La criminalidad da, cada día, un golpe certero al corazón de nuestro país. Lo debilita a medida que avanza el calendario y sus efectos son asumidos de forma individual por cientos de ciudadanos y familias y se pagan graves consecuencias colectivas como nación.
Escrito por Gabriel Trillos.10 de Enero. Tomado de La Prensa Grafica.
Los extorsionistas y los asesinos continúan actuando con la misma impunidad, los planes y las decisiones de las autoridades de Seguridad Pública no tienen claridad ni frutos. Crece la frustración de un país entero al ver cómo se toleran acciones de los delincuentes ante la constante pregunta de por qué este gobierno no es agresivo y decidido en su combate con la criminalidad.
El presidente Mauricio Funes ha reiterado su compromiso firme para enfrentar este gravísimo problema; sin embargo, entre la visión y la forma de ejecución de este compromiso hay una gran distancia y deficiencia de su equipo en este rubro. La Policía, que ahora permanece enredada entre problemas institucionales internos de organización, no ofrece claridad en sus acciones y más bien promueve un plan cuyo deseo parece ser más guardarlo en la absoluta confidencialidad que explicarlo y darlo a conocer a la sociedad. Estoy seguro de que muchos otros sectores quieren apoyar en la resolución de este problema, pero es muy difícil ayudarle a quien actúa casi a puerta cerrada con un ministro que desconfía y mira con ojo político a todo aquel que hace una observación.
Desde hace dos meses, la Fuerza Armada aporta unos 2,500 soldados para los patrullajes; sin embargo, el apoyo parece haberse diluido en el campo de acción en una rutina sin rumbo ni objetivos definidos, y encima algunas instituciones están más interesadas en meter a los soldados a las aulas para enseñarles derechos humanos que tenerlos en la línea frontal de ataque a la delincuencia.
Tengo la impresión de que en este asunto de involucrar a la Fuerza Armada en la seguridad pública no ha habido una coordinación conjunta en cuanto tal, sino que ha sido solamente una suma de recurso humano y no un aporte de estrategia. Hasta el momento no se ha conocido si en realidad la Fuerza Armada hizo un planteamiento de fondo, pero si tomamos en cuenta algunas de las pocas conclusiones que se obtuvieron y se compartieron públicamente del taller realizado por el Ministerio de la Defensa y el Centro Hemisférico para Estudios de la Defensa Nacional entre el 23 y 25 octubre pasado, denominado “Taller de Planificación de Seguridad Nacional”, seguramente habrá consideraciones de peso a ser tomadas en cuenta, a ser analizadas; y si tomamos en cuenta que esta institución tiene un Colegio de Altos Estudios Estratégicos y posee una compleja unidad de análisis e inteligencia y armamento pesado, entonces creo que aún no se ha utilizado de mejor manera el apoyo de una herramienta fundamental en la guerra contra el crimen. México y Brasil nos han mostrado cómo se puede utilizar de mejor manera el ejército contra los criminales.
Y es que hay situaciones que no se entienden. La Policía conoce la raíz de muchos problemas pero no se les ataca, como por ejemplo la acción de las pandillas desde las cárceles y el ingreso de celulares y de $700,000 mensuales producto de las extorsiones. Si las cárceles, que son lugares geográficos limitados, edificios específicos, con un número de personas fichadas, son esencia del problema, por qué entonces no se dedican recursos para controlarlos, por qué no se realiza una acción de choque al interior de estos lugares, por qué no se han cortado las telecomunicaciones, por qué no se les ha cercado, por qué no se ha hecho un dispositivo de máxima seguridad alrededor de los penales. Urgen acciones de mayor peso contra la delincuencia.
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