Definitivamente nuestro sistema político necesita una revisión profunda. Y no se trata solamente de imponer las reformas electorales que por años han sido postuladas por diferentes sectores, sino de un trabajo de análisis a fondo, que evite el descalabro de los partidos políticos y de los políticos en general.
Escrito por Nacho Castillo.16 de Junio. Tomado de La Prensa Gráfica.
Es muy simplista decir que el problema está en los partidos, aun cuando en parte es verdad. Lo malo que le ocurre a la política nacional está principalmente en quienes, especialmente en los últimos años, han ingresado a estos. ¿O acaso no es verdad que la mayoría lo hacen por intereses personales? Estoy seguro que la mayoría de los salvadoreños no cree en sus políticos porque se les ve muy fácil el interés económico más que el servir al país.
Las cosas hay que decirlas por su nombre. Ser político en El Salvador es una carrera relativamente fácil, que no requiere ni grandes cualidades ni grandes esfuerzos, y ofrece un alto nivel de posibilidad de lograr un buen estatus de vida. Si no se logra ganar una elección, queda la posibilidad de convertirse en funcionario del partido o en un recomendado con un buen sueldo en una alcaldía o en el gobierno central. Cuesta mucho más enfrentarse al mundo laboral como una persona común.
La viveza de hacer de la política una forma de vida fácil es lo que tiene en jaque a nuestro sistema político. Por eso usted puede votar por el candidato a diputado de un partido y este, sin consultarle a usted que lo eligió, terminar en otro (negocio). También se puede negociar una candidatura en combo y presionar con “me voy si no me aseguran que continuaré siempre de candidato”, aun cuando sea el peor de los diputados o alcaldes. En todo este juego, nada tiene que ver usted, que hizo posible la “elección democrática”.
Por supuesto que estoy de acuerdo en la existencia de una ley que regule el quehacer de los partidos políticos, en el voto residencial y de los salvadoreños que viven en el extranjero; como también en los concejos municipales pluripartidistas y en terminar con las listas cerradas que impiden a la ciudadanía votar no solo por el partido, sino que principalmente por la persona. Pero las candidaturas independientes no me convencen del todo. ¿Si dentro de un partido se pueden hacer todo tipo de trampas, cuántas pudieran hacerse con la libertad de no tener que darle cuentas a nadie? Me temo que al narcotráfico le sería más fácil comprar diputados sueltos que a todo un partido. Aun cuando de esto ya tenemos varias experiencias.
Sin temor a equivocarme, me atrevo a asegurar que el dinero manda nuestro quehacer político. No son las ideologías, ni las doctrinas, ni el servicio a la sociedad. Lo que está a la vista no requiere anteojos, dice el refrán popular.
El costo de nuestra mala política lo pagamos todos. Por eso no se aprueban las leyes que benefician a la sociedad. Por eso no hay ley de aguas, ni de ordenamiento territorial, ni de control de la calidad y precio de las medicinas, ni de transparencia y acceso a la información, etc. Para terminar y ser objetivo tengo que decir que sí hay buenos políticos, pero son muy pocos, desgraciadamente.
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