Al no ser la información una ruta de dos vías, interactiva, se cae en el autoritarismo. Es forzoso hacer país trabajando unidos, gobernantes y gobernados
Editorial.19 de Enero. Tomado de El Diario de Hoy.
La Asociación Salvadoreña de Agencias de Publicidad, ASAP, ha visto con natural recelo y rechaza que el gobierno concentre toda su publicidad en una agencia recién formada, cuya sede principal está en Brasil. ASAP dice desconocer los términos de la contratación y si fue a través de licitación pública como manda la ley. Muchos ministerios y dependencias oficiales venían trabajando desde hace tiempo con empresas de publicidad independientes, las que ahora quedan en el aire.
El paso es preocupante porque se suma a una serie de medidas que buscan excluir de actividades o sectores a aquellos que no son parte de las estructuras políticas de la izquierda, como ha ocurrido con nombramientos de funcionarios y diplomáticos.
El gobierno debe rectificar lo que ha sido la poco transparente decisión que desplaza, de un plumazo, a un sector muy profesionalizado que viene sirviendo al país desde hace décadas. Pero además hay otra importante consideración: más sabe el dueño de su casa, que un recién llegado y, sin duda, las agencias locales conocen mejor la idiosincrasia de los pobladores y las maneras más efectivas de informarles.
Es importante que los gobiernos comuniquen a los ciudadanos lo que llevan a cabo, proponen y proyectan realizar. La labor de los gobiernos se efectúa con fondos públicos, dineros de la gente, y lo que hace inevitablemente repercute de manera positiva o negativa en la vida y el bienestar de los pobladores.
Pero en toda democracia hay otra cara de esta moneda: el gobierno tiene el deber y la facultad de informar, pero asimismo tiene la obligación de oír, oír constructivamente lo que la opinión informada de un país piensa de sus propuestas y realizaciones. Al no ser la información una ruta de dos vías, interactiva, se cae en el autoritarismo. Es forzoso hacer país trabajando unidos, gobernantes y gobernados.
La gente quiere información, no propaganda
Informar es un primer paso en el debate democrático. El gobierno da a conocer políticas y planteamientos, con lo que los ciudadanos -–aglutinados en partidos, en sectores o como personas— analizan, escudriñan, preguntan y someten lo que se da a conocer a otros, para luego replicar, ampliar, sugerir, criticar u oponer. La gente, los pensantes, son los más capaces no sólo de saber los efectos de las medidas que se proponen, sino de las consecuencias posteriores, a más largo plazo. Es el hombre con los pies en la realidad, quien mejor sabe adónde puede conducir una política.
Ninguno de nosotros, simples ciudadanos, se considera capaz de regir la vida de otros ni dictarles en qué van a ocuparse o cómo efectuarán sus negocios. Los gobiernos deben reconocer sus limitaciones y también aceptar que es muy poco probable que tengan éxito si no cuentan con la colaboración activa de los sectores que hacen la diferencia en un país.
Concentrar la comunicación siempre conduce a lo repetitivo, lo gris, lo arrogante. Al no haber competencia, no brindar espacio a la creatividad de otros, no contrastar ideas de diversos sectores, se cae en lo estéril, en tráfico de influencias y abusos. De informar se pasa a hacer propaganda. Cuando en una sola dependencia se manejan enormes presupuestos de publicidad, la tentación de imponer lineamientos y políticas se vuelve irresistible, como ya se sufrió en el pasado.
elsalvador.com :.: Está bien informar pero también hay que oír
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