El concepto de Paradoja (del griego “para” = más allá + “doxa” = opinión) es un término que emplea la lógica para darle nombre a situaciones o circunstancias que resultan contradictorias pero con una serie de factores realistas. En nuestro medio latinoamericano las paradojas están a flor de piel, en los discursos y hechos cotidianos, a tal punto, que cada vez nos cuesta más distinguir la ficción de la realidad.
Escrito por Óscar Picardo Joao.06 de Enero. Tomado de La Prensa Grafica.
¿A qué tendencia marxista representa la revolución de Hugo Chávez?, ¿cuál es la diferencia entre la izquierda light y la economía social de mercado?, ¿todos los ex presidentes volverán a ser presidentes?, ¿las esposas de los presidentes deben suceder en el poder a sus maridos o viceversa?, ¿estamos condenados solo a los premios Nobel de Literatura?, ¿vale la pena un premio Nobel?, ¿la democracia se reduce a ir votar cada 3, 4 o 5 años?, ¿puede un político afrontar la vida real con trabajo honesto o está condenado a vivir a costa de los impuestos?
En El Salvador también tenemos preguntas frente a ciertas paradojas: ¿podremos pensar en un modelo de país distinto al de las remesas y la migración?, ¿pagarán impuesto algún día las redes de comercio informal o los empresarios de autobuses?, ¿cómo escapar de las trampas religiosas del providencialismo, de la predestinación y del fundamentalismo?, ¿servirá algún día la democracia a los ciudadanos?, ¿saldremos del laberinto del subdesarrollo?
Para romper con las paradojas que nos acorralan necesitamos un cambio de enfoque epistemológico, que nos conecte con la realidad a través de un pensamiento carente de los controles tradicionales de la razón, la estética y la moral de la cultura vigente; algo así, como el planteamiento del “Manifiesto Surrealista” de André Breton (1924), el cual estimaba que la situación histórica de posguerra exigía un arte nuevo que indagara en lo más profundo del ser humano para comprender al hombre en su totalidad.
Debemos revisar nuestro equipaje antropológico para resolver las “psicopatologías de la vida cotidiana” (S. Freud) que nos mantienen gravitando en torno a los mismos problemas económicos, políticos y sociales; hacen falta honestos pactos curriculares para formar a la generación de relevo, a los nuevos ciudadanos éticos, responsables, eficientes, solidarios, preocupados por el medio ambiente, críticos y autocríticos.
Breton en el “Manifiesto Surrealista” anotaba: “Todas las mañanas los niños inician su camino sin inquietudes. Todo está al alcance de la mano, las peores circunstancias materiales parecen excelentes. Luzca el sol o esté negro el cielo, siempre seguiremos adelante, jamás dormiremos (…) Pero no se llega muy lejos a lo largo de este camino; y no se trata solamente de una cuestión de distancia. Las amenazas se acumulan, se cede, se renuncia a una parte del terreno que se debía conquistar” (1924).
¿Tienen nuestros jóvenes perspectivas de conquistar algo?, ¿están preocupados por su país?, ¿tienen algún modelo inspirador que les estimule a transformar la realidad en algo mejor?
Observamos en la sociedad contemporánea una gran crisis ética pautada por la falta de honestidad y de imaginación; los supuestos líderes –políticos, económicos, sociales, académicos, culturales– no respetan ni sus propias creencias, hoy son de derecha, mañana de izquierda, no hay tolerancia a la crítica; todo se ideologiza conforme a las conveniencias; vivimos un inmediatismo sustentado en la falsa percepción de nuestros caprichos consumistas; hay poca imaginación y, como anotaba el sociólogo Sergio Vilar: nos hemos anclado en la vieja racionalidad de la lógica aristotélica, de las divisiones metodológicas cartesianas y del determinismo newtoniano, más que una reforma educativa necesitamos una revolución del pensamiento, en la elaboración de nuestras construcciones mentales y en su representación; este es el difícil reto de nuestra escuela...
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