La llegada del año 2010 encuentra al principal partido de oposición sin escollos para convertirse en lo que necesita urgentemente la democracia salvadoreña: un partido político fuerte y cohesionado. Después de los traumáticos sucesos de los últimos días de 2009, ARENA comienza la nueva década con la mesa limpia y sin obstáculos para renovarse, institucionalizarse y fortalecerse.
Escrito por Carlos A. Rosales.09 de Enero. Tomado de La Prensa Grafica.
Los seis meses que han pasado desde la instalación del gobierno del presidente Mauricio Funes parecen años luz. Si bien el panorama político nacional ha estado enormemente cargado desde junio, sin dudas la crisis en ARENA fue lo que más ocupó la atención de analistas y medios de comunicación.
No es algo trivial cuando se da una escisión en un partido político, pero muchas veces resulta ser lo mejor. El divorcio entre dos importantes sectores en ARENA era difícil de reconciliar. Solo el tiempo dirá con certeza cuál de los dos sectores lleva las de ganar, pero todo apunta a que ARENA tiene la ventaja en este pleito.
La historia política nacional está repleta de rupturas partidarias, donde las nuevas agrupaciones que surgieron de ellas sufrieron existencias fugaces. Sin excepciones, todo el espectro político e ideológico del país ha dado ejemplos de lo anterior.
A la izquierda del abanico partidario, el FMLN ha sufrido sendas escisiones desde los comienzos de su vida partidaria. Talvez la más emblemática fue a raíz del “Pacto de San Andrés”, que enfrentó a dos sectores históricos del farabundismo y resultó con la fundación del PD, cuya vida institucional fue efímera.
Igual pasó más recientemente como resultado de las purgas y escisiones que sacudieron al FMLN a finales de los noventa y durante la década que acaba de concluir. Tanto el FDR, como el PSD y el PMR, corrieron la misma suerte y terminaron desapareciendo del escenario partidario.
El centro del espectro político nacional es el que más ha inspirado la fundación de grupúsculos que han surgido desde que el PDC abandonó el poder en 1989. Tanto el MAC, USC y la Renovación Social Cristiana fracasaron en erigirse como una alternativa viable al dominio ejercido por el PDC en el centro político.
La derecha por su parte tampoco ha sido exenta de rompimientos y escisiones partidarias. Tanto PAISA como LIDER trataron en su momento de multiplicar la oferta partidaria a la derecha del espectro político nacional. Pero ninguno logró hacer mella al monopolio ejercido por ARENA como vehículo electoral de la derecha salvadoreña.
Por eso resulta fácil vaticinar que el autodenominado GANA enfrentará serias dificultades para constituirse en una verdadera opción electoral. Conspiran en su contra varios factores. Es evidente la falta de un liderazgo visible. Mientras el ex presidente Antonio Saca no asuma esa tarea, ninguno de los ganistas tiene las cualidades ni las características para asumir dicho rol.
GANA además enfrenta un desafío titánico para lograr hacerse de fuentes importantes de financiamiento. Ha sido evidente en los últimos meses que el comportamiento de los desertores de ARENA significó un rompimiento con el gran capital, que ha sido por siempre la principal fuente de financiamiento de ARENA.
Es claro también que GANA no posee el “expertise” necesario para montar un esfuerzo electoral eficiente, creíble y carente del clientelismo partidario que dinamitó la confianza al interior de ARENA. Por el contrario, todos los cuadros de GANA son hijos del sistema de intercambio de favores y compadrazgos que corrompió al partido que los llevó al congreso.
Por consiguiente, todo apunta a que GANA tiene un futuro difícil. Mientras que ARENA tiene la mesa limpia para comenzar la dura tarea de renovarse, institucionalizarse y fortalecerse.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comentarios que incluyan ofensas o amenazas no se publicaran.