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2010/01/19

Contra Punto-El presidente Funes honra la memoria de las víctimas

Escrito por Luis Armando González.  18 de Enero. Tomado de Contra Punto.

El presidente Funes, al pedir perdón en nombre del Estado, sentó un mojón para el saneamiento moral de la sociedad salvadoreña. Otros mojones deberán implantarse.

SAN SALVADOR-El presidente Mauricio Funes, en un acto de gran trascendencia histórica, pidió perdón a las víctimas de los crímenes cometidos por el Estado salvadoreño durante la guerra civil de 1981-1992. En efecto, en esos años aciagos, desde el aparato estatal se generaron prácticas sumamente violentas –que muchas veces cobraron el carácter de terrorismo de Estado— en contra de amplios grupos sociales, a los que consideraba, en virtud de sus filiaciones ideológicas y políticas, ajenos a cualquier derecho y dignidad. 

Se trató de algo verdaderamente grave no sólo por la magnitud de los crímenes cometidos por los agentes estatales (ex cuerpos de seguridad y Fuerza Armada), sino por la perversión de la misión fundamental del Estado –que era la de proteger la vida e integridad de sus ciudadanos— que ello supuso.

La responsabilidad del Estado en esos crímenes es algo que no se puede obviar. No hay forma de justificar las atrocidades cometidas en su nombre ni la impunidad con la cual esas atrocidades quisieron ser ocultadas o minusvaloradas. No debe perderse de vista que esos crímenes –torturas, asesinatos, persecuciones, desapariciones— fueron realizadas por personas concretas, que a su vez recibieron órdenes de personas también concretas. 

Pero unas y otras actuaron en nombre del Estado –y lo hicieron como agentes del Estado—. Y es por los crímenes cometidos por estos agentes estatales que el presidente Funes pidió perdón en nombre del Estado salvadoreño. Saldó una deuda con la dignidad y la memoria de las víctimas; saldó una deuda dejada por quienes ocuparon antes de él la silla presidencial y no supieron (o no pudieron) estar a la altura de su responsabilidad ante la sociedad.     

Esta petición de perdón, desde el Estado y por un presidente de la República, era necesaria no sólo para honrar la memoria de las víctimas, sino para avanzar en la dignificación moral de la sociedad salvadoreña. 

La nuestra es una sociedad deteriorada moralmente, aunque no sólo lo está en ese plano. Ese deterioro tiene que ver, sin duda, con las seculares precariedades socio-económicas que abaten a amplios sectores sociales. Pero tiene que ver también con miedos e incertidumbres que hunden sus raíces en el pasado reciente del país; tiene que ver, además de ello, con la certeza de que este país la justicia es imposible y que la impunidad siempre sirve de cobijo al crimen.

En este sentido, el presidente Funes, al pedir perdón en nombre del Estado, sentó un mojón para el saneamiento moral de la sociedad salvadoreña. Otros mojones deberán implantarse. Esos que permitan juzgar y condenar a quienes cometieron (ordenando o ejecutando) crímenes de lesa humanidad; que permitan la reparación debida a las víctimas sobrevivientes y a sus familiares; que lleven a determinar con la mayor exhaustividad posible la naturaleza y composición de los escuadrones de la muerte; que ayuden a establecer responsabilidades fuera del Estado, por ejemplo en los medios de comunicación que alentaron asesinatos, persecución y torturas a opositores políticos…

El 16 de enero de 2010 fue un día histórico en El Salvador. No se tiene que permitir que hechos ajenos a lo sucedido ese día –hechos que en otro momento deben ser abordados sin reparos y con la mejor disposición crítica— ensombrezcan lo que constituye uno de las muestras de responsabilidad histórica del presidente Funes, como lo fue haber honrado desde el Estado a las víctimas de atropellos cometidos por agentes suyos durante los años de guerra. 

El presidente Funes honra la memoria de las víctimas

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