EDH-La pesadilla de tener como vecinos a mareros usurpadores

 Mientras cientos de familias en Soyapango e Ilopango pierden el sueño al saber que tienen maras como vecinos; en la IVU y la Iberia, la Policía, el Ejército y el CAM implementan un plan que intenta devolver la tranquilidad a esos vecindarios

30 de Agosto. Tomado de El Diario de Hoy.

 

Los proyectos de contar con casa propia, de vivir en un espacio privado, con accesos a centros comerciales, escuelas y hospitales, y de paso, cerca de San Salvador, se han esfumado para los vecinos de los condominios Victorias en la colonia Antekirta, en Soyapango.

Sus sueños se han transformado en pesadillas debido a que decenas de pandilleros de una comunidad marginal, aledaña a la línea férrea y de la colonia 22 de Abril, se han apoderado de varios de los apartamentos.

Así, el lugar que antes contaba con caseta de vigilancia, cancha de baloncesto y columpios, en los últimos meses se está atestando de grafitos hechos por pandilleros, de basura y cada vez hay más viviendas sin ventanales o sin puertas, con el zacate sin cortar..., un ambiente que incomoda a muchos de los empleados que ahí viven y que son dueños o inquilinos de los apartamentos.

La seguridad perimetral que permitía a esa colonia el hecho de estar rodeada de fábricas y de una escuela ahora se perdió, ya que ante la emigración de los dueños de varios apartamentos no había quien pagara la vigilancia y así el complejo de unos 200 apartamentos de dos niveles fue quedando solo, propicio para que delincuentes se resguardaran e impusieran su ley, la anarquía.

Este caso no es exclusivo, sucede lo mismo en varias colonias de Lourdes, en Ilopango, y claro en La Campanera, Montes de San Bartolo IV y V, así como en otros sitios de Soyapango y en una larga lista de colonias populosas del Gran San Salvador.

La pregunta de Carlos -nombre ficticio- quien hace un mes huyó del condominio Victoria es y, "¿entonces para qué existe la Policía? ¿A quiénes podemos recurrir para pedir auxilio?".

Carlos dice que llevaba 12 años pagando su casa al Fondo Social para la Vivienda (FSV). "Era el sueño de mi esposa, que al casarnos dejáramos de alquilar y que nos hiciéramos de nuestra propia casita".

Debido a que su salario de 350 dólares no da para mucho, ya que debe mantener a su hijo y costear los estudios de su esposa, Carlos encontró una buena opción en 1998, en esos apartamentos.

Desde entonces le gustó el lugar, por el acceso, está a sólo 100 metros del bulevar del Ejército y hay centros comerciales muy cercanos.

Emigrar por temor

Pero ahora eso es historia. Carlos huyó a otro sector de la capital, ya que no soportaba que cuando una familia se iba y ponía rótulo de "se alquila", en menos de 12 horas ya había pandilleros o familias que se "adueñaban" del apartamento.

Y con ello se sumaba más intranquilidad. Ya era imposible llevar a su hijo siquiera al miniparque de la colonia. Ir a la tienda era exponerse a ser "renteado" -que le pidieran dinero por pasar-. En los últimos días, otros vecinos confirman que ha habido varias balaceras, al parecer por pleitos por la venta de drogas.

Lo delicado de la situación delictiva es que esta colonia que se sitúa a sólo 100 metros del Bulevar del Ejército, cerca de modernos centros comerciales, de una estación policial, sin duda es un ejemplo de la inseguridad que están viviendo miles de personas en el populoso municipio.

Según el FSV, hasta el año pasado había en sus registros 1,063 casas abandonadas. Muchas de las cuales están en manos de usurpadores.

Esa cifra es muy alta respecto a la que en 2004 disponía la Policía Nacional Civil (PNC), que registraba unas 350 viviendas abandonadas, donde no se conoce quién es el dueño, dónde vive y la razón por la cual se marchó.

Se conoce que la mayoría de casas abandonadas está en San Salvador, La Libertad, Chalatenango, Sonsonate, San Miguel, La Paz, Ahuachapán y Santa Ana. Las autoridades no precisan las razones de por qué estas viviendas son desocupadas por quienes las compraron.

Hace un año había 452 casas abandonadas sólo en La Campanera, Soyapango, un sitio donde la presencia de la mara 18 ahuyentó a cientos de humildes familias, personas que optaron por negarse a convivir con vecinos de alto peligro.

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