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2010/06/06

Contra Punto-La Dimensión política a un año de Gobierno

 Oscar A. Fernández O. 06 de Junio. Tomado de Contra Punto.

Formas alternativas de democracia socialista, las construiremos pues, confrontando contra un medio hostil, dónde como ya lo hemos dicho, los poderes económicos todavía mandan.
SAN SALVADOR-La primera cuestión que debemos de reconocer es que el FMLN, se coloca hoy como la primera fuerza política nacional, a una distancia considerablemente lejana de su némesis la derecha política ultraconservadora. Se ha logrado con ello, que nuestra nación tenga en perspectiva otros niveles más avanzados de democracia, aunque entendemos que las estructuras tradicionales del poder sigan intactas. Por primera vez en la historia, una alternativa progresista, con un enfoque histórico de construcción socialista, alcanza por la vía electoral el gobierno de la nación. Un gobierno con características muy propias que sin duda se encamina a ser una alternativa en la dirección necesaria.
Describir el carácter del gobierno actual, como el producto de una alianza de sectores progresistas e izquierdistas, nos obliga a redefinir un primer paso en el proceso revolucionario salvadoreño de la posguerra, en relación al poder. La primera etapa de este proceso, el cambio, se establece en viabilizar otra forma de gobernar, colocando sobre el tapete el punto crucial de qué entendemos por democracia y cómo se logra, a diferencia desde luego de la clásica y decimonónica definición de democracia capitalista conservadora.
Para avanzar con mayor celeridad y seguridad, debemos de entender que la democracia no es un don de los pueblos, una evidencia, un hecho natural. La democracia es una construcción social, una manera de organizar las relaciones colectivas con el Estado, que no se hace sólo por la fuerza de los acontecimientos o cómo la simple suma de una serie de cambios puntuales y reformistas. No se trata de que hagamos lo mismo pero un poco mejor. Es un proceso dialéctico en permanente edificación, no solamente a causa de la institucionalización necesaria de su reproducción en el tiempo, por lo que es necesario reorganizar, legislar y reorientar los mecanismos que garanticen la democracia misma.
El recurso de la historia es ciertamente interesante para intentar comprender esto de la democracia. Cuando la Carta de Derechos fue establecida en Estados Unidos, existía el esclavismo, cuando Rousseau escribió El Contrato Social, se asistía al advenimiento del modelo de explotación y exclusión del capitalismo; cuando F. Fukuyama consagra su Fin de la Historia, explicaba una sociedad mundializada, la más desigual de la historia humana.
El Gobierno progresista de El Salvador, el cual se sostiene en buena parte con el apoyo crítico del partido revolucionario que lo creó, tiene ante sí un reto gigantesco pero realizable: sentar las bases para la construcción de un Estado Social de Derecho, que en el tiempo permita afinar formas políticas y económicas encaminadas a construir la participación efectiva del pueblo en el control y funcionamiento de su Estado, en el marco de una sociedad humanista y civilizada.
En trescientos sesenta y cinco días de administración, hay cambios mínimos que pueden estar marcando una pauta para redefinir conceptos como el progreso, el desarrollo y el crecimiento económico equitativamente repartido. Pero no podemos olvidar, ni por un segundo, que las relaciones sociales de desigualdad y de exclusión siguen aferradas a la estructura política y económica de un libre mercado que aún no ha sido estremecido por los cambios. Sigue intacto.
No estamos en un mercado abstracto, si no en un mercado capitalista depredador que ha extraído la economía del conjunto social para imponer por encima de todo, sus normas de funcionamiento. Ha globalizado las relaciones sociales de desigualdad y de exclusión. De tal forma que la lucha por la democracia socialmente construida pasa por la lucha contra esta brutal forma de expoliación, pues no podemos apartarnos de la realidad ignorándola.
Otro de los principales síntomas en la falta de democracia efectiva, es la corrupción y su relación con el poder. No nos engañemos en este punto. Cuando los casos de corrupción se multiplican en un país, no se debe a unos cuantos aprovechados que se infiltran en las estructuras del Estado burlando la buena fe de sus colegas en la política y de la confianza de los ciudadanos. Cuando eso sucede sencillamente es que el sistema lo permite, lo fomenta y lo encubre siendo los casos publicados y juzgados, meros ajustes de cuentas entre facciones horizontales que no afectan a la verticalidad jerárquica de un entramado críptico, que oculta los verdaderos manejos del poder al ciudadano. Un entramado, por lo tanto, carente de verdadera democracia.
Formas alternativas de democracia social, las construiremos pues, confrontando contra un medio hostil, dónde como ya lo hemos dicho, los poderes económicos todavía mandan. La democratización de la sociedad y el Estado  constituyen un objetivo fundamental  y un eje estratégico del programa del FMLN y también un medio para la  aplicación del proyecto global   comprometido ante la ciudadanía.  Desde nuestro punto de vista tienen también  una  dimensión ideológica y en ese sentido son fines en sí mismos. Deben ser valores sustantivos del pensamiento y la acción de la izquierda, en la construcción de la democracia efectiva. 
El Estado actual, profundamente debilitado por el ajuste estructural neoliberal, no puede ya responder a los efectos dramáticos de la crisis que dejará sus brutales efectos por muchos años. No podríamos hablar de una perspectiva de reforzar y desarrollar la democracia, sino abordamos decididamente el problema de rediseñar el Estado y construir una administración pública solidaria, profesional, eficiente, transparente y de calidad.
Desde el punto de vista sustantivo, la política supone un eje central agregado y un conjunto de políticas sectoriales. El objetivo general trazado en el Programa de Gobierno del FMLN, tiende a dotar a la administración pública de mayor capacidad para ejecutar con armonía y coherencia el conjunto de las políticas que nos lleven hacia otro país mejor.
La cultura política tradicional (que hay que abandonar) dominada por el inmediatismo y el pragmatismo vulgar, vuelca su interés hacia los problemas intermedios del sistema político y abandona los problemas terminales del sistema social. La política estratégica y la planificación se refieren a la solución de los problemas terminales del sistema social. Tales problemas son fruto o resultado de viejas gestiones de gobierno, acumuladas históricamente. Si la micro-política y el inmediatismo domina sobre la gran política, los problemas intermedios pasan a constituirse en los objetivos del gobierno, mientras se acumulan y agravan los problemas terminales del sistema social.
El sentido común nos lleva a pensar invariablemente que las raíces de las crisis generalmente ocultas a la simple vista, en todo caso son múltiples y complejas. Un fenómeno de tal naturaleza jamás tiene una causa única o una explicación singular y superficial. La realidad es un sistema de problemas interrelacionados y ninguno de ellos surge de la “generación espontánea”; siempre será el producto de una acumulación histórica. El papel de los liderazgos políticos avezados es saber explicarse tales procesos históricos multi-causales. Quién no entiende la historia en su complejidad dialéctica, no entiende en qué realidad vive y por lo tanto no podrá transformarla en bien de los pueblos.
Frente al avance progresista, las fuerzas contrarias al cambio tratan de cobijarse en el manto de una supuesta paradoja. En efecto, algunos intentan persuadirse que la crisis política y económica haya estallado simultáneamente a la construcción decidida de la democracia y el cambio en la forma de gobernar. Es decir, con el triunfo del FMLN las cosas han empeorado. ¿Cómo explicar que al “ganar” la democracia haya “perdido” la nación y se haya agravado la crisis? La verdad es que no resulta intelectualmente posible soslayar tal paradoja. La excusa es invariablemente autoritaria, fascista y trasnochada.

La Dimensión política a un año de Gobierno

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