Escrito por Jaime Mejía. 23 de Enero. Tomado de Contra Punto.
La historia de un pueblo no es lo que ese pueblo ha vivido, sino lo que ese pueblo recuerda y cómo lo recuerda
ESTOCOLMO - Los hechos sangrientos a raíz del levantamiento campesino de enero de 1932 en El Salvador, son una llaga abierta en el alma del pueblo, la traemos adherida como una pústula histórica en las entrañas de cada uno de los salvadoreños.
Es un dolor espantoso, un grito infinito que retumba, un llanto eterno traducido en una lucha desigual y constante desde que el sol sale, hasta que se oculta sigiloso entre cerros y volcanes de mi querida patria.
De alguna manera los relatos históricos, clandestinos o no, tienen que pasar de mano en mano, de boca en boca, para que todos los ciudadanos los conozcamos, hay que untar de historia a todos los salvadoreños para descubrir y encontrar nuestra verdadera identidad de pueblo luchador y valiente.
Los relatos contados a Roque por Miguel Mármol, es lectura obligada para rehacer los sangrientos acontecimientos de 1932.
Si aberrantes actos quedan en el limbo del olvido perdemos la razón de ser como pueblo, perdemos la memoria y existe el peligro que semejantes hechos vuelvan a suceder.
Como dice Roque Dalton es un deber moral: “Ayudar a la búsqueda de antecedentes políticos en la historia nacional que puedan eventualmente apoyar y reforzar las posiciones verdaderamente revolucionarias en su lucha contra las posiciones seudorrevolucionarias, antimarxistas y contrarrevolucionarias en el seno del movimiento popular de nuestro país y de nuestro continente.” (Miguel Mármol Los sucesos del 32 en El Salvador)
No podemos darnos el lujo de seguir fomentando la cultura de la impunidad en hechos más recientes, pues se genera un sentimiento de fatalidad y derrotismo generalizado entre el pueblo, se corroe la voluntad de luchar y se diluye la posibilidad de resistencia.
Cuantos historiadores andan anónimos entre nosotros, cuantos contadores de historias prohibidas pululan por las calles de las ciudades y caminos rurales, ignorados y olvidados?
La historia nos duele y es deber de nosotros recopilarla y contarla tal como fue a las generaciones presentes y venideras.
Vaya pues un homenaje póstumo a todos los mártires de ayer, de hoy y de siempre. “La historia de un pueblo no es lo que ese pueblo ha vivido, sino lo que ese
pueblo recuerda y cómo lo recuerda”.
Algo de lo que Roque Dalton escribió de 1932.
”En 1932 no se torturo a nadie. ¿ A que horas señor? Ya solo con fusilar aquellas tanatadas de gente teníamos más trabajo del que podíamos atender con seriedad. Por eso no me extraña que haya sobrevivientes entre los fusilados. Se conoce el caso de Don Miguel Mármol, pero debe haber otros por ahí, que no hablan por miedo de que se los vuelvan a tronar otra vez en la menor oportunidad”.
“Nadie comía carne de cerdo. En primer lugar porque de seguro estos animales se habían encargado, junto a los zopilotes y los insectos, de devorar los cadáveres de los campesinos que habían caído entre los matorrales y en segundo lugar porque más de alguna persona aseguró que vendedores inescrupulosos habían llegado a vender carne humana en zona de occidente especialmente azotadas por el hambre, haciéndola pasar por carne de cerdo.”
“Las Guardias Cívicas tenían carta libre para matar a cualquiera. Las autoridades judiciales y militares, por el contrario estimulaban a los miembros de tales cuerpos para que hicieran lo menos prisioneros posibles y de una vez fueran haciendo justicia directa, a tiro limpio. Los grupos de la Guardia Cívica competían entre sí para ver quien podía matar o localizar más comunistas en un día. Estas Guardias actuaron y mataron gentes aun en lugares donde nunca hubo actividad comunista.”
“Desde varios púlpitos de San Salvador los sacerdotes absolvieron previamente cualquier pecado que por exceso pudieran cometer las Guardias Cívicas en el desempeño de sus labores anticomunistas.”
“¿Que no se torturó? Eso es falso. Se torturaba diariamente y constantemente . Toda persona que era capturada era muerta después de horribles palizas, macheteadas, sacaduras de ojos, colgaduras. La Guardia nacional mató a muchas personas a culatazo limpio, el ejército se distinguió en el uso de la bayoneta. Cuando se capturaba a un campesino que hubiera hecho resistencia se le cogía entre cuatro por brazos y piernas, se le lanzaba al aire y se le enganchaba en la caída con la bayonetas. La única garantía de no ser torturado era ser muerto desde lejos. “
“En todos los hospitales había orden de avisar a la Guardia o a la Policía sobre los heridos que llegaban pedir curación. Así se capturó y se remató a muchos que habían sobrevivido los ametrallamientos en las zonas rurales.”
“En Izalco se llevó a los niños de las escuelas primarias a presenciar el ahorcamiento del líder indígena Feliciano Ama.”
“Un destacamento de la Guardia Cívica de San Salvador allanó un conocido prostíbulo y venta de agua ardiente. Con la amenaza de que si no aceptaban complacerlos las acusarían de comunistas y las matarían, obligaron a las prostitutas a participar en una orgía que duro una semana, hasta que se agotaron las existencias de licor. Una de las prostitutas fue muerta a golpes por los Guardias Cívicos en medio de la borrachera.”
“Dice Miguel Mármol que, en Armenia, un general de apellido Pinto mató personalmente a mas de setecientos campesinos que había sido capturados por el ejército. Los soldados obligaban a los presos abrir sus fosas y luego venía el general y los mataba con su pistola.”
“De acuerdo con la población de entonces, en enero de 1932 hubo en El Salvador más de un muerto y medio por kilómetro cuadrado.”
“Entre los fusilamientos efectuados con lujo de publicidad en Izalco, causó gran dolor el del campesino pobre Francisco Sánchez, conocido en la población y entre los indios como Chico Sánchez, quién se había afiliado al comunismo y que precisamente por el cariño de que gozaba habías sido seguido por mucha gente hacia las filas del Partido Comunista, los sindicatos campesinos y el Socorro Rojo Internacional. En publicaciones anticomunistas centroamericanas ha circulado una serie de fotografías del fusilamiento de Chico Sánchez. En ellas se ve al dirigente campesino posando entre el coronel Juan Ortiz y el cura que le oficio los “auxilios cristinos”, o bien arrodillado frente a este mismo cura en los momentos de hacer su confesión católica. La foto final de la serie muestra a Sánchez muerto, con la boca y los ojos abiertos, mirando hacia el infinito, mientras el volcán de Izalco comenzaba un violento ciclo eruptivo. Un poeta de la época, izquierdista que con el correr de los años en un furibundo derechista, pudo entonces captar en unos versos defectuosos pero muy sentidos, lo que pensaba el pueblo de la de Francisco Chico Sánchez:
Francisco Sánchez, Francisco,
Indio de mirar lejano,
La dura cara de risco
Y el corazón franciscano.”
“La pistola 45 comenzó a ser muy apreciada en e ejército de El Salvador durante los acontecimientos del año 32. A partir de entonces se convirtió en el arma personal por excelencia de los oficiales en campaña. Es que fue sin duda notable cómo las balas de fusil, digamos 30.06, e inclusive las ráfagas de ametralladora pesada de ese calibre, eran incapaces de contener a los campesinos que cargaban la tropa a machete pelado. Los enardecidos comunistas terminaban por morirse, pero alcanzaban a llegar hasta el nido de ametralladoras y en ocasiones hasta herían a los soldados del ejército. El impacto de la bala .45, que, como se sabe, es un golpe de 500 libras en una superficie de 11 milímetros de diámetro, paralizaba inmediatamente en el mismo lugar a quienes lo recibían. Parece que ello se debe al shock o algo por el estilo. Lo cierto es que ningún oficial portador de la .45 tuvo la menor dificultad durante los hechos de guerra de aquel año. Igual experiencia había tenido antes las fuerzas norteamericanas invasoras de Filipinas.”
De “las historias prohibidas del pulgarcito”
Roque Dalton. (1935-1975).
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