Alejandro Alle.31 de Agosto. Tomado de El Diario de Hoy.
En estos últimos días hubo una particular concentración de un tipo especial de noticias económicas: el que hace retumbar los tambores bélicos. En efecto, los reportes destilaron terminología militar, utilizando expresiones como protección, invasión, guerras comerciales, toma de represalias, y pedido de salvaguardas.
Ese fue el vocabulario que de forma reiterada pudo leerse debajo de titulares como "Honduras acusa a El Salvador de triangular arroz", "No convence acuerdo con la UE por lácteos", o "Dominicana mantendrá aranceles a El Salvador". También fue ese el lenguaje que pobló el texto de un campo pagado para urgir a las autoridades "a activar los mecanismos de solución de conflictos".
Lo concreto es que Marte, el dios mitológico de la guerra, ha usurpado los feudos de Mercurio, el dios del comercio. El recientemente fallecido Manuel Ayau, con su simpática ironía, acusaría de tal intromisión a los "expertos en comercio internacional", diciendo que "se la pasan hablando de políticas comerciales justamente porque nunca han entendido cómo funciona el comercio".
Convengamos que la dialéctica del (no tan libre) comercio es extraña pero no inocente. Su raíz está en las ideas mercantilistas, que surgieron durante los siglos XVI y XVII, impulsadas por "hombres prácticos", quienes por ser exitosos en sus negocios fueron considerados expertos en economía.
Los mercantilistas decían, al igual que sus herederos dicen..., que la riqueza de un país consiste en la cantidad de dinero acumulada. Por eso recomendaban estimular las exportaciones y limitar las importaciones. ¿Por qué las exportaciones tienen signo positivo y las importaciones con negativo? Porque definieron el movimiento del dinero y no el de las mercaderías: según ellos una exportación es "positiva" porque "el país" queda con más dinero. Y una importación es "negativa" porque "el país" queda con menos dinero.
Pero no es cierto que "los países" comercien: la esencia del comercio no cambia porque sea nacional o internacional (¿por qué habría de hacerlo?), dado que los intercambios siempre se dan entre personas, que en el caso del comercio internacional se caracterizan simplemente por residir en países diferentes.
La actividad comercial es el intercambio pacífico y voluntario de bienes y servicios, llevado a cabo entre personas que quieren obtener una ganancia ejerciendo su derecho de propiedad sobre las mercancías intercambiadas. ¿Definición de texto? Y de sentido común también.
Es precisamente cuando se fuerza la voluntad (léase libertad) que se pone en riesgo el pacifismo. Dando lugar a los citados tambores bélicos.
En la acusación de triangular arroz, la raíz del problema, en caso que fuese cierto, estaría en la existencia de precios mínimos, o sostén, que los productores hondureños exigen a la industria arrocera en Honduras.
En otros casos, la triangulación puede deberse a diferencias entre los aranceles de importación de dos países: si entrar a Nicaragua desde El Salvador fuese notablemente más barato que hacerlo desde los Estados Unidos, las mercaderías estadounidenses tenderán a "pivotar" en El Salvador antes de llegar a Nicaragua. En síntesis, las causas son siempre las distorsiones artificiales que los burócratas introducen al comercio.
En el caso de los lácteos las reacciones son notables: los políticos que dicen ser de izquierda se ponen del lado de los productores y no de los consumidores, porque "los europeos vienen con espejitos de colores", y los que dicen ser de derecha afirman que "la libertad sería nefasta". El mundo al revés. Porque no entienden el comercio, diría Ayau.
Finalmente, en el caso de República Dominicana, el origen de la represalia que toma dicho país (en contra principalmente de sus propios consumidores, más que de los productores salvadoreños) está en un reclamo por la permanencia de un incentivo en El Salvador a sus exportaciones, denominado "draw-back" (en contra principalmente del contribuyente salvadoreño, más que de los productores dominicanos). ¿Resultado?, la prohibición impide a los consumidores dominicanos comprar a mejor precio.
Quizás los burócratas debieran calmar esos tambores bélicos. Parece que tanto ruido no los deja pensar.
Hasta la próxima.
elsalvador.com :.: La extraña dialéctica del (no tan libre) comercio
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