Escrito por David Hernández.11 de Mayo. Tomado de La Prensa Gráfica.
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La muerte de Roque Dalton García (San Salvador, 14 de mayo de 1935 - 10 de mayo de 1975) es uno de los claroscuros de nuestra historia que mientras no sean transparentados seguirán siendo un lastre en la conciencia colectiva del país.
Es un caso complejo y complicado como la misma historia de este país. Fue un asesinato a sangre fría provocado por diferencias políticas, celos de protagonismo y cierta dosis de esa línea antipoeta que tanta tradición acumuló en el seno de la izquierda salvadoreña y latinoamericana.
Ejecutado por sus compañeros del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) acusado de ser agente de la CIA, su historia, de no haber sido el poeta que fue, hoy sería olvido. Sabemos que se trató de una decisión apurada por las difíciles condiciones de clandestinidad que vivían los grupos de izquierda en esas fechas y que su asesinato se dio en el marco de una disputa de hegemonía de poder dentro del ERP que se terminó librando a tiro limpio. Prueba de ello es la condena a muerte que el ERP dictó contra los miembros escindidos que se agruparon en la Resistencia Nacional (RN).
De lo que sabemos, a través de testigos oculares y testimonios de participantes, podemos reconstruir que el autor intelectual del crimen fue Edgar Alejandro Rivas Mira, alias Sebastián Urquilla, quien era el máximo dirigente del ERP en ese entonces, y que el autor material de los disparos contra el poeta fue Joaquín Villalobos, alias René Cruz en ese tiempo y más tarde alias Comandante Atilio Leiva, acompañado de Jorge Meléndez, alias Jonás.
Tanto el fallecido Carlos Rico Mira, alias Pancho, primo de Alejandro Rivas Mira, y miembro de la RN así como el militante del ERP Miguel Santacruz (nombre ficticio ya que puede dar testimonio de estos acontecimientos), coinciden en la descripción de estos hechos.
El qué, el porqué, el quién y el dónde es en última instancia lo que aclararía este desenlace sangriento, que tiene los ingredientes de una tragedia griega, en el sentido de que el bien se confunde con el mal y no podemos distinguir lo bueno de lo malo en su torbellino absurdo.
Tanto Villalobos como Meléndez, independientemente de sus avatares actuales, fueron protagonistas de primera línea durante el conflicto fratricida que vivió nuestro país, convirtiéndose en dos destacados líderes militares y en brillantes estrategas de las fuerzas insurreccionales agrupadas en el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN).
De Edgar Alejandro Rivas Mira, alias el Gran Capitán, se sabe que luego del asesinato de Roque Dalton pactó su salida del ERP, y del país, a cambio de una millonaria suma de dinero, y que su peregrinar posterior incluye una operación de cirugía plástica en el Hospital Calixto García de La Habana, por los mismos especialistas cubanos que le transformaron pómulos faciales y entrecejo a Roque Dalton antes de su ingreso clandestino a El Salvador el 24 de diciembre de 1973. A Rivas Mira se le ubicó en numerosos países; el año pasado se confirmó su retorno al país, al parecer gravemente enfermo. Se trata de una esfinge egipcia, un personaje lleno de enigmas y secretos que están en el origen de la lucha insurreccional salvadoreña. Comenzando por su misterioso paso por Cuba luego de haber asesinado a Roque Dalton.
Tendremos futuro como nación si logramos trascender tragedias como la de Roque Dalton. Solo así podremos ubicarnos sobre el nuevo destino de país que todos, independientemente de nuestras fobias y simpatías, deseamos.
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