemala. Manuel José Arce que tenía entonces 23 años de edad, de pie sobre una silla en los corredores del Cabildo, grita a todo pulmón “No hay más rey, ni alcaldes, ni tributos, ni terrajes, ni demás impuestos...”
Así las cosas se establece el primer Gobierno Autónomo de San Salvador, presidido por Dn. Leandro Fagoaga, como Alcalde Primero y Corregidor, acompañado de diez ciudadanos conspicuos entre quienes se cuentan a Dn. Bernardo Arce  y a Dn. Juan Manuel Rodríguez, quien era el Secretario.

“El nuevo Gobierno de San Salvador -dice el Dr. Fagoaga- presidido por Dn. Leandro Fagoaga, instala sus oficinas en casa de su hermana Doña Manuela Antonia Fagoaga de Arce, esposa de Dn. Bernardo y madre de Manuel José Arce y Fagoaga”. Este primer Gobierno Autónomo nombra como nuevo Intendente a Dn. José Mariano Batres.

En aquella Proclama de 1811, se lee: “El día cinco, siendo de cabildo ordeo, incautamente se tocó aquella campana, cuio sonido reunió no más pocas gentes, como la noche antor. Sino todas las personas capaces, de sostenerse en pie ¿cosa rara? Los ánimos indispuestos, el tumulto en movimiento. La protesta dudosa, nadie manda, nadie obedece y solo el desorden reina; la confusión se esculpía en los habitantes de San Salvador”.

Al analizar el fragmento de dicha Proclama, quedan en claro algunos aspectos:
1- Que el 5 de noviembre era día de cabildo ordinario, es decir que no se convocaba al pueblo;
2- Que sin previsión alguna (sin cautela) se tocó la campana pero no dice cuál ni quién la tocó. Podemos inferir que se trata de la campana del cabildo, no la campana de la Merced;
3- Que aquel sonido reunió a más personas que la noche anterior, y;
4- Que los habitantes de San Salvador estaban confundidos y propensos a la anarquía.
Además, casi al final de la Proclama, aquellos revolucionarios “Juran solemnemente ciego obedecimiento, a este cuerpo instalado baxo la superioridad de las Cortes en todo lo justo, y bajo la religión cristiana, baxo las leyes municipales baxo el nombre de ntri. amado Fernando Séptimo...”

Bien entendido entonces, el mentado Primer Grito fue apenas un conato de emancipación, una escaramuza política en la cual al final se termina rindiéndole obediencia a Fernando VII, que como sabemos había sido depuesto por el emperador francés Napoleón Bonaparte, quien había colocado en el trono español a su hermano José Bonaparte, conocido como Pepe Botella, y es que Guatemala y sus provincias tenían jurada lealtad al rey depuesto a través de la Junta Central, aunque ello significara erogar grandes cantidades de pesos como ayuda económica al  derrocado  gobierno de los Borbones.

El Dr. Fagoaga relata que el lunes 11 de noviembre de 1811, aquel primer Gobierno Autónomo acuerda suspender el cobro de los tributos en Zacatecoluca por “estar rodeados según dicen de seis pueblos de indios temibles por su carácter insolente e insubordinado”. Seguramente los planes independentistas de estos criollos revolucionarios, no tomaban en cuenta a estos indios temibles e insubordinados, y es que en aquella época, los negros y los mulatos gozaban de mejor estatus que los indios, como se puede colegir en el siguiente párrafo del Dr. Fagoaga: “Para saber si vienen tropas de Guatemala se manda al negro Amaya con el pretexto de buscar una mula, pero realmente como espía...” Por la misma razón el personaje principal en el drama de Francisco Gavidia, titulado Júpiter, es un negro.

Al respecto, Paul Lokken, en su artículo “Presencia Africana en Siete Comunidades Salvadoreñas, 1671-1711”, publicado en la revista Repositorio del Archivo General de la Nación, julio 2006, sostiene que “las personas que fueron identificadas con base a su origen africano puede que hayan superado en número a los españoles y mestizos, combinados entre 1671 y 1711”. Un siglo después, 1811, es posible que la presencia de negros era mucho menor “como resultado de un colapso -dice Lokken-  en las importaciones de esclavos después de la tercera década del siglo XVII, la manumisión, y las relaciones entre hombres esclavos y mujeres libres”.

Pero bien, volviendo a nuestro asunto, aquel agitado mes de Gobierno Autónomo tuvo repercusiones en otras poblaciones de la provincia, como fueron San Miguel, Usulután, Santa Ana y Metapán, lugar este último donde el levantamiento degeneró en vandalismo. Queda claro entonces que los revolucionarios criollos en aquella coyuntura no fueron capaces de manejar la situación, de tal manera que el 3 de diciembre de 1811 hace su ingreso a San Salvador el nuevo Intendente, coronel José Aycinena, acompañado por su ayudante José María Peinado, ambos funcionarios criollos y autorizados debidamente por la Capitanía General. Sostiene el Dr. Fagoaga que en aquella ocasión, uno de los principales curas revolucionarios, presbítero y doctor José Matías Delgado, sale a encontrar al nuevo Intendente “hasta muy lejos” y “le ofrece en su casa un almuerzo suculento haciendo circular tarjetas de invitación, dicen los documentos”.

Más adelante, el Dr. Fagoaga nos hace inferir por medio del Comandante del Escuadrón de Dragones, teniente coronel José Rossi, que el único culpable de aquel conato de gesta independentista fue el mismo Intendente Gutiérrez y Ulloa, “por su mal genio y excesiva confianza, al no atender las prevenciones que reiteradamente le hizo este jefe militar”, dando a entender que el levantamiento no fue contra España sino contra la negligencia de aquel funcionario.

No obstante el principal reclamo que hace el Dr. Fagoaga en su discurso, es la rectificación que el Estado salvadoreño está obligado a satisfacer, con respecto a los nombres que aparecen indebidamente en la placa empotrada en la base del monumento erigido en la plaza Libertad de San Salvador, dedicado a la gloriosa revolución de 1811. “Desafortunadamente -anota el autor- como antes ha quedado expuesto, cuando en 1911 se erigió ese monumento se desconocían los Procesos por Infidencias, y natural resultado fueron los errores que se cometieron”. Es por ello que hogaño, los encargados de la celebración del Bicentenario del Primer Grito de Independencia en Centro América, deberán tomar en cuenta estos asuntos casi olvidados para revisar y enmendar los errores históricos cometidos y no caer en las mismas aberraciones de hace un siglo. Yo sugiero por ejemplo, en honor a la verdad histórica, reeditar este opúsculo del Dr. Manuel Alfonso Fagoaga, ya que punto y aparte el hombre era además descendiente de aquellos próceres. ¡Abur!

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