Escrito por Ramón D. Rivas. 22 de Enero. Tomado de Diario Co Latino.
La condición de las unidades del transporte público, en su mayoría, es simplemente de chatarra.
No reciben el mantenimiento necesario pues en sus interiores dejan mucho que desear: los asientos rotos, manchados, los pisos quebrados, los ventanales sin funcionamiento, las salidas de emergencia selladas “para que la gente no juegue con ese dispositivo”. Los espacios interiores están llenos de rótulos mal escritos, propaganda y advertencias en inglés que quizá nadie lee ni entiende.
Aparte de eso, es triste ver como una madre de familia entra, aborda el bus pero que adelante van sus dos pequeños y estos para entrar tienen que gatear literalmente en el piso sucio del bus para no pasar por el freno redondo que todos los buses tienen en la entrada, para evitar pagar el pasaje. Si a esto le añadimos la música estridente o los programas vulgares que oyen los motoristas y a veces la basura que tira la gente adentro se vuelve todo un caos.
Otra característica de las flotas de transporte público en este país es que no cuentan con una nomenclatura que dirija al usuario de una manera clara. Por ejemplo, hay rutas que sus unidades, los números y nombres de destino son de todos colores y de todos los tamaños posibles a lo que se une calcomanías y anuncios externos y la diversidad de diseño que le dan a los buses, aunque sean del mismo color.
Todo esto hace “bayunco” el fenómeno. Para variar, en el interior de un bus se lee: “Este bus es suyo, cuidemolos”.
Viajar en un bus en este país, además de ser una odisea inquitable es uno más de los males necesarios de los que no sale el país. El busero empresario tiene la idea de que está haciéndote un favor al proporcionar transporte, cuando para muchos es sabido que es uno de los negocios más lucrativos que tiene El Salvador. Si hubiera un mejor y más eficiente sistema de trasporte público, mucha gente dejaría de manejar sus propios vehículos y con eso bajarían los niveles de contaminación en el país.
¿Usted se imagina a alguien en una población distante, dentro del territorio nacional, que fuera capaz de comprar de antemano su boleto para una fecha y hora programada por medio de una oficina o de Internet? ¿Y que hace su viaje desde el interior del país a la capital y se desplaza por toda la ciudad con el mismo boleto sin tener que pagar algo extra porque el sistema de trasporte público ya ha incorporado ese precio dentro del boleto y le permite hacer esos transbordos sin costos extras? Todo eso no es un sueño, ni mucho menos algo que nos estamos inventando, ya que existe y funciona en otros países del continente, como México y Colombia, donde el flujo diario de pasajeros es muy alto.
Además, el sistema de trasporte de esos países es diferenciado, lo que quiere decir que hay desde autobuses de tercera categoría y precios más baratos hasta autobuses ejecutivos, que dan la sensación de ir en un avión en cuanto a comodidades. Yo, en México, me he movido en autobuses que son así.
El punto principal es que tener un efectivo y eficiente sistema de transporte en El Salvador requiere de una visión nueva de las autoridades y de la empresa privada, de un mayor control en cuanto a la edad y estado mecánico de las unidades, de adecuadas políticas públicas, que permitan la existencia de diversos medios de transporte dentro de ese sistema y que eso no se preste a la corrupción. Por otro lado, con la conciencia de que el sistema no funcionaría si no se cuenta con el apoyo del público usuario, para que dimensione que el trabajo de buseros, motoristas y cobradores es tan digno y tan humano como el de cualquier otra persona.
Claro está que el sistema de transporte es tan necesario para el funcionamiento de todo el engranaje social y nacional que es indispensable que todos contribuyamos a no manchar ni dañar las unidades, o que sepamos que habrá autoridades y leyes que nos podrán sancionar por cualquier daño que hagamos al vehículo. En este país hay motoristas que frente a los policías pasan los semáforos en rojo, paran donde no deben parar y los policías tampoco sancionan.
Estamos llegando, si es que no hemos llegado ya a la sociedad en donde cada quien hace lo que quiere y eso a corto, mediano y largo plazo es desastroso para la sociedad. Tengo entendido que son millones lo que los empresarios deben en esquelas que tampoco van a pagar.
A propósito, el martes 12 del corriente mes un matutino informaba que los conductores deben $6.6 millones en esquelas solo del año recién terminado y que estas se habían colocado a los motoristas principalmente por no portar licencias de conducir, conducir a excesiva velocidad que naturalmente según las estadísticas, en este país, es una de las causas principales de los accidentes de transito.
¿En qué estamos entonces? Si queremos que las cosas se hagan bien, desde luego, eso implica un cambio cultural profundo y de conducta social, lo que implica que no solo debe haber cambios en la forma de vestir, actuar y comunicarse de los motoristas y los cobradores, sino que también en el sentido de responsabilidad, en el trato que estos reciben de parte del público usuario, de sus empresarios contratantes y de las autoridades, ya que un paso de esa dimensión no será fácil, pero sí necesario, si queremos que los medios de trasporte dentro y fuera de El Salvador cumplan cada vez más con los estándares internacionales del desarrollo.
Aquí se matan treinta y más personas en un accidente donde un autobús está involucrado, y en los juzgados de lo que se habla es de conciliar.
Hemos llegado al extremo, en este país, que por un par de dólares se paga la vida de las víctimas de un sistema inhumano y desordenado. Esto debe de terminar. Nuestra sociedad, y ninguna otra sociedad en el mundo, ha nacido predestinada al sufrimiento.
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