02 de Mayo.Tomado de El Faro.
Paradójicamente, al decretar la muerte del PDC y el PCN, la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia ha firmado definitivamente su propia sentencia de muerte. En El Salvador no se puede hacer las cosas de manera independiente ni retando al poder; no se puede actuar como si no existieran dinámicas de arreglos y compadrazgos e intereses políticos muy por encima de los institucionales para el sistema político.
Ya nadie siquiera se plantea si serán reelectos o no los cuatro magistrados que desde julio de 2009 han sentado cátedra no solo en materia jurídica, sino, y sobre todo, en materia de ética, independencia y valentía. De sacrificio de los cargos en función de lo que consideran correcto.
Independientemente de si se está de acuerdo o no con las polémicas decisiones que han tomado, lo han hecho sin sesgos ideológicos ni políticos (han tomado decisiones que afectan a todos los partidos y a todos los sectores, incluyendo a los medios de comunicación, a algunos empresarios, al poder Ejecutivo, al poder Legislativo y de hecho entraron tomando decisiones administrativas que afectaron al propio órgano Judicial) y a sabiendas de que debido a ello difícilmente estarán más de un periodo en sus cargos. Muy probablemente serán retirados de manera temprana justo por hacer su trabajo correctamente.
En este país, con las actuales condiciones, la ciudadanía debería salir a defender a sus magistrados y exigir al resto del aparato del Estado que imitara la independencia, la honestidad y la determinación de la Sala de lo Constitucional. Debatiría sus decisiones, pero no discutiría su manera de proceder.
En El Salvador, lamentablemente, los magistrados de la Sala de lo Constitucional pasarán a la historia como un error del sistema. Una excepción inexplicable mediante la cual cuatro extraños se colaron en un sistema de prebendas y compadrazgos hasta que fueron retirados después de su primer periodo (si acaso los dejan terminar). Pero también pasarán a la historia como el referente de lo posible, y esto no es poca cosa. Sobre todo si sirven de inspiración a nuevas generaciones de políticos y burócratas y abogados y jueces.
Pero mientras pasan a la historia, los magistrados de la Sala de lo Constitucional aún enfrentan el mayor de sus desafíos: depurar el sistema judicial, extirpar el cáncer de los jueces corruptos y criminales. No es tarea fácil, pero estos cuatro magistrados ya han demostrado que no se rinden fácilmente.
La declaración de inconstitucionalidad del decreto que revivió al PCN y al PDC terminará definitivamente con sus posibilidades de reelección. Este acto de valentía debe ser reconocido públicamente, aún si no se está de acuerdo con la sentencia. Es la actitud y los principios que guían sus acciones, que deberían ser imitados por todos aquellos que aspiran a servir a la ciudadanía, como repiten cada vez que se postulan para algún cargo los políticos salvadoreños. Es la ciudadanía, a la que han servido de manera ejemplar, la que está llamada ahora a defender la Sala de lo Constitucional.
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