Carlos Ponce.01 de Septiembre. Tomado de El Diario de Hoy.
La mayoría de salvadoreños han perdido la confianza en los cuerpos gubernamentales de seguridad, encargados de combatir la delincuencia y garantizar la pacífica convivencia de la ciudadanía. En el marco de esta crisis, las autoridades correspondientes han promovido varias iniciativas, buscando revertir la percepción del colectivo.
La Ley de Proscripción de Pandillas es uno de estos proyectos, el cual, a diferencia de otros, ha contado con una relativa aceptación de la población. No obstante, el Ministerio de Justicia y Seguridad Pública ha obstaculizado la aprobación de la normativa en la Asamblea Legislativa, asumiendo una sospechosa posición en relación a la exclusión de los "grupos de exterminio", inicialmente incluidos por dicha Cartera de Estado en su propuesta original.
Algunos argumentan que la postura de los funcionarios de Justicia obedece a que, encubiertamente, pretenden aprovechar la oportunidad para incluir una base jurídica que les permita fabricar casos en contra de rivales políticos. Esta premisa no es descabellada, considerando las denuncias públicas hechas por empresarios y políticos de derecha, en relación a acusaciones infundadas y acciones de las autoridades de seguridad que califican de acoso político.
Independientemente de la preocupante y seria naturaleza de estos supuestos --que parecen calcados del guión establecido por países que han entrado a sistemas totalitarios de extrema izquierda alrededor del mundo-- es necesario explicar por qué la inclusión de los "grupos de exterminio" no procede si la intención es crear una normativa orientada a combatir a las pandillas, atacando su particular forma de operar.
En febrero de este año escribí un artículo sobre grupos de exterminio, considerando que dos incidentes, cuyo estilo de ejecución llevó a que diferentes analistas y generadores de opinión, sugirieran que su perpetración la habrían realizado este tipo de grupos. Expliqué, en esa ocasión que, en criminología, esto se denomina como vigilantismo y presenté la siguiente definición académica: "Un intento organizado de un grupo de 'ciudadanos comunes', orientado a hacer prevalecer las normas y mantener la ley y el orden en representación de sus comunidades, con frecuencia empleando la violencia, ante la ausencia percibida de acciones estatales efectivas por parte de la policía y los tribunales".
Detallé, además, que el vigilantismo está fundamentado en la permanente necesidad social de mantener un equilibrio entre el bien y el mal, y que muchos estudiosos explican que es por esta naturaleza punitiva de la sociedad que las tiras cómicas como Batman --que basan la trama de sus historias en ciudadanos que combaten la delincuencia en reacción a la inoperancia de las autoridades para controlar un problema delictivo-- gozan de una alta popularidad.
Los grupos de exterminio están conformados y operan bajo una motivación diferente a las pandillas. Estas últimas, basan su actuar ilegal en la necesidad de obtener beneficios económicos y, los primeros, en su intención de servir a sus comunidades, eliminando "villanos" que aquejan a personas inocentes. Indudablemente, esta divergencia motivacional se refleja marcadamente en la dinámica y operatividad de las agrupaciones. Por ejemplo, los "grupos de extermino" regularmente tienen una circunscripción geográfica limitada y las pandillas han evolucionado hasta convertirse en una red criminal transnacional.
En consecuencia, la ley antes mencionada, que busca atacar la forma particular de operar de agrupaciones específicas, no podría ajustarse exitosamente a ambos tipos de organización y sus actividades, ya que son significativamente disimilares.
Siguiendo el ejemplo de otros países con experiencias triunfantes, es necesario, por lo tanto, que la Ley de Proscripción de Pandillas se concentre en atacar la particular y compleja operatividad pandillera, de lo contrario su efectividad será restringida. Esto, obviamente, sin perjuicio de perseguir incansablemente a los posibles "grupos de extermino", que pueden surgir por la falta de confianza e ineficacia en el ramo de seguridad.
elsalvador.com :.: ¿Qué tienen que ver las casas destroyer con las baticuevas?
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