Escrito por Marvin Aguilar. 04 de Mayo. Tomado de La Página.
Dominga Hernández llegó de Sensembra, Morazán a trabajar de domestica a San Miguel, tenía 20 años. Ahora cuenta ya 80, nunca le pagaron seguro social y menos pensión de vejez. Adolece de Parkinson, presión arterial alta y osteoporosis. Por 60 años trabajó en nuestra casa y, una vez llegué yo, le asignaron cuidarme; aún lo hace, reza por mí siempre, es lo único que su salud le permite hacer. No sabe leer ni escribir pero, de pequeño, me contaba cuentos que despertaron en mí la curiosidad.
Minga, como le llamamos, morirá dignamente, cuidada por nosotros y será enterrada en nuestro panteón familiar. Junto a mi padre y su esposa, sus “patrones”, a los que sirvió hasta la muerte. Esta historia no es igual para todas las personas que trabajan en el servicio doméstico. El asilo San Antonio de mi ciudad está lleno de viejecitas que trabajaron para varias familias “bien”, y que cuando ya no les servían se las fueron a dejar a sor Genoveva Jac para que ella se haga cargo de esos seres inútiles.
Todas estas familias son cristianas y algunas son de izquierda, otras tantas de derecha. Incluir al servicio doméstico al seguro social es un paso de justicia histórica para un sector de la población salvadoreña que representa sin más la nueva versión de esclavismo moderno. ¿Exagerado? Están al servicio las 24 horas, se cree que por darles vivienda y comida se les ahorra una buena cantidad de dinero; se desconoce que es obligación darle al empleado las condiciones necesarias para que desarrolle bien su trabajo. Vivir y alimentarse en la casa equivale como a la silla y escritorio que me asignan en mi oficina.
Esta semana escucharemos una variedad de análisis que irán desde las promesas no iniciadas para su cumplimiento, hasta el aumento de los males nacionales en los últimos 365 días. En ocasiones el gobierno parece ciegos guiando ciegos, y mudos enseñando hablar a sordos.
Pero la verdad, es obligatorio mencionar algunos aspectos que están cambiando paradigmas culturales que son sentidos por una minoría de la población y que ayudan a combatir una de las conductas arraigadas dentro de la mayoría de salvadoreños: el desprecio a los débiles, el machismo y la intolerancia.
El aborto terapéutico
Las declaraciones en diario El Mundo del 10 de mayo de la ministra de salud Isabel Rodríguez: es injusta e infame la situación de las mujeres salvadoreñas a quienes se le prohíbe el aborto terapéutico. Fueron palabras, sobre todo realistas.
En julio de 2009 en Ginebra, Suiza, el comité contra la tortura de ONU, declaró como tortura contra la mujer toda forma de penalización del aborto. Penalizar el aborto cuando una niña, joven o mujer ha sido violada, sufrido incesto, o cuando el embarazo pone en peligro su vida, es una tortura. Esto es así, porque además de lo traumático de su experiencia por la que resultó embarazada o, de un parto traumático, al penalizarla se le está prolongando el sufrimiento ya experimentado a través del estrés traumático que le producen los largos periodos de ansiedad y depresión pos aborto.
Cuando una mujer dice: este macho es mi mula…
Una mujer cuando toma una decisión la ejecutará diga lo que diga Dios, y la sociedad entera. Ya sucede. ¿Acaso desconocemos el procedimiento inmediato que se da a una mujer violada? El mismo periódico informaba que: el 30% de los embarazos son en jóvenes menores de 19 años. Huelga decir que debido a nuestro atraso cultural al hombre salvadoreño, dentro de este problema muy poca responsabilidad se le reconoce. Una vez embarazada, el fruto de ese vientre es solo “culpa” femenina.
Cuando en Europa me preguntaban sobre como ejemplarizar el machismo latinoamericano, yo gustaba de compararlo con la conducta del conductor de autobús: va por la calle con una gran máquina, la presume, la corre, la impone. Pero cuando tiene un accidente, huye, y se lleva la caja del dinero. Ese es el macho salvadoreño. Por eso la despenalización de algunas clases de aborto, al igual que piensa la ministra de salud salvadoreña, ahora primera vicepresidenta de la OMS, creo que no solo sería un acto de justicia para la mujer, sino además una derrota contra el machismo nacional. Teniendo en cuenta que educar sexualmente a los salvadoreños igualmente, es pecado.
En El Salvador se aborta aunque las leyes lo prohíban
El aborto es otro tema de desigualdad nacional. ¿Quiénes pueden abortar y reconstruirse el himen en nuestras sociedades puritanas? Solo las que pueden obtener la visa mexicana o estadounidense o pagarse el boleto de avión para ir al Distrito Federal mexicano, California o Europa y allá interrumpirse el embarazo. Las demás, o deben de cargar con su culpa y hundirse más en la pobreza y la violencia familiar o abortar con medios rústicos y silvestres. La moral nacional permite todo, siempre y cuando nadie lo sepa.
Por supuesto que es una tragedia el caso de una mujer y un aborto. Contra argumentar pretendiendo colocar al articulista o pro abortistas en esa situación es una falacia, similar a la que montaron los que encontraron “en adulterio” a la mujer de la Biblia, y que, pretendiendo sorprender a Jesús le retaron a culparla. Pero él, sabía que un adulterio es válido cuando lo cometen dos, y por ley se debía castigar a los dos. Ellos, solo llevaban a uno de los dos: la mujer.
Las leyes sobre este tema no debiesen escribirse pensando en que yo voy, o no, a cometer una falta o delito, sino redactarse bajo el sentido común de que: no todos podemos reaccionar de forma igual. Menos obviar que esta sociedad no funciona de la misma manera para todos. La moral del pueblo no es la moral burguesa. Y transformarla dominante por ley solo nos instala en la doble moral. Esa, que en la sociedad se manifiesta en lo que más carcome el país: padres autoritarios, anomia de valores, políticos corruptos.
La diversidad sexual
En las bananas republics hay una institución por la cual no votamos, pero tiene poder: la primera dama. Y bueno es que sea una brasileña la que dirija la nueva secretaría de inclusión social, esto porque Brasil no solo debe de ser ejemplo en lo económico o en el fútbol, sino en la forma en que se han llegado a acuerdos como sociedad en temas como el preservativo y, la diversidad sexual.
Recuerdo que en clases de filosofía, yo le pregunté a mi profesor - un viejo comunista-, sobre lo contrariado que me encontraba cuando en mi país, había personas que se llamaban liberales, pero solo lo eran en lo económico; en lo social y político eran iguales a Stalin. Me mandó a leer a Ortega y Gasset. Luego de la lectura, me preguntó: ¿ya sabes qué clase de liberales hay en tu país? Sí, le conteste: liberales no democráticos. ¿Y tú, de que clase eres? Democrático, contesté.
El decreto ejecutivo 56 es un avance en materia de Derechos Humanos.
El comportamiento humano está determinado por la predisposición biológica y por el entorno. Las actitudes, valores, no solo las limita nuestra genética; la orientación sexual es demostrada con prioridad al nacimiento según investigaciones del Instituto Kinsey. Sino además las experiencias en el proceso de enculturación. ¿Un terreno común? Está bien, solo hay “dos sexos”. Pero el dimorfismo sexual se refiere a lo biológico (Dios). Si de género se trata, este abarca todos los rasgos que una cultura atribuye e inculca a hombres y mujeres.
Sostengo que género y sexo son dos esferas distintas. Dios –si gustan- asigna el sexo, pero el género, es el resultado de la construcción cultural de las características femeninas y masculinas. Es por eso que en un mundo que tiene una diversa construcción cultural, no siempre aplicara las mismas imágenes de masculinidad y feminidad.
Los roles de género variaran de acuerdo al entorno, economía, estrategia adaptante, y el tipo de sistema político. De allí que la lucha sea entre el rol de género que una sociedad machista y no secular como la salvadoreña le ha otorgado a los sexos: masculino-femenino, contra las nuevas estratificaciones de género que reclaman por una distribución desigual de recompensas.
La lucha, no es contra la familia o la vida como lo sostienen los nacional religiosos. Es contra los estereotipos de género. Contra las ideas simplificadas pero fuertemente asumidas sobre lo que en El Salvador significa ser varón y hembra.
El bardaje es un magnífico ejemplo de cómo las civilizaciones pre colombinas habían abordado mejor que las sociedades modernas el tema de género.
El Nuevo Testamento y la diversidad sexual
Estarán de acuerdo estimados creyentes que Jesús no solo fue lo que dijo, sino lo que hizo. Así que dejemos de interpretar algunos textos de manera literal y otros con gran flexibilidad. Más que “las conductas desviadas” la Biblia brinda mayor atención a: la hipocresía, arrogancia, odio. Jesús vio en estas conductas la verdadera amenaza del reino de Dios.
Jesús sana al siervo (pais) del centurión. Que no era más que el amante joven de un hombre mayor, más poderoso y educado. (Mat 8,5-13, Lc 7, 1-10).
Jesús se opone al divorcio debido a los abusos experimentados por las mujeres. Y dice: pues hay eunucos que nacieron así del vientre de su madre (intersexuales), y hay eunucos que son hechos así por los hombres y hay eunucos que así mismo se hicieron por causa del Reino de los Cielos. El que sea capaz de recibir esto, que lo reciba (Mateo 19:12). Aquí mismo el Maestro de Nazaret, explica que el matrimonio no es la norma para todos.
En los días de Jesús había tres tipos de eunucos: los célibes, los esclavos castrados para no poseer descendencia y “los que nacieron así”. Leamos Isaías 56, 4-5. El Maestro justificaba que: no todos son capaces de recibir esto (casarse), sino aquellos a quienes es dado. Luego: no todos pueden crear el modelo de familia tradicional.
Finalmente Hechos 8, 26- 40: el Espíritu Santo envía a Felipe el Diácono a conocer y bautizar a un eunuco etíope esclavo de la reina Candace de Etiopía. Una de las primeras personas conversas al cristianismo, fue una que había sido excluida por razones sexuales de la comunidad por el Antiguo Testamento. Sin exigirle cambiar su condición. Es decir negarse a sí mismo.
Ahora pueden lanzar las piedras.
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