Comiencen, señores, por ir camino a San Martín y ver los graneros abandonados y corroídos de lo que fue el IRA, un programa que nació bien pero que de pronto torció el rumbo
14 de Mayo. Tomado de El Diario de Hoy.
Los que nos leen deben recordar una anécdota atribuida a Juan XXIII que en ocasiones citamos: "Hay tres formas de perder dinero, la más estúpida es el juego; la más placentera son las mujeres; la más segura, la agricultura". Sin querer ser aguafiestas, pensamos que los autores del gran plan de reactivación de la pequeña y micro agricultura salvadoreña deben revisar de manera crítica su proyecto para no estrellarse contra la realidad.
Comiencen, señores, por ir camino a San Martín y ver los graneros abandonados y corroídos de lo que fue el IRA, un programa que nació bien pero que de pronto torció el rumbo. En sus inicios lo único que se pretendió fue dotar de centros de acopio y almacenamiento a quienes cultivan granos básicos, pero se terminó con tiendas, fijando precios, importando leche y corrompiéndose hasta la médula.
Sin querer comparar, algo de lo que aquí se propone está echando adelante el régimen cubano, que piensa liberar parcelas para que campesinos y labriegos independientes las siembren y contribuyan a aliviar el crónico hambre de los isleños. Pero no se les cruza por la cabeza que los grandes núcleos de población demandan grandes centros de producción, ya que eso choca con el medular rechazo de los Castro a todo lo que sobresale o implica ganancias.
El IRA fracasó como también fracasó otro programa gemelo, la reforma agraria de los Ochenta, basado en brindar asistencia a pequeños y medianos agricultores para que pudieran mantener, o no dejar que se desplomara, la producción de las tierras robadas. Pero no sólo se derrumbó la agricultura y derrumbada sigue al día de hoy, sino que también llevaron a la quiebra al sistema financiero (que de igual manera se habían robado) por estar sosteniendo quimeras.
El programa suena muy bonito: contingentes de animosos técnicos, insuflados de patriotismo, van a sacar del retraso a decenas de miles de campesinos que cultivan sus tierras con tecnología del neolítico, para que ellos vendan lo que cosechan a tiendas certificadas en toda la República.
La tarea titánica: cambiar hábitos generacionales
Ya hemos planteado algunas interrogantes, que van desde el reclutamiento, capacitación, el transporte de los técnicos, prepararlos para las mil cambiantes condiciones sociales, de tradición, físicas, etc., que van a encontrar, hasta cómo harán los campesinos para llevar a las tiendas lo que no se han comido o no vendieron por su cuenta. Las dificultades no son tanto de enseñar a sembrar y cosechar, como logísticas y de organización, como se ha visto, a guisa de ejemplo, en la ejecución del estelar programa del actual gobierno para reactivar la economía, elaborando y repartiendo zapatos y uniformes a los escolares.
Es importante que el Ministerio y el Gobierno den a conocer los costos del programa, el tiempo que tomará implementarlo, el incremento que se espera obtener en la producción de granos básicos, la estructura que se va a requerir para administrar el programa, los controles y auditorías que se deben establecer y, encima de ello, si no sale más barato y menos engorroso comprar al exterior lo que se calcula será la producción adicional, a meterse en tanto meneo y fatiga.
Hay además otra realidad: es sumamente difícil lograr que la gente, sobre todo grupos que por definición carecen de conocimientos y de hábitos acordes a la época, cambie sus formas de trabajo y se discipline.
elsalvador.com, Quieren revivir la momia de lo que fue el IRA
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comentarios que incluyan ofensas o amenazas no se publicaran.