Matar a Bin Laden era, además de un acto de justicia --castigar al criminal y en especial al genocida-- necesario para reducir el número de otras potenciales víctimas
11 de Mayo. Tomado de El Diario de Hoy.
Nabucodonosor, el gran rey de Babilonia, envió al rey asirio, Holofernes, a vengarse de los pueblos del oeste, campaña que inició con el sitio de Betulia, una ciudad hebrea. Cuando la ciudad estaba a punto de caer, una joven y bella mujer, Judith, se infiltró en el campamento de Holofernes, le incitó a comer y beber y cuando el general cayó dormido Judith lo decapitó. De acuerdo con la Biblia, volvió a Betulia con la cabeza de su enemigo, cuyo ejército fue derrotado.
La historia es una narrativa sin fin de asesinatos puntuales para deshacerse de enemigos, aunque se trate de hombres buenos, o de matar a "perros rabiosos", como Bin Laden. Las fuerzas de seguridad colombianas persiguieron hasta darle muerte al narco Pablo Escobar; Stalin no descansó hasta matar a su rival Trotsky, en México, y se ha llegado a decir que los sandinistas ordenaron el asesinato de Pedro Joaquín Chamorro para levantar a la población en contra de Somoza; Bonaparte hizo asesinar al Duque de Enghien; la mafia de Luisiana, aparentemente, estaba detrás del asesinato de Kennedy, como hubo una conjura tras el asesinato de Manuel Enrique Araujo, gran presidente de El Salvador.
En un tenebroso pasaje del régimen de Gadafi, varios disidentes libios fueron asesinados en Inglaterra e Italia por orden del dictador, inyectándoles veneno con una aguja colocada en la punta de un paraguas. Y el régimen ruso actual envenenó con Polonio radioactivo a Alexander Litvinenko, un asesinato a pleno sol.
Matar a Bin Laden era, además de un acto de justicia necesario, --castigar al criminal y en especial al genocida--, para reducir el número de otras potenciales víctimas. Si al inicio de la Década de los Treinta, el presidente de Alemania, Hindenburg, hubiera enjuiciado a Hitler y disuelto la cúpula del Partido Nacionalsocialista, los nazis, no se habría producido el Holocausto ni la destrucción de gran parte de Europa.
El terrorismo victimiza a personas inocentes
Los nazis fueron un movimiento único y aislado, de paralelas tendencias e ideología que el Partido Comunista ruso, incapaz de sobrevivir sin su liderazgo. Esa posibilidad, por desgracia, no necesariamente va a darse con la muerte de Bin Laden, ya que la crispación contra Occidente, contra otras sectas musulmanas y contra "los infieles" en general, es una tendencia que afecta al mundo musulmán.
Prueba de ello, lamentablemente, lo constituyen los disturbios confesionales en El Cairo, como consecuencia del romance de una pareja en la que una persona es cristiana y otra musulmana: la unión es una blasfemia que inclusive puede costarle la vida al que profese la fe musulmana. Si en Pakistán una decena de shiitas murió a raíz de un atentado que perpetraron sunitas, no es difícil anticipar que habrá quienes quieran recoger los despojos de lo que queda de Al Qaeda para mantener viva la organización.
Pese a ello, en Europa se sostiene que tanto el fundamentalismo como las organizaciones terroristas al estilo de Al Qaeda, tienen sus días contados. Pero serán "más contados" si se emprenden operativos como el realizado contra la guarida de Bin Laden.
En tal dirección apunta el bombardeo de un complejo donde se creyó que estaba el número dos de Bin Laden y lo mismo se debe hacer contra el resto de los relevos.
El horror del terrorismo es que sus víctimas son seres inocentes, mujeres, niños, trabajadores, transeúntes. Cualquiera puede caer.
elsalvador.com, El asesinato de Bin Laden es parte de un largo historial
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