Alirio Montoya.08 de Abril.Tomado de Diario Co Latino.
La cubierta de un libro que compré dice “Ética Protestante”. Me llamó mucha la atención. He leído literatura musulmana, “María y el Islam”, en donde el autor deja entrever que los musulmanes o islámicos respetan más que los católicos a una tal María, supuesta madre de Jesús el Palestino de Belén. He leído sobre Sathya Sai Baba; y hace un par de años leí a Joseph Ratzinger, su libro, “La sal de la tierra”; y decía Ratzinger que “fuera de la fe católica no hay salvación”. Y qué tengo que ver yo con la salvación, ni me interesa lo más mínimo. Ratzinger es de una escuela muy peligrosa, “La Patrística”, fundada por Agustín; son enemigos del pensamiento. Dice Agustín que para llegar a la razón hay que tener fe; es decir, que el camino hacia la razón es la fe. Muy admirador de Platón. Ratzinger es de la línea de Agustín, hay que tenerle cuidado; me dijo un filósofo.
Acabo de terminar de leer “Fuera de los pobres no hay salvación”, de Jon Sobrino, quien fue silenciado por el ahora papa Benedicto XVI. Pero Sobrino continúa con sus misas populares; nadie podrá silenciarlo, solo la muerte; pero sus palabras quedarán. En fin, he incursionado también en ese mundo de la metafísica por saber una pizca de lo que llaman cultura general. Pero este libro “Ética Protestante” lo compré sinceramente porque su autor es Max Weber, a quien leí en las cátedras de sociología y ciencia política en el Departamento de Derecho de la Universidad de El Salvador; uno salió más político que abogado, por eso a nuestra generación de profesionales en Derecho no nos ven con buenos ojos los políticos de hoy en día.
Es muy curioso el por qué simplifican el título de este libro, porque al revisar sus páginas, el verdadero nombre es “La Ética Protestante y el Espíritu del Capitalismo”, obra que surge de una conferencia que Max Weber dio en los Estados Unidos. Ahí radica la esencia del libro. Trata sobre el espíritu del sistema capitalista; en otras palabras, de los fundamentos filosóficos que justifican la existencia del sistema capitalista. Weber lo que hace es hacer una interpretación a base de la predeterminación de las cosas, aquella corriente calvinista que ve los sucesos por adelantado. La moral calvinista asevera que el hombre de negocios no es un explotador, sino un instrumento de la voluntad de Dios. Observen que sentencia más sencilla. La justificación de que existan los grandes capitalistas tiene que ver con la voluntad divina; ahí sustentan por ende la existencia del capital. Pero Adam Smith y David Ricardo no nos hacen esos planteamientos. Pero se volvió necesario que a través de las creencias religiosas se justificara en sus inicios la existencia del capitalismo; porque es más fácil decir que es la voluntad de Dios, porque con Dios nadie se mete. Es un ser castigador; yo por eso no me meto con él y así llevamos la fiesta en paz.
Pero el asunto es que la formación religiosa incide en gran manera en el carácter de los seres humanos. Max Weber nació en Alemania, la cuna de la Reforma Protestante. En cuanto a su desarrollo en la fábrica, los católicos preferían establecerse como maestros en el oficio, mientras los protestantes luchaban por conseguir los puestos superiores del proletariado ilustrado y la burocracia industrial. Esto viene a explicarnos que la riqueza, en este caso muy particular, no surge producto de ventajas que tengan que ver con herencias, sino, por la caracterización de la formación religiosa. En el caso de la familia Bush, sí tienen que ver las dos cosas; el elemento hereditario y la formación religiosa. En las ciudades más ricas del Reich, había un predominio del protestantismo que venía gestándose desde el siglo XVI. Los Bush son originarios de la vieja Alemania, una familia banquera que financió el Tercer Reich.
Veamos lo que dice Max Weber respecto a una fórmula vertida por un escritor moderno que, a lo mejor es él mismo: “el católico es más tranquilo; dotado de menor impulso adquisitivo, prefiere una vida bien asegurada, aun a riesgo de obtener menos ingresos, a una vida en continuo peligro y exaltación por la eventual adquisición de honores y riquezas. Comer bien o dormir tranquilo, dice el refrán; entonces bien, en tal caso, el protestante opta por comer bien, mientras que el católico prefiere dormir tranquilamente”. Algo de cierto hay en este pensamiento. Tuve la dicha de tener una doble formación religiosa; monaguillo a muy temprana edad en la iglesia católica de mi pueblo, lo que me indujo a una disciplina conventual para con cuestiones que tenían que ver más con el saber; y fui por supuesto miembro de una iglesia protestante. Pero tomé finalmente una decisión sartreana, abandonar perentoriamente ambas creencias.
Pero Weber no nos hace una apología del protestantismo, simplemente nos desgrana lo que vivió en tiempos del expansionismo protestante, donde imperaba ese espíritu de acumular dinero. Lo más interesante –dice Weber- es que no era la afluencia de dinero nuevo aquello que provocaba esta revolución, sino, el nuevo espíritu, el espíritu del capitalismo que se había introducido; yo mismo –sigue diciendo Weber- conozco casos en los que con un poco de dinero prestado se inició todo el proceso de transformación. Lo que predominaba en ese tiempo en Alemania era una ola llamada el espíritu del capitalismo, pero éste no se esparció de manera pacífica –a pesar de provenir de la voluntad divina-; ese espíritu se propagaba en un ambiente de odio y ambición.
En síntesis, tuvo que introducirse el elemento místico para que el sistema capitalista se fuera desarrollando; por ello vemos que en los Estados Unidos existe el predominio del protestantismo, pero se retoma el elemento político de esa corriente del cristianismo para justificar el orden establecido. El ex presidente George Bush se considera un guerrero de Dios, si hay duda preguntémosle a los iraquíes y afganos. No se pretende dar a entender que los protestantes por regla general son personas que se inclinan por cuestiones materiales, y que los católicos se dedican a una vida con austeridad. Esa sería una falsa apreciación por cuanto dentro del catolicismo tenemos al Opus Dei y a los dominicos.
Finalmente, en toda sociedad existen personas que se aprovechan de alguna manera del factor religioso para la implementación del orden económico y el régimen político. El fundador y refundador del Estado judío Theodor Herzl y Ben Gurión, hay quienes aseguran que eran ateos, sustentaron la creación de dicho Estado en la Torah, la biblia de los judíos, compuesta por los cinco primeros libros del llamado Antiguo Testamento. Respecto de la obra de Weber queda demostrado que la religión jugó un papel determinante para la justificación del sistema opresor llamado capitalismo.
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