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2011/04/06

EDH-FMLN-GANA y la ignominia

 Federico Hernández Aguilar.06 de Abril.Tomado de El Diario de Hoy.

El maridaje FMLN-GANA está llegando a límites intolerables. El más reciente madrugón legislativo protagonizado por estos dos partidos constituye, simplemente, una descarada afrenta a la institucionalidad, un verdadero atentado público. No se puede llamar de otra manera a la decisión de otorgar privilegios a un grupo político que todavía no pierde su virginidad electoral, y que, de hecho, ni siquiera posee autoridad moral suficiente para defenderse de la crítica que muchos le hemos venido haciendo desde que se constituyó en partido, a saber: ¿Qué confianza pueden tener los votantes en una institución que nació directamente de un fraude poselectoral?

En relación a este sencillo argumento, uno de los más visibles diputados de GANA se atrevió a escribir algo en otro diario, intentando responderme. Su "respuesta" fue, sin embargo, tan abrumadoramente penosa, que este servidor se vio en la necesidad de pedirle respeto por el intelecto de la gente que nos leía.

Y es que, en efecto, protagoniza un ridículo mayúsculo el legislador que reclama una credibilidad no ganada, llenando páginas editoriales con hermosas declaraciones éticas, pero que al momento de debatir las críticas bien fundamentadas que se le hacen, únicamente acierta a proferir calumnias y vergonzosos ataques personales.

A pesar de todo, he seguido invitando públicamente a Guillermo Gallegos a continuar la discusión, porque sólo así vamos a saber, a ciencia cierta, qué hay detrás de las supuestas "convicciones" democráticas de estos señores, que se proclaman líderes de una "nueva derecha" y en la práctica reeditan las peores formas de ejercicio político que el país ha sufrido en los últimos años.

Lo de GANA, sin duda, es una grave muestra de inconsistencia axiológica, combinada con oportunismo y desfachatez. Lo del FMLN, en cambio, es todo lo anterior con un terrible agravante: la racionalidad antidemocrática.

Yo no puedo pedirle a Guillermo Gallegos que me explique, al menos teóricamente, en qué cree. Talvez ni él mismo lo sepa a cabalidad, a juzgar por las cosas que escribe. El FMLN, por contraste, sabe perfectamente qué cree y qué quiere: lo que no hace es decirlo con honestidad. Y es allí donde se encuentra el máximo peligro para nuestra frágil democracia.

He escuchado y leído las pretendidas razones que el partido oficial ha esgrimido para, por ejemplo, sostener su "indignación" ante el audaz veto del Presidente de la República al decreto 635 sobre reformas electorales. Ni una sola de esas razones soporta el análisis menos riguroso que podría hacerles, desde su incipiente vocación, un estudiante de ciencias políticas.

Entonces, la gran pregunta es: ¿a qué le está apostando el Frente? Las respuestas pueden ser variadas y acoger toda una gama de sospechas; lo que sí está claro es que la ex guerrilla no está dispuesta a perder los trozos de poder que ya arrancó al electorado, creyendo quizás que retroceder es, en estos casos, igual a emprender el declive.

Mauricio Funes tuvo el carácter y la fortaleza de contradecir a su propio partido en uno de los proyectos expansivos que mejor renta electoral podía generarle a la cúpula efemelenista. Merced a las oprobiosas reformas que todos los grupos legislativos (con excepción de ARENA y CD) habían definido semanas antes, los votantes salvadoreños íbamos a seguir quedando en manos de las dirigencias políticas, que volvían a agenciarse el monopolio de la decisión final sobre los candidatos a diputados, tanto designados como electos.

El Presidente, en una exhibición histórica de independencia y buen criterio, hizo uso del veto para impedir que la partidocracia continuara robándole espacio a la democracia. Muchos de los que hemos señalado los errores del mandatario en otras ocasiones, en esta oportunidad hemos corrido a darle nuestro completo respaldo, no únicamente porque hemos de ser consecuentes en la defensa de los valores que garantizan nuestra institucionalidad, sino porque Mauricio Funes debe estar seguro que los demócratas estaremos siempre de su lado cuando las decisiones que tome sean democráticas.

Las jugadas sucias empezaron cuando la pelota llegó a la cancha del FMLN. Con alevosa prepotencia, acusaron al hombre que les llevó al poder de haberse dejado "presionar" por la derecha y las cúpulas empresariales. Trataron (en vano) de minar el perfil ético de un movimiento ciudadano que reúne a numerosas organizaciones de izquierda. Plumas como la de doña Norma Guevara destilaron una verbosidad hueca, amparándose en simplismos que deforman la realidad y la llenan de prejuicios. Y finalmente, por si todo lo anterior se hubiese quedado corto, la dirigencia del Frente colocó la cereza del pastel publicando un comunicado que renueva lo más perverso de la ideología socialista: su absoluta alergia a la libertad individual, comenzando con la del Presidente de la República.

Remontar el veto de Funes ha mostrado ser un esfuerzo desgastante para el FMLN. Las últimas encuestas, que siguen aprobando la independencia partidaria de nuestro gobernante, tampoco favorecen (de momento) la estrategia de un partido oficial en abierta rebeldía. Pareciera, por tanto, que los efemelenistas han optado estratégicamente por la reagrupación de sus fuerzas. Pero, ¿hasta cuándo?

Los muy ilustres diputados de GANA, mientras tanto, se prestan gustosos a las maniobras que hace el FMLN para agenciarse más herramientas en el allanamiento de la democracia. El madrugón de la semana pasada, que hace saltar por los aires la promesa de Sigfrido Reyes de "adecentar a la Asamblea Legislativa", termina también colocando a GANA en una posición que ningún ciudadano salvadoreño le ha otorgado, ni en el proceso electoral que se avecina ni en ningún otro.

Resulta conveniente, a estas alturas, preguntarnos: ¿A qué nos estamos enfrentando? ¿A cuántos enemigos de nuestra democracia conviene identificar en esta coyuntura? ¿Qué consecuencias podría tener para el país que el partido mayoritario, sin asomo de vergüenza, esté empezando a socavar la institucionalidad electoral, mientras otros dieciséis inescrupulosos actúan de comparsas y juntos limitan nuestras libertades ciudadanas?

La democracia salvadoreña, por fortuna, no está todavía cercada. Somos cada vez más numerosos los hombres y mujeres de esta patria que estamos dispuestos a denunciar y actuar, señalar y proponer, criticar y argumentar. Los políticos y los partidos que pretendan jugar con la conciencia de la gente, insultando la inteligencia del votante o manipulando a las instituciones, por su propio pie se estarán acercando al despeñadero.

elsalvador.com, FMLN-GANA y la ignominia

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