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2010/06/07

LPG-Un llamado a la reflexión

 Durante su gestión, el ex presidente Saca acuñó varias frases, muchas de ellas asociadas con sus personales aspiraciones de pasar a la posteridad como un presidente que se preocupó genuinamente por los menos afortunados. Una de las que más me llamó la atención es aquella que repitió con tanta vehemencia: “Quitamos los subsidios y El Salvador se incendia”.

Escrito por Juan Héctor Vidal.07 de Junio. Tomado de La Prensa Gráfica.

Sin bien la expresión era ocurrente, el mensaje era claramente subliminal: él no iba a arriesgar un ápice de popularidad, aunque el país terminara sumido en un atolladero fiscal de grandes proporciones. Y así fue, pero todo indica que la lección no ha sido aprendida.

Las reacciones del FMLN y GANA ante las intenciones del gobierno actual de empezar a focalizar el subsidio al gas licuado muestran cómo los extremos pueden llegar a juntarse cuando se trata de “causas nobles”. Aunque estoy convencido de que en este caso particular no es tan fácil concentrar la atención solo en la gente que realmente necesita ayuda estatal directa, me parece una irresponsabilidad extrema que voceros de ambos partidos sugieran que el beneficio debe seguir llegando a familias que consumen mucho más de los 99 kwh, que es el techo que ha planteado el gobierno y que personalmente pienso que es un límite socialmente razonable y fiscalmente tolerable.

Estoy convencido, a partir de mi propia experiencia, de que familias que consumen el triple de esa cantidad de energía pueden prescindir del subsidio del gas y de otras ayudas que brinda el Estado, para liberar recursos y suplir otras necesidades, por ejemplo en salud, educación y vivienda. Mi familia no vive en la opulencia, pero que un tambo de gas nos cueste tres veces más no va a desajustar nuestro presupuesto, aunque resulte extraño rechazar un regalo. Solidaridad, es lo que se necesita en estas circunstancias. En este tipo de debates se encuentran hoy en día los llamados PIIGS (Portugal, Italia, Irlanda, Grecia y España), donde los excesos en el gasto público los mantiene aprisionados, fiscalmente hablando.

En el caso de GANA, su postura insinúa un “reflejo condicionado” del discurso que mantuvo quien se sospecha es su líder. Si esto es así, hay una congruencia notable con lo que fue la política de la administración anterior, pero que al mismo tiempo se traduce en una actitud poco seria porque replica y potencia una estrategia equivocada, responsable en gran medida de la caótica situación fiscal que nos heredó.

En cuanto al FMLN, llama la atención el contraste entre su publicitada preocupación por los pobres y el discurso recurrente en contra de sectores relativamente privilegiados. Un dólar invertido en llevar alivio a una familia que está en la línea de pobreza debería ser políticamente más rentable que uno dirigido a núcleos poblacionales menos deprimidos.

Chantajear al gobierno con estas exigencias cabe dentro de las posibilidades. Y a pesar de que la ayuda estatal a los marginados es una exigencia moral, tampoco podemos seguir aceptando el populismo tipo Chávez, que es lo que parece estar a la base de semejante propuesta. Antes bien, deberían reparar en el rechazo que causan los lujos que se dan con autos dignos de un jeque árabe y las computadoras compradas con sobre precio, que, con todo respeto, dudo que ayuden a elevar su bajo nivel de productividad. Deberían entender que solo por los estragos causados por los desastres naturales y los que se pronostican se elevarán considerablemente los niveles de pobreza extrema, lo que debería llevarlos a ser más consecuentes.

Por lo demás, la focalización de los subsidios es una exigencia de los organismos internacionales, a los cuales tenemos que acudir cada vez con mayor frecuencia, especialmente si por el mal uso de los recursos y la corrupción, sumados a la demagogia partidaria, se sigue deteriorando la situación fiscal.

Un llamado a la reflexión

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