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2010/01/10

LPG-Desmontaje de la violencia (I)

Al programa fuimos invitados cuatro pastores: dos evangélicos y dos católicos romanos. José María Tojeira, sacerdote jesuita y rector de la UCA; el obispo auxiliar de San Salvador, monseñor Gregorio Rosa Chávez; Edgar López Bertrand Jr., hijo del Hermano Toby; y este servidor, que predica en una de las zonas más violentas de El Salvador.

Escrito por Carlos Rivas.10 de Enero. Tomado de La Prensa Grafica.

La zona a la que me refiero es famosa por aparecer en informes internacionales como el Informe sobre Desarrollo Humano para América Central 2009-2010, en el cual se subraya que debido a la inseguridad producida por la delincuencia, el crimen organizado y el accionar de las pandillas, el 40% de los salvadoreños ha limitado los lugares donde realiza sus compras; un 37.5% menos prefiere restringir su asistencia a espacios de recreación, un 14.2% quisiera cambiar de lugar de residencia y un 12.2% cerró sus negocios.

Los cuatro fuimos invitados al programa “Reflexiones” que conduce el periodista Merlín del Cid y que se transmite en Canal 33, con el objetivo de hablar sobre el aporte del mundo eclesiástico al desmontaje de la violencia. Fue una experiencia en la que mi preocupación por la vida se vio desafiada a realizar más trabajo para ayudar al país.

Es increíble que tres de cada 10 salvadoreños, según el mismo informe, hayan sido víctimas de un delito en los últimos 12 meses. El año 2009 cerró con más de 4,400 homicidios (77.4 homicidios por cada 100,000 habitantes).

Estos datos, con todo y lo alarmantes que son, muestran apenas uno de los rostros de la violencia; el maltrato infantil, la violencia en los hogares –en contra principalmente de la mujer, pero también del hombre–, las extorsiones, y, acaso la peor de todas las violencias, la marginación de grandes sectores de la población y su sometimiento, durante décadas, a una vida además de violenta, violentada, conforman ese nada envidiable rostro de nuestra sociedad.

Situación que fue propiciada en el pasado por los gobiernos, ya sea consciente o inconscientemente, y abonada por los también alarmantes índices de pobreza y falta de oportunidades de trabajo. Y si bien es cierto que la violencia actual es un derivado del conflicto social de siglos, cuyo estallido y prolongación fue la guerra; los gobiernos de derecha, ya en época de paz, no pudieron o no quisieron hacer frente a esta situación, cuando aún era posible detenerla. Ahora, el primer gobierno de izquierda en nuestro país ha declarado su voluntad política para enfrentar la violencia que nos asola.

Desmontar la violencia en El Salvador es una ardua lucha que debemos librar todas y todos los salvadoreños; desde las más empinadas cumbres de la riqueza hasta el más humilde ciudadano.

Como una congregación evangélica profundamente comprometida con la realidad de nuestro pueblo, pues somos parte de él, consideramos que desmontar la violencia en nuestro país requiere de acciones concretas, de carácter estratégico y visionarias, que vayan más allá de lo operativo-policial y lo coercitivo.

Que vayan más allá incluso del “combate frontal” y el desfile de soldados en nuestras calles, caseríos y cantones. En ese sentido, creemos que desmontar la violencia, en todas sus manifestaciones, requiere de un cambio estructural, que desmonte también las formas de pensar heredadas y la visión que del problema tenemos los afectados.

Manos duras, superduras, patrullajes, cateos, incorporación de las Fuerzas Armadas, aceptémoslo, no han resuelto el problema de la violencia... porque no atacan la raíz del problema. Por eso, la reinvención de la sociedad salvadoreña tendría que romper con las estrategias y los métodos con que se ha venido abordando la problemática.

Desmontaje de la violencia (I)

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