Evangelina del Pilar de Sol.16 de mayo. Tomado de El Diario de Hoy.
Recientemente recibí edificativo video por Internet, "La mujer invisible", de Nicolle Johnson, esposa, madre y escritora.
Ella relata cómo un día notó que algo no funcionaba bien en su hogar, pero por ser usual actitud no lo había advertido.
Cierto día, dice, entró a la sala pidiendo reiteradamente a sus hijos bajar volumen al televisor. No obtuvo reacción. Elevó la voz… nada. Entonces decidió hacerlo ella.
En otra ocasión, en cierta reunión se acercó a su esposo que charlaba con un amigo, haciéndole ver que era hora de marcharse. Él no se inmutó.
Allí comprendió… ¡era invisible!
Otro día --agrega-- al llevar al chiquitín de cinco años al kinder, un amiguito le preguntó quién era yo y él contestó… ¡nadie!... Bueno, mi hijo sólo tiene cinco añitos, pero…. ¿nadie?...
Definitivamente, ¡era la mujer invisible!…
Tiempo después, una amiga le trajo de Europa un libro de fotografías de grandes catedrales. Momentáneamente ella no entendió el regalo, hasta que leyó la dedicatoria: "Con admiración por la grandeza que estás construyendo, que nadie la ve".
Comenzó a hojear aquellas fotos de esas grandes joyas arquitectónicas, verdaderas obras de arte. A medida que pasaba las páginas leía: "'Constructor anónimo'… 'Constructor anónimo'… 'Anónimo'". Esas enormes catedrales cuya edificación muchas veces duró más de cien años, habían tenido arquitectos que dedicaron su vida entera a trabajar en monumentos grandiosos que jamás verían terminados, haciendo sacrificios personales sin crédito a cambio. Obras donde jamás su nombre figuraría.
Una historia narraba cómo un constructor tallaba un ave en una viga que sería cubierta por el techo. Siendo interrogado por el tiempo perdido en algo que nadie vería, él respondió: "Dios lo ve". Esos constructores anónimos confiaron su recompensa en que Dios lo mira todo.
Nicolle comprendió entonces, que toda mujer que ama su trabajo al construir su familia, es igual a ellos. Comprendió que Dios ve aún las cosas más pequeñas que ella hace por los suyos, los sacrificios, desvelos, alegrías, lágrimas por frustraciones o por faltas de gratitud. Comprendió que aunque ella no verá terminada su obra, Dios sí la verá y eso es lo único que importa.
Siendo esposa, madre, abuela, bisabuela, coincido con Nicolle Johnson que compara constructores anónimos de grandes catedrales con la anónima mujer madre-esposa, que edifica día a día su hogar, formando a sus hijos en valores morales cristianos para el futuro de una sociedad de sólidos principios, ahora en vías de extinción.
Coincido en que no importa que este sublime trabajo nadie lo reconozca aquí, porque lo único importante es que Dios sí lo hace.
Al revisar retrospectivamente generaciones conocidas de antaño, compruebo muchas enormes catedrales --construidas por mujeres anónimas--, admiradas ahora en sus descendencias. Catedrales levantadas con ejemplar amor desprendido, don de Dios para toda mujer esposa y madre, y tan importante que si falla, la familia se derrumba, como puede derrumbarse cualquier monumental edificación sin bases sólidas que la sostengan.
No obstante, aunque esposas y madres puedan sentirse invisibles en su entorno familiar, deben hacerse visibles ante la sociedad, en defensa de su personal obra de arte, su propia catedral. Desafortunadamente, hoy ya no basta sólo edificar ésta, sino que deberá rodeársela de muros de concreto para defenderlas contra el bombardeo inmoral anti-familia, para lograr su destrucción; destrucción imprescindible para el triunfo del comunismo que insiste en reciclarse mundialmente, desde las diferentes organizaciones subordinadas a la ONU, donde logró insertarse ya hace algunas décadas.
Este letal ataque está especialmente dirigido contra toda esposa/madre, por ser el indispensable basamento de la edificación familiar.
El público desprecio a esposa-madre-familia es notorio en los líderes comunistas de gobiernos marxistas, ¿o alguien conoce la cara de las cónyuges de Correa, Evo, Fidel, Raúl Castro o anteriormente la de la ex de Chávez, o antaño, de las mujeres de Lenín o Stalin?
Mujeres, madres, esposas, es nuestro mes, no somos invisibles para Dios. Él ve nuestra lucha. ¡Con Él triunfaremos!
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