“Es esencial determinar el rumbo económico. La mejor alternativa es la economía social de mercado. Es necesario analizarla, qué se implementó, qué faltó, qué se hizo mal, qué no dejaron hacer, qué efecto tiene la polarización.”
Escrito por Rafael Castellanos.22 de Junio. Tomado de La Prensa Gráfica.
Insistimos en la necesidad de fijar rumbo al país, tomar acuerdos nacionales a partir de un análisis lúcido del pasado, la realidad, las prácticas que tienen éxito y las que fracasan mundialmente. El objetivo debe ser claro y sin ideologías políticas que lo deformen: Encontrar la mejor forma para crecer económicamente de manera sostenida, combatir la pobreza y lograr mejores índices de desarrollo humano para todos los habitantes.
Un tema fundamental es el rumbo económico. La mejor alternativa es la economía social de mercado, la única exitosa mundialmente, aunque tenga sus problemas. Debe analizarse objetivamente, sin prejuicios.
La descalificación internacional que le hace la izquierda, sin análisis ni propuestas viables, no ayudan a llegar a mejor lugar. A manera de insulto la llaman “neoliberalismo” y le atribuyen todos los males posibles.
La economía social de mercado, basada en la libertad, tiene como objetivo mantener un alto índice de crecimiento económico, baja inflación, bajo nivel de desempleo, buenas condiciones laborales, bienestar social y servicios públicos, todo equilibrado, por medio de una economía libre, orientada por el mercado, complementada con políticas públicas diseñadas para mantener la necesaria competitividad. Esto sumado a políticas sociales de largo y corto plazo que ayuden a proporcionar igualdad de oportunidades, crecimiento con equidad y a paliar los desbalances sociales.
Los siete pilares en que descansa este sistema son lograr: 1) Un sistema de precios cercano a la competencia perfecta. 2) Estabilidad de la moneda. 3) Acceso libre a los mercados. 4) Propiedad privada. 5) Libertad contractual. 6) Plena responsabilidad de políticas fiscales. 7) Transparencia económica.
La libertad económica tiene límites, para que a la vez que se produzca riqueza, no haya abusos ni se desatienda a los más débiles o en desventaja, pues en forma natural son cinco principios reguladores: 1) Control estatal de los monopolios. 2) Políticas redistributivas de los ingresos. 3) Reglamentación del trabajo. 4) Seguridad jurídica. 5) Salario mínimo y por productividad.
Se propone un estado pequeño en su actuar en la economía, pero eficiente y fuerte en la regulación, en hacer que se respeten las reglas.
El estado es subsidiario, no hace lo que otros pueden hacer y solidario, interviene subsidiando directamente a los más desprotegidos y solamente a ellos. Las políticas no son efectivas por sí mismas, deben ser acompañadas de un estado de derecho y de instituciones fuertes, confiables.
La discusión relevante es cuánto de eso se ha aplicado en El Salvador, cuánto no, cuánto se desnaturalizó. Llegaremos a la conclusión que al país le faltó más mercado, la institucionalidad es muy deficiente, falta el estado de derecho.
La clase política prostituyó el sentido al favorecer intereses especiales, vivir polarizada, no proteger a tiempo al consumidor y no combatir las estructuras oligopólicas que existen a lo ancho de toda la economía. Todos tienen algo de culpa.
Los países con mayor grado de desarrollo económico y mejores índices de desarrollo humano, sin excepción, siguen políticas de mercado y son democracias, ya sean gobiernos de izquierda o de derecha. Donde el estado es dueño de los medios de producción, fracasaron estrepitosamente en el siglo XX y están fracasando en el emergente llamado socialismo del siglo XXI, de izquierda como Cuba o fascista como Venezuela. Todos ocupan posiciones de desarrollo humano solo por encima de los peores africanos.
Hay mucha confusión sobre la economía de mercado. La dolarización, culpada inexactamente de ser el motivo del alto costo de la vida (que debatiremos después), no es la receta de política monetaria de mercado, dependiendo de las condiciones de cada país, puede ser buena una flotación limpia o programada, (sucia) como el tipo de cambio fijo.
En El Salvador se adoptó con opiniones encontradas. Como suele suceder, tiene pros y contras, pero cambiarla tendría efectos desastrosos. Razones importantes para adoptarla fueron el alto nivel de remesas que apreciaban el colón haciéndonos perder competitividad, que un país con una moneda débil está peor que con una fuerte, pero principalmente, el temor de que al llegar al gobierno el FMLN cometiera el grave pecado de poner a funcionar la máquina de hacer dinero al faltarle, con lo que perderíamos la estabilidad macroeconómica y se dispararía una inflación enorme, acción contenida en el manual leninista de cómo llegar al socialismo totalitario.
También llevaría a devaluaciones que reducirían el poder adquisitivo de los asalariados y el valor de las pensiones.
Es importante analizar lo que faltó y por qué no se hizo o no se permitió, hubo de ambos.
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