Ramón D. Rivas. 25 de Junio. Tomado de Diario Co Latino.
A simple vista se constata que las pinturas que sobreviven son, en su gran mayoría, representaciones humanas. También hay manos dibujadas. Observé que existen escasas representaciones de animales, aunque en otros tiempos deben haber sobresalido. También vi algunas figuras que podrían representar plantas. La mayoría de imágenes son pintadas en rojo; los colorantes utilizados son probablemente de origen mineral: ocres, rojos, etc.
Los estudios actuales seguramente revelarán importantes detalles. Por lo menos eso es lo que yo observé. Aunque don Rogelio me afirmó que durante la guerra muchos árboles maderables se los robaron y los incendios han sido una amenaza y, a veces, un grave problema. Hoy en día, un creciente parque reforestado rodea a esta evidencia única del pasado de nuestros pueblos.
Al subir la imponente gruta por un sendero se observa la ciudad de Corinto y todo el medio natural que le rodea, caracterizado por formaciones rocosas que nosotros comúnmente conocemos como talpetate, que desde lejos parecen inmensas manchas sobre la tierra.
El arqueólogo Shione Shibata, coordinador del departamento de Arqueología, es quien lidera la investigación arqueológica del monumento con arqueólogos nacionales graduados de la Universidad Tecnológica de El Salvador, los estudiantes egresados Julio Alvarado y Óscar Camacho, y Mariela Janeth Moncada, a quienes no mencionamos antes.
Los arqueólogos persiguen conocer la estratigrafía del lugar. El día anterior a mi llegada ya habían iniciado la excavación. Con eso —según él— Shibata se trata de llegar a la roca madre. Se quiere llegar hasta ver si hay vestigios de la época paleolítica (antes de la elaboración de cerámica) o ocupaciones de otros pueblos.
La francesa Elisenda Coladans, en la década de los 90 también investigó el lugar. Con esta nueva investigación se quiere profundizar más al respecto. Por su parte, la arqueóloga y restauradora Claudia Ramírez, quien forma parte del mismo proyecto y estudia la parte de las transformaciones pictográficas, afirma: “Este abrigo jamás ha tenido un diagnóstico, solo casos puntuales que los arqueólogos han señalado. Parte de este diagnóstico es llegar a conocer los valores que tienen el lugar.
Es que cuando ya se han encontrado esos valores (científicos) se tiene la pauta. Esos valores van a dar la pauta para pensar en un plan de manejo”. Por lo que explica Ramírez, por el momento se esta tratando de documentar lo más que se puede las pictografías, y para ello se van registrando los daños; si estos son antrópicos o son de carácter natural. Se están tomando muestras de las pinturas, así como el biodeterioro que —de acuerdo con la arqueóloga— estas se enviarán a Colombia para su respectivo análisis de laboratorio. Ramírez es de la opinión de que “si en el futuro se quiere restaurar, ya se dispone del análisis o de lo que se debe estudiar”.
Se han detectado problemas en el estudio de los pictogramas, y entre ellos la científica detalla los siguientes: “Uno es la naturaleza de la piedra, es como una esponja. Adentro tiene un tipo de costra blanca, pues cuando atraviesa la piedra se vuelve a depositar y se cristaliza. Esto recubre la pintura y la deforma. Hay muchos lugares donde la pintura ya no se ve. De los años 50 a los 80, la gente ha hecho fogatas, dejó hollín y en algunas partes reventó la roca en la parte superior.
Hay casos de vandalismo ya que, a lo largo de los años, la gente les ha tirado piedras y balazos y ha rallado las pictografías. El otro problema que se tiene es la filtración de agua, que ha oscurecido mucho la pared rocosa. De acuerdo con Claudia Ramírez, se ha encontrado material cerámico del período clásico y de la fase lepa; pero también se han encontrado algunos petrograbados que datan del posclásico. Por lo que se ha podido constatar hay una superimposición de pinturas, que nos dice se elaboraron de forma continua.
La cueva está bastante contaminada y hay bastante filtración de agua con material pétreo, lo que se llama lixidación (costra blanca), que daña las pinturas. Eso contamina y crea confusión en la datación. También, está el problema de que, por varias décadas, la cueva fue utilizada para quemar leña para carbón. En fin, con toda la documentación que se va a sacar de las pictografías se pretende hacer el levantamiento gráfico y se realizará una exhibición itinerante de los resultados.
La idea es poder llevar a la gente las cuevas de Corinto (la “Gruta del Espíritu Santo”). Por su parte, y como miembro del mismo proyecto, el museógrafo Leonardo Regalado del Museo Universitario de la Utec, elabora una propuesta gráfica para la exposición museográfica que se elaborará y que mostrará al país este impresionante lugar.
Estoy seguro de que en los próximos años, con estos trabajos de investigación, la gente no solo del lugar —aunque es a ellos a quienes se les apunta en primera instancia, para que conozcan de su medio cultural y natural—, sino el país en general dispondrá de importantes insumos académicos para poder revalorar el rico y preciado patrimonio cultural, que es abundante en este nuestro pequeño, pero grande país.
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