Ricardo Chacón.13 de Junio. Tomado de El Diario de Hoy.
Hace varios años asistí a una reunión latinoamericana en la que se trataba el tema de la transparencia en la gestión pública; en la cita habían representantes de los diferentes gobiernos de la región, especialmente ministros de Salud y Educación.
Recuerdo que una de las ponencias, realizada por el entonces ministro de Educación de Bolivia, planteó que en su gestión se había llevado a cabo la construcción de unas mil escuelas, la mayoría de ellas en el interior del país, favoreciendo a miles de campesinos bolivianos; sin embargo, dijo el ministro de quien no recuerdo su nombre, la prensa del país no hizo mención del hecho, eso sí, se hizo gran despliegue noticioso sobre los hechos de corrupción en las licitaciones de construcción, "y eso que no pasaron de un diez por ciento", dijo.
El discurso fue avalado por muchos funcionarios latinoamericanos quienes no solo dieron un cerrado y prolongado aplauso sino que intervinieron agregando ejemplos de "como los trata la prensa", esa prensa "amarillista que solo ve lo negativo".
Nunca he olvidado este hecho, es más, suelo citarlo con bastante frecuencia entre los estudiantes de comunicación y periodismo, cuando se analiza el papel de la prensa al elaborar una noticia.
Y es que la prensa y los periodistas al construir noticias, que no son más que información relevante, novedosa, fuera de serie, que supuestamente interesa a la población, no tiene en su mente favorecer o atacar a un funcionario; es más, cuando levanta los hechos, a través de un reporte que en ocasiones conlleva métodos de investigación rigurosos, no tiene en su horizonte consignar "tareas rutinarias y normales" de un funcionario.
Me explico: ciertamente es importante la construcción de mil escuelas en un periodo presidencial, y esto puede ser elemento para construir noticias, sin embargo, se trata de una labor normal y cotidiana de un gobierno que busca resolver el problema educativo, pero es su trabajo, sobre todo si lo ha prometido en su programa de gobierno.
En sentido estricto no es noticia el cumplir su trabajo y hacer lo que promete, excepto que creamos que los funcionarios y los políticos nunca cumplen sus promesas.
Dicho de otra manera, y en sentido negativo, lo que no debería ocurrir en ningún porcentaje es que existan hechos de corrupción en las licitaciones para construir las escuelas o puentes; los hechos ilegales, el aprovechamiento personal de los recursos de la población, el mal uso de los bienes de la nación debería ser lo anormal e irregular.
Sin embargo, al igual como ocurrió en Bolivia también sucede en nuestro El Salvador, pareciera que las cosas están al revés: lo normal pareciera que es la corrupción y lo anormal el hacer las cosas bien, lo que el funcionario promete.
Incluso caen en esta dinámica "al revés" los funcionarios del actual gobierno que uno a uno han realizado sendas conferencias de prensa para "dar a conocer sus logros", como si no fuese su cometido normal el hacer las cosas que le demanda la población.
Cuál es la labor de Anda, o de Agricultura o de Educación, si no brindar agua de calidad, fomentar la agricultura o educar a la población. Esta es su labor como también lo es el del resto de funcionarios del gobierno.
Y no nos vengan a decir que esta es la transparencia, el hacer las cosas bien, o contar lo que supuestamente han hecho... la transparencia es hacer las cosas de cara al sol, a la luz del día y ser capaces de soportar la crítica de la población que necesita saber cómo se invierte su dinero, los impuestos. Más que conferencias de prensa para ganar "cámaras" lo que se requiere es hacer las cosas bien, y de esto falta mucho.
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