Luis Fernández Cuervo.07 de Junio. Tomado de El Diario de Hoy.
El sociólogo e historiador Carle C. Zimmerman, en su monumental obra "Familia y civilización" (1947), investigó la desintegración de varias culturas y observó que van paralelas con el declive y la desintegración de la vida familiar. Él observa una tendencia evolutiva de la estructura familiar desde un tipo que llama familia depositaria, a otro más moderno (familia doméstica), que pasa después a la familia atomista. El mérito de su análisis es que describe fenómenos que estamos viendo en la actualidad.
"La familia depositaria -–escribe-- se llama así porque se considera a sí misma, más o menos, como inmortal: existe de forma perpetua y no se extingue jamás. Por consiguiente, los miembros que viven no son la familia en sí, sino simplemente «depositarios» de su sangre, derechos, propiedades, nombre y posición, mientras viven". Ese tipo de familia incluye a todos los miembros del pasado, del futuro y del presente. Un lazo sagrado une a los miembros de la presente generación con los antepasados que les dieron la vida; el mismo lazo los une con sus futuros descendientes, que perpetuarán el nombre de la familia, su honor y sus ritos.
Las familias domésticas, en cambio, se estructuran en el matrimonio estable de un hombre y una mujer con sus hijos respectivos. Los vínculos en este tipo de familias, aunque pueden tener un fundamento religioso es, sobre todo, de tipo moral. En ella, se insiste en los derechos individuales junto con los deberes familiares.
En cambio, en las familias atomistas, los derechos individuales están por encima de los deberes familiares y "la familia en sí misma existe para el placer del individuo".
Zimmerman señala también otras notables diferencias entre los tres tipos de familia. En la depositaria, la familia se ve como una realidad mística; el padre es de tipo patriarcal, que debe servir a sus antepasados tanto como a su descendencia; el matrimonio es un acuerdo sagrado y los hijos son bendiciones divinas. La inmoralidad sexual es un acto criminal.
En la familia doméstica, el padre es el autoritario director-jefe de la unidad económica fundamental de la sociedad; el matrimonio es un contrato y los hijos son agentes económicos indispensables. La inmoralidad sexual es un pecado individual.
En la familia atomista, el padre es una figura patética que hay que superar para poder autorrealizarse como individuo; la pareja es un modo práctico de compañía; el hogar se ve como una especie de capullo de la crisálida, algo en lo que uno nace para escapar de él; los hijos se convierten en una carga económica, un "gasto" y un obstáculo para la realización personal y la sexualidad es sólo un asunto privado, una elección, un estado de vida alternativo.
La realidad siempre es más compleja que esta descripción esquemática y cerrada que hace el ilustre sociólogo, por eso en la vida se pueden encontrar familias donde se da una mezcla de rasgos de dos o de los tres tipos de familia. Pero es muy cierto que en nuestra cultura occidental avanzan con celeridad las familias atomistas. En nuestro país esta descomposición social es más grave aún, porque abundan las uniones y desuniones que ni siquiera merecen el nombre de familia.
Lo peor, a escala global, es ver cómo se cumplen hoy día los rasgos que Zimmerman describe como típicos de una cultura decadente, poco antes de su completa desaparición. Son rasgos que él estudió y que ya se dieron en las culturas clásicas, griega y romana, en su decadencia y que abocaron, por fin, a su desaparición.
Carle C. Zimmerman los resume en nueve patrones de comportamiento: 1) Se pierde el sentido sagrado del matrimonio y se va instaurando el divorcio. 2) La ceremonia matrimonial pierde su anterior significado, hasta reducirse a un simple y rápido trámite legal. 3) Aparecen los movimientos feministas radicales. 4) Crisis del sentido de autoridad, incluyendo la autoridad familiar, con la falta de respeto y de obediencia de los hijos al padre y a la madre. 5) Aumentan en la juventud, la rebelión, la delincuencia y la promiscuidad sexual. 6) En los matrimonios tradicionales, se va perdiendo el sentido de responsabilidad. 7) Crece la tendencia al adulterio y a la aceptación del mismo. 8) Crece el interés y la difusión de las perversiones y delitos sexuales. 9) Descenso acelerado de la natalidad.
El presidente de EE.UU., Barack Obama, parece ignorar este estudio o no darle mayor importancia pues el 28 de mayo, por segundo año consecutivo, emitió una proclama que declara el mes de junio, "Mes del orgullo lésbico, gay, bisexual y transgénero".
Creo que fue el filósofo Santayana el que dijo algo así como que si se ignoran los errores del pasado, se obliga uno a repetirlos.
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