Escrito por PorRafael Castellanos.08 de Mayo. Tomado de La Prensa Gráfica.
“La resolución de los grandes problemas de nación requiere que la sociedad los enfrente juntos, de un liderazgo aglutinador que haga superar divisiones, prejuicios, la polarización ya obsoleta y dañina.”
Padecemos de grandes problemas coyunturales y estructurales que nos mantienen con pocas posibilidades de alcanzar un crecimiento económico importante y un desarrollo social adecuado y sostenido. Los rubros más gruesos son la seguridad y el crecimiento de la economía.
La violencia hace ratos rebasó la capacidad de los organismos encargados de combatirla, si bien la presencia del Ejército ayuda a paliarla en las zonas que visita, mientras están allí. La capacidad del crimen organizado, narcotráfico, blanqueo de dinero y accionar de las pandillas superan la capacidad y recursos de la PNC para capturar o prevenir el delito, al aparato de inteligencia del Estado para anticiparse y dar el valioso recurso de información a la PNC y Ejército, y a la Fiscalía para acusar a los capturados.
Adicionalmente, el dinero y el temor han penetrado el sistema judicial de tal manera que vemos constantemente salir libres a delincuentes evidentes, pandilleros, lavadores y narcotraficantes. No hay semana en que un juez o jueza no nos sorprendan dejando libres a mafiosos, con alegatos de forma o simplemente sin mayor explicación.
Añadiendo gasolina al fuego, el sistema penal está colapsado, sobresaturado y mal manejado. La red de corrupción que lo ha envuelto convirtió a los penales en lugares de retiro para que los líderes criminales se internaran en lugar seguro, donde no los maten, y desde allí girar órdenes a sus soldados del crimen de extorsionar, asesinar y otras operaciones. Se ha denunciado ampliamente, y aunque algunas medidas de aplaudir se han tomado, estamos muy lejos.
La solución a esto exige la unión de toda la sociedad, Ejecutivo, municipalidades, sectores organizados ciudadanos como juntas de vecinos que trabajen denunciando y apoyando la acción de los órganos formales.
Se requiere de legislación especial en que se cree la figura de fiscales y jueces sin rostro para los delitos en que es más evidente que se da el amedrentamiento o la compra de voluntad de los jueces.
Todo esto necesita de una sociedad cohesionada, de las grandes fuerzas políticas, dejando atrás su gastada actitud de enemigos en lugar de adversarios políticos. La polarización y el desencuentro, la descalificación de la opinión del otro sin base, deben quedar atrás. Basta ya.
La apertura obviamente no se da si no viene desde quienes ejercen el poder, con auténtico deseo de sacar al país del abismo. Para ello deben superarse prejuicios existentes que solo tienen cabida en el corazón y la cabeza de quienes ponen su cabeza o su hígado por encima de los intereses del país.
Lejos de recriminarlos por su actitud, más bien nos ponemos en el plano de invitar a la reflexión, a la madurez, al buen juicio y a poner en perspectiva clara la utilidad de su vida, la pequeña ventana de oportunidad que Dios concede a algunos de estar en posiciones de poder, que siempre es temporal, breve comparado con la vida de la nación, lugar desde donde sus acciones pueden influir positivamente en el país y la vida de muchísimos salvadoreños ahora y en el futuro, pueden ser irrelevantes, pasar totalmente desapercibidas o, en caso de equivocarse, perjudicar la vida de muchos compatriotas en el momento y a futuro.
Una reflexión serena, sin ruido, sobre este tema debiera producir el cambio necesario para que se den liderazgos fuertes, aperturas aglutinantes, integraciones positivas de la sociedad alrededor de este tema.
Dadas las primeras aglutinantes, se desvanecen las cortinas de niebla y surgirán entendimientos en otros temas.
Si bien cada funcionario debe ser un estadista, no solamente el presidente, todos igualmente, debe haber lo mismo por parte de los ciudadanos, líderes políticos, gremiales y de una apertura mental y un reconocimiento de la realidad, ubicándonos con claridad dónde estamos cada uno y caminado hacia el entendimiento.
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