Desvalijar a los grupos de mayor ingreso reduce los montos de lo recaudado, pues es este sector el que más invierte, produce riqueza y genera empleo, lo que eleva la bonanza
09 de Diciembre. Tomado de El Diario de Hoy.
Todos los organismos vivos aprenden de sus errores pero no los políticos, dice con su propia gracia el economista Kurt Hauser al señalar que, indistintamente del monto de las tasas de los impuestos, la recaudación en términos porcentuales es siempre la misma. Se suban los impuestos o se bajen, el ingreso fiscal es alrededor del 19 por ciento del Producto Bruto de un país. La diferencia es que los altos impuestos reducen el monto numérico de lo recaudado, mientras las bajas tasas lo incrementan.
A mayores tasas de impuestos menor ingreso, menor crecimiento y menor empleo. Sucede con los "estímulos" del presidente Obama y con la reforma tributaria del gobierno salvadoreño, reforma que se dice es poca cosa ante lo que se proyecta para la segunda ronda.
Hauser demostró, con cifras que cubren varias décadas, incluyendo los recortes de John Kennedy, que indistintamente de las tablas lo recaudado siempre se mantenía en "un pelín" menos del 19 por ciento del Producto Bruto del país. Y eso también se cumple ahora que Obama se ha lanzado a desvalijar a "los ricos": mucho meneo, fiscalizaciones y auditorías, pero quiérase o no, lo recaudado es, de manera invariable menor que un 19 por ciento.
Pero, además, hay una inesperada consecuencia: que desvalijar a los grupos de mayor ingreso reduce los montos de lo recaudado, pues es este sector el que más invierte, produce riqueza y genera empleo, lo que eleva la bonanza y también lo que el gobierno percibe. Esto se demostró de manera irrefutable con las rebajas a las tasas que hizo Reagan: pareció como si se favorecía "a los ricos", cobrándoles menos, pero el resultado fue que al incrementarse el movimiento comercial y económico, pagaron más.
Es mala política endeudarse para gastar
El presidente Funes debe ordenar a su equipo técnico que estudie ese fenómeno y que además revise lo sucedido cuando en los Ochenta se procedió al desvalijamiento de las empresas con un resultado distinto al que se esperaba: en vez de mayor recaudación fiscal para así realizar los programas sociales que se habían ofrecido, el país cayó en la bancarrota y la gente se hundió más en la pobreza.
Pero no sólo el presidente Funes, sino que los partidos políticos, los que participan en la discusión de estos temas como también el Consejo Económico y Social (CES) deben analizar lo planteado por Hauser, pues de lo contrario se estarían haciendo las cuentas de la lechera, creyendo que al imponer un "pacto" fiscal confiscatorio, abundarán los recursos para llevar a cabo programas asistencialistas.
La lechera de la fábula de Esopo iba alegremente al mercado con su tinaja de leche, soñando en lo que haría con el dinero de la venta. Pero tropezó, la leche se derramó y los sueños se esfumaron.
El CES, por desgracia, está poniendo la carreta frente a los bueyes al escribir una especie de carta al Niño Dios: queremos tantas clínicas, tales mejoras en las escuelas, mayor seguridad, bonos para los ancianos, renovación de la red vial, asistencia a los huérfanos, etcétera, con el río de dinero que va a brotar de algún hueco en el suelo después de que se promulgue el "pacto" fiscal. Y como nadie quiere ser menos sensible socialmente, o menos generoso, o menos visionario, o menos caritativo, las propuestas y los proyectos crecen como la espuma.
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