El Faro- Editorial-El otro país - ElFaro.net El Primer Periódico Digital Latinoamericano

 Por El Faro.08 de Diciembre. Tomado de El Faro.

 

Los relatos de la vida en los barrios salvadoreños son espejos de lo más macabro de nuestra sociedad. Son el recordatorio de cuánto nos hemos descompuesto en todos los sentidos y de lo lejos que estamos de las más nobles utopías conservadas aún durante los peores periodos de nuestra historia moderna.

Vivimos hoy en un país disfuncional, en el que se han separado de tajo las oficialidades de la realidad. En el que el Estado apenas alcanza algunas zonas geográficas para desenterrar a los muertos y retirarse; tras lo cual esas zonas vuelven a su realidad, en las que grupos al margen del Estado de Derecho imponen sus propias normas crueles, pendencieras, al resto de la comunidad.

Ese país real, tan poco reconocido por el Estado, mantiene en zozobra a buena parte de quienes habitan El Salvador. Ese, en el que la vida es solo un paréntesis entre el nacimiento y la muerte cruel. En el que matar es un verbo ordinario; en el que ir a la escuela es un peligro.

Es muy difícil encontrar las palabras precisas para describir  en su justa dimensión el que probablemente sea el país con mayor densidad de horror en América Latina; un horror distribuido en altísimas dosis diarias de homicidios, violaciones, amenazas, vejaciones. Pero seguimos intentándolo porque creemos que los grandes formatos, la crónica y el reportaje, son hoy el mejor aporte que el periodismo salvadoreño puede hacer para comprender qué nos ha pasado y qué nos está pasando.

El país oficial, ese en el que los empresarios discuten con el gobierno por unos centavos; en el que los diputados se inventan y derogan leyes que de todos modos no son aplicables en el resto del país; que viste de traje y corbata y en el que el progreso se marca por números; no entiende mucho de lo que sucede en la marginalidad que compone la mayor parte del territorio.

El divorcio entre la oficialidad y la realidad hace imposible cualquier esperanza de mejorar la situación. Es urgente, pues, que El Salvador mire ese otro país, que es el mismo, y que se lo va a devorar si no lo comprende pronto. Ya hemos perdido demasiado tiempo.

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