Menos mal que fue a través de la CEPAL que los salvadoreños tuvimos la confirmación de que nuestro país se ubica en el último lugar de América Latina en cuanto a inversión extranjera directa. Y de que venimos en franco retroceso en los dos últimos años.
Escrito por Facundo Guardado.12 de Mayo.Tomado de La Prensa Grafica.
Al escuchar y leer los mensajes del gobierno, es fácil concluir que el oficialismo está convencido de que si el sector privado no existiera, el país iría mucho mejor.
Si estas afirmaciones hubieran provenido de analistas económicos locales, ya el gobierno hubiera puesto el grito en el cielo, afirmando que se trata de grupos que lo que buscan es la desestabilización.
Y no se trata de si las cosas son peor o mejor que antes, porque al final, y en honor a la verdad, quien ha sacado a flote la economía de El Salvador, en los últimos veinte años, son nuestros compatriotas que laboran en Estados Unidos y otros países del mundo.
Se trata de que el actual gobierno se vendió ante el electorado como el del cambio y la esperanza. El de la fábrica de empleos.
Hoy resulta que la economía sobrevive a base de empréstitos y remesas. Entonces el endeudamiento es el cambio real.
Mientras tanto el mensaje del presidente y cada unos de sus funcionarios, de manera orquestada nos intentan convencer que los empresarios son una especie de la cual como mínimo hay que sospechar.
Al escuchar y leer los mensajes del gobierno, es fácil concluir que el oficialismo está convencido de que si el sector privado no existiera, el país iría mucho mejor.
La promoción y atracción de inversiones tiene que comenzar con un cambio de concepción en el gobierno central, sobre el rol de la inversión privada. Es desde allí de donde tienen que surgir los mensajes unívocos y, por lo tanto, generadores de confianza.
Reconozco que no soy optimista en esta materia y para ser justos, no se puede responsabilizar a los líderes del ex partido comunista, de ser ellos los responsables de desincentivar la inversión, más bien, ellos encabezan hoy empresas exitosas.
Esta concepción del anti sector privado es parte consustancial de la escuela y la vida de quienes dirigen la política económica.
Para salir del pantano es preciso que los que mandan en el gobierno de turno desechen la idolatría hacia el Estado y asuman de forma consistente que solo se puede entrar en la ruta del progreso si somos una sociedad abierta, donde los actores privados, sociales y públicos, se reconocen y se respetan cada uno su espacio.
Esperemos que a quien busque invertir en El Salvador no se le demande como requisito indispensable darle un paseíto a la familia presidencial y al gabinete en un turbo jet. ¡Que a la vez, sea transparente!
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