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2010/06/02

EDH- Mockus, Santos y El Salvador

Luis Mario Rodríguez R.02 de Junio. Tomado de Diario de Hoy.

Antanas Mockus perdió la primera vuelta y es casi seguro que Juan Manuel Santos se convierta en el próximo Presidente de Colombia. Ambos vienen de prestar servicio en la Administración Pública, en diferentes gobiernos municipales y gabinetes de gobierno. Mockus fue Alcalde de Bogotá en dos ocasiones, distinguiéndose por la creación de una "cultura ciudadana", que logró reducir los índices de homicidios, el saneamiento de las finanzas distritales y la implementación de "la hora zanahoria", en la que se reguló el horario límite dentro del cual pueden prestar servicio los establecimientos de rumba y expendios de licor. Santos, por su parte, fue Ministro de Comercio Exterior durante la presidencia de César Gaviria, Ministro de Hacienda en la gestión de Andrés Pastrana y Ministro de Defensa con el Presidente Uribe.

Lo más interesante es su preparación académica: Mockus es Magíster en Filosofía de la Universidad Nacional de Colombia y licenciado en Matemáticas y Filosofía de la Universidad de Dijón, Francia. Santos, por su parte, estudió Economía y Administración de Empresas en la Universidad de Kansas, Estados Unidos, un Máster en Economía y Desarrollo Económico de la London School of Economics y otro en Administración Pública de Harvard University. Ambos poseen un doctorado Honoris Causa otorgado por distintas universidades.

Aunque Santos dobló en votos a Mockus, me quedo con el discurso de este último por su alto contenido de humildad y la enorme profundidad de sus mensajes: "Tu vida es sagrada", "no más atajos", "cero corrupción, más educación", "más verde, más agua", "a mí no me pagaron, yo vine porque quise". Aunque no comparto sus excentricidades –-Mockus es reconocido por acciones tales como cantar rap, vestirse de superhéroe, casarse en un circo sobre un elefante, bajarse los pantalones frente a un grupo de estudiantes-- producto probablemente de su genialidad –-se dice que aprendió a leer a los dos años de edad--, el candidato del Partido Verde basó su campaña en "ideas fuerza", que resumían mensajes con un alto contenido ético, dirigidos principalmente a los jóvenes y a todos los colombianos que consideran la presidencia de Uribe desgastada y sumida en una serie de antivalores, quizás como consecuencia de la prioridad que el actual mandatario ha dado al problema de siempre en este país suramericano: el narcotráfico y las FARC.

Santos elogió demasiado al Presidente Álvaro Uribe Vélez. Utilizó su discurso para agradecer al actual Presidente de Colombia su apoyo y le aseguró que el triunfo en esta primera vuelta era "su triunfo" como resultado de los ochos años en el ejercicio del poder público. Esta reacción del candidato ganador es lógica como estrategia de marketing político, pero no deja de tener sus riesgos.

Fuera de toda valoración política, los candidatos, la campaña electoral y los resultados el día de las elecciones, dejan una gran lección para las democracias latinoamericanas. En los discursos escaseó el populismo –-de derecha e izquierda-- y abundó la propuesta. Los debates estuvieron a la orden del día y la masiva asistencia de votantes a las urnas, sin que se hayan presentado mayores incidentes, permite asegurar que Colombia ha avanzado grandemente. Un ex Ministro de Defensa recordaba los asesinatos de candidatos presidenciales en anteriores campañas y la centralidad que ocupaba en las plataformas de gobierno el tema de las FARC. Ahora los candidatos han ofrecido educación, respeto al Estado de Derecho, empleo, políticas medio ambientales, aunque la seguridad y la erradicación del narcotráfico no pudieron evadirse como acciones a impulsar de ganar las elecciones. Las credenciales académicas y de probada experiencia en el ejercicio de la función pública, permiten a los colombianos contar con la certeza que gane quien gane, se tiene la seguridad que se gobernará desde el primer día, aplicando a escala nacional, desde el gobierno central, las diferentes experiencias que cada uno de los candidatos adquirieron en los cargos que han desempeñado a lo largo de su carrera política.

La preparación académica y el ejercicio del poder en el pasado, no son garantía de un gobierno eficiente y exitoso. Sin embargo son elementos, o por lo menos deberían serlo, a tener en cuenta por los votantes al momento de otorgar su apoyo a uno u otro candidato a un cargo de elección popular. La trayectoria de honradez en la administración de los recursos del Estado y la responsabilidad en los estudios, son credenciales que todo político debería cuidar celosamente para ponerlas, en el momento oportuno, al servicio de la colectividad. Cuando no se cuenta ni con estudios ni con experiencia, el sentido común debe orientar la toma de decisiones. Ese sentido común debe estar alimentado por la asesoría de quienes sí han tenido la oportunidad de servir a su país y de prepararse académicamente. No es pecado optar por la política sin tener base universitaria o poco o nulo conocimiento de cómo se administra el Estado; lo que sí puede ser juzgado con total severidad, es la falta de humildad para pedir ayuda o aceptarla por parte de quienes la ofrecen desinteresadamente, estén éstos fuera o dentro del equipo de gobierno. Lo que puede ser peor aún, es que sin estudios y sin experiencia, se pida opinión a otros que sólo piensan en sus intereses, en los privilegios que otorga el poder y en cómo labrar el camino que le permita a los "consejeros" relevar al político que les solicita consejo.

Los colombianos pueden escoger entre un alcalde exitoso que ordenó Bogotá, o un Ministro de Defensa que lideró con éxito el rescate de uno de los símbolos de los secuestrados por las FARC, Ingrid Betancourt, además de su experiencia en materia hacendaria y de comercio exterior. Pueden elegir entre un genio matemático y filósofo, o un administrador graduado en Harvard. Cuando se llega a tal nivel de candidatos, entonces se tiene la certeza de un futuro mejor.

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