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2010/01/23

Contra Punto-Martínez “masferreriano”, 1933

Escrito por Rafael Lara-Martínez. 22 de Enero. Tomado de Contra Punto.

El “grupo Masferrer” recibe amplia acogida oficial en su proyecto por “valorizar nuestro folklore […] celebrar el Día del Indio” y “fiestas de belleza y arte”.

Tecnológico de Nuevo México

Desde Comala siempre…

Toda actividad tendiente a la divulgación de la cultura en el conglomerado social salvadoreño ha sido decididamente auspiciado por el Supremo Gobierno (La República, Año I, No. 255, 7/octubre/1933).

NUEVO MÉXICO - Un documento olvidado del despegue presidencial del general Maximiliano Hernández Martínez se intitula La República. Suplemento del Diario Oficial. Su primer número aparece en noviembre/1932 con un editorial en primera plana que reclama una «política de “puertas abiertas”» a todas las tendencias de pensamiento. Si la sospecha de la mayoría de historiadores actuales juzgaría el encabezado de propagandístico, en absoluto esta percepción afecta a los actores sociales que leen el periódico hacia la fecha de edición.

Para revelar la manera en la cual los intelectuales salvadoreños concurren a ese llamado gubernamental de “unidad nacional” y de “servicio” a un proyecto abierto de nación, «Martínez “masferreriano”, 1933» rastrea cómo los seguidores del máximo pensador reformista salvadoreño de la primera mitad del siglo XX, Alberto Masferrer, apoyan la presidencia del general Martínez y la asisten en su ideario por forjar una política cultural indigenista y de reforma agraria, apegada a un “minimum vital”. Se trata de resolver “el problema social del proletariado” (La República, Año I, No. 67, 9/febrero/1933; nótese uso oficial de términos marxistas).

Este calificativo que ahora nos sorprendería —“Martínez masferreriano”— lo justifica la publicación oficial desde mayo/1933 al concederle pensión vitalicia a viuda de Masferrer, al fundarse luego el “Grupo Masferrer” que apoya reforma agraria, política de la cultura de corte indigenista, edición de obra completa, homenaje oficial a un año de su muerte y promoción de la literatura nacional. Todas estas actividades las promueve el propio Poder Ejecutivo en prueba patente de su determinación reformista y de refundación cultural del país. Este breve comentario se ciñe a los actos gubernamentales citados en esa fuente oficial para el año de 1933.

I

La afinidad entre legado masferreriano y posición gubernamental la legaliza el propio Diario Oficial que en mayo/1933 le concede “pensión a la viuda de Masferrer” (La República, Año I, No. 129, 12/mayo/1933: 4). La gratitud presidencial demuestra el “vigor [de] los principios de justicia y equidad” que caracterizan al primer mandatario. En julio se crea un “importante organismo [en] Relaciones Exteriores”, el cual aúna “propaganda e información” a diseminación “literaria de El Salvador” (La República, Año I, No. 190, 14/julio/1933). Miguel Ángel Espino es uno de sus miembros de mayor renombre actual.

En agosto/1933, esta reconciliación del legado reformista de Masferrer lo continúa la Radio Difusora Nacional la cual organiza “la semana de Masferrer”. La propia Asamblea Legislativa prevé la “erección de un mausoleo simbólico” y “la denominación de “Barrio Alberto Masferrer, al barrio de casas baratas para obreros” (La República, Año I, No. 213, 16/agosto/1933: 4). También se propone la edición de la obra literaria completa bajo subsidio del erario público, ya que su legado es “Tesoro de la Nación”.

Entre las figuras que participan en su homenaje se encuentran comandantes departamentales del ejército. La instrucción de los rangos militares juega un papel primordial para la difusión de la cultura nacional: “Salas de lectura para tropa” que difundan el legado masferreriano (La República, Año II, No. 317, 20/diciembre/1933). “La apoteosis de Masferrer” cobra sentido pleno en la “tierra para los campesinos como “acto de veneración a [su] memoria” (La República, 4 y 8/septiembre/1933). Las acciones reformistas de la presidencia se perciben como aplicación estricta del “minimum vital”.

Aparte de la viuda, el “grupo Masferrer” recibe amplia acogida oficial en su proyecto por “valorizar nuestro folklore […] celebrar el Día del Indio” y “fiestas de belleza y arte”. Entre sus miembros se cuentan renombrados escritores clásicos quienes hacen efectivo el llamado por la unidad nacional en la creación de una cultura salvadoreña propia: Sarbelio Navarrete, doña María de Baratta, Mercedes Viuad Rochac, Amparo Casamalhuapa, Marta Alegría, Emma Posada, los hermanos Andino, Serafín Quiteño, Quino Caso Adolfo Pérez M., Francisco Morán, Miguel Ángel Espino (La República, Año I, No. 260, 14/octubre/1933). Carmen Brannon también se une al grupo.

Asimismo, sucede con la obra de Salarrué la cual el estado mismo recomienda como lectura que debe difundir un nuevo proyecto de nación. Por su parte, a Francisco Gavidia se le rinden honores oficiales y se recomienda otorgarle pensión vitalicia y casa propia (La República, Año I, No. 265, 20/octubre/1933). “La Representación del Pueblo ha querido este año […] sentar un precedente espiritual, con esta pública manifestación de gratitud al más alto valor intelectual y moral que honra a la Patria” (La República, Año I, No. 260, 14/octubre/1933: 2).

Hacia octubre/noviembre, la “Exposición de Libros en la Biblioteca Nacional” establece acción concertada entre sociedad civil y política gubernamental en la cual participan “el grupo Masferrer”, “un espíritu dilecto como Salarrué”, “la Sociedad de Geografía e Historia” y un “Certamen Pictórico Infantil” bajo “capacidad orientadora y técnica de los jóvenes pintores don José Mejía Vides y don Luis Alfredo Cáceres” (La República, Año I, No. 275 y 286, 1 y 14/noviembre/1933). La reseña oficial del evento al cual asiste “numeroso público amante de la cultura espiritual” la realiza la misma publicación oficial. La noticia reconfirma vínculo entre mandatario, intelectuales y grupos masferrerianos que impulsan participación activa de la mujer (Año I, No. 286, 14/noviembre/1933: 4).

La iniciativa anual del Grupo Masferrer culmina con la celebración de los Juegos Florales Centroamericanos cuya “Flor Natural” se le otorga a Arturo R. Castro, poeta que la actualidad desconoce (La República, Año II, No. 306, 7/diciembre/1933: 4). Otros premios corresponden también a poetas ignorados por el presente: Agenor Argüello, Francisco Méndez y Mariano Valle Quintero. Todo ideal que escritores clásicos y contemporáneos recomendarían —“incorporación de la poesía en la enseñanza”— Martínez lo hace suyo (La República, Año II, No. 317, 20/diciembre/1933). Una conferencia sobre Fray Bartolomé de Las Casas redondea los honores que el Grupo Masferrer le tributa al estado reformista. Además, durante la celebración de los Juegos Florales descuellan las danzas indígenas de Izalco las cuales los masferrerianos promuevan en la propia capital salvadoreña bajo aplausos del presidente y gabinete.

II

En síntesis, hacia finales de 1933, existe evidencia suficiente para asegurar que Martínez recibe el apoyo incondicional del Grupo

Masferrer y de la mayoría de intelectuales y artistas salvadoreños, ahora consagrados como clásicos. Un nuevo proyecto de nación que valora la herencia indígena por medio de la plástica, literatura y danzas autóctonas se halla a la obra. Si a esta “política de la cultura” se agrega la planificación de una reforma agraria, de vivienda barata para “proletarios”, promoción del turismo, al igual que educación “popular” y “de la tropa”, no resultaría contradictorio que a Martínez el Suplemento del Diario Oficial lo califique de “masferreriano”. En nombre del “minimum vital”, los seguidores mismos del maestro apoyan calificativo y acciones reformistas del Primer Mandatario. En estricta teosofía, el despegue de la política del martinato la intelligentsia salvadoreña lo vive como.

Martínez “masferreriano”, 1933

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