Ricardo Chacón.29 de Agosto. Tomado de El Diario de Hoy.
Quiero trascender de los ejemplos, sin embargo voy a partir de tres casos, por supuesto, sin entrar en detalles ni mencionar nombres para no herir susceptibilidades. Lo voy a hacer así porque no es mi intención polemizar o "atacar" a nadie, pero claramente dan pie para reflexionar sobre una de las acusaciones más comunes que se suelen hacer a los periodistas: impulsar campañas de desprestigio.
El primer caso tiene que ver con un alto funcionario quien, cuando estaba en la oposición, no sólo demandaba amplios reportajes de denuncia sobre la gestión anterior, sino que solía ser uno de los defensores de la transparencia. Ahora, en su nuevo cargo, no solamente se "siente "atacado" y califica las informaciones que se hacen sobre su gestión como "ataques" y que forman parte de una campaña de desprestigio; además, en su labor, se dice, hay transparencia, sin embargo poco o nada se puede saber de lo importante, por ejemplo, en los fundamentos técnicos, y por supuesto financieros o políticos, en la toma de decisiones.
El segundo caso tiene que ver con un juez, un juez "señalado" por la Corte Suprema de Justicia de serias irregularidades en algunos casos ventilados en su juzgado; ahora resulta que informar sobre esto, forma parte de una "campaña de desprestigio" en contra de este juzgador.
El tercer caso está relacionado con un hecho criminal, de los más viles que ha habido en los últimos tiempos en el país; el principal imputado, ahora en prisión y a punto de ser condenado a una larga pena, ha sostenido que la cobertura noticiosa que se ha hecho del caso es "en su contra", con el objetivo de atacarlo con el "poder de los medios".
La labor periodística va más allá de exaltar o destruir a una persona, un grupo o una organización; la labor informativa prima sobre todo lo demás, y la labor informativa no sólo está regida por estrictos códigos de ética (y decencia, diría yo) y por procesos técnicos no sólo en la recolección de los hechos para convertirlo en información noticiosa, sino también a través de un delicado proceso en el que intervienen diversos actores (reporteros y editores).
Realmente se me hace difícil, conociendo las estructuras y los procesos internos en diferentes medios de comunicación, en muchos países, que un reportero, un periodista o un editor "haga información" para atacar a uno u otro personaje.
Esto no quiere decir --porque la frontera entre lo periodístico y la política, o entre lo personal y lo social, es mínima y hasta imperceptible por momentos--, que no pueda haber distorsión y se use un medio de comunicación como instrumento del poder; no niego que puede haberlo, pero no es lo normal ni lo correcto.
De base, y este es el punto de partida que no podemos obviar en ningún momento, toda información noticiosa parte de un hecho, un hecho que en un momento determinado es confuso, lleno de contradicciones, sumergido, oculto; develarlo es la tarea del reportero investigativo, contarlo es el siguiente momento y, por supuesto, el proceso finaliza con su publicación.
Dicho de otra manera, estos tres ejemplos que cito se han convertido en noticia, porque las acciones de sus protagonistas trastocaron el "orden normal y rutinario" y se salieron del "cauce natural".
Sí no quieren ser noticia, y no aparecer en los medios informativos, estos tres personajes deberían de haber hecho las cosas de manera diferente: el primero, hacer bien su trabajo, evitar los problemas y abrir "sus cuentas"; el segundo, ser un buen juez y no ser sancionado por la Corte Suprema de Justicia, y el tercero, no cometer un crimen y terminar por "nada" con la vida de un semejante.
El mensajero es eso, mensajero.
elsalvador.com :.: Las campañas de desprestigio, una falacia
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