Todos vemos, vivimos y sufrimos a diario las consecuencias del descuido que hemos tenido en la educación en valores en nuestra sociedad. Las muestras van desde el busero que no respeta las leyes de tránsito hasta los actos de corrupción de cualquier empleado público.
Escrito por José Antonio Romero.01 de Septiembre. Tomado de La Prensa Gráfica.
Desafortunadamente, en estos últimos días hemos tenido una muestra de cómo nuestra sociedad en vez de apoyar y promover la educación en valores mediante la participación de la familia en la educación de nuestros hijos manda mensajes contradictorios a los jóvenes, ya que por un lado se les quiere educar en valores, pero por otro se les dan ejemplos de cómo quebrantarlos. Pongo algunos ejemplos:
¿No es contradictorio que queramos que nuestra sociedad respete las leyes y vemos que los funcionarios públicos y policías son exonerados cuando cometen un delito?
¿No es contradictorio que se quiera prohibir la participación de las cachiporristas en los desfiles para protegerlas de la prostitución, pero se permite un anuncio de televisión en donde se promueve que los jóvenes lleven condones “para estar listos”?
¿No es contradictorio que queramos fomentar los valores familiares y se está tratando de legalizar la unión de personas del mismo sexo e incluso que puedan adoptar hijos?
¿No es contradictorio que se quiera promover la lectura de la Biblia en los colegios, pero se quiere legalizar el poder matar a un ser humano mediante el aborto?
Quien pretende educar se convierte inmediatamente en un modelo a seguir, ya que la educación no solo depende de lo que diga el educador, sino de lo que haga el educador. Hay un dicho que reza: “Las palabras mueven, pero el ejemplo arrastra”.
No sería necesario el querer fomentar los valores si los jóvenes tuvieran ejemplos de cómo vivir los valores.
En vez de promover la lectura de la Biblia en los colegios, ¿por qué no comienzan por leer la Biblia en la Asamblea? Serían un gran ejemplo para la sociedad.
¿Por qué no prohibir los anuncios que promueven la promiscuidad entre los jóvenes o volver a regular los horarios de los programas para adultos?
¿Por qué no tratamos de educar a los jóvenes en la afectividad e inculcarles que la mejor manera de evitar no solo embarazos, sino, lo que es peor, enfermedades de transmisión sexual que los pueden llevar a la muerte, es la abstinencia y el tener respeto por su cuerpo, en vez de tratar de satisfacer el instinto diciéndoles que lo mejor es usar un condón?
No existe duda de que necesitamos crear un cambio de actitud en cada uno de nosotros; y de que debemos tomar conciencia de que nuestras acciones determinan el tipo de sociedad que tendremos, si queremos una sociedad justa. Seamos justos: si queremos una sociedad con valores, vivamos esos valores.
Debemos convertirnos en protagonistas de nuestra sociedad, no dejemos que otros nos digan qué es lo mejor para nuestros hijos, mostrémoselo con nuestro ejemplo.
Estoy convencido de que hay más salvadoreños buenos que malos, lo que pasa es que los malos hacen más ruido, se muestran más. Y esto tiene que cambiar.
Todos tenemos valores éticos, morales y religiosos, solo falta que los mostremos y los sigamos con fidelidad y compromiso. Si mantenemos una actitud positiva lograremos el cambio que realmente necesitamos y sobre todo tendremos la satisfacción de haber sido parte importante de ese cambio.
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