El respaldo ciudadano al FMLN se ha ido reduciendo hasta alcanzar su histórica proporción de voto duro; ARENA, en cambio, ha logrado recuperar la mayor parte de las lealtades que había perdido.
Escrito por Joaquín Samayoa.01 de Septiembre. Tomado de La Prensa Gráfica.
Los resultados de la última encuesta Mitofsky, divulgados ayer en el programa “Frente a Frente” de TCS, ameritan cuidadosa atención de parte de la clase política de nuestro país. Tres de cada cuatro salvadoreños aprueban la gestión del presidente Funes, pero se mantiene bastante elevado el porcentaje de los que opinan que están mal la economía (86%), la seguridad (72%) y la política (72%).
En esos aspectos hay deterioro pero las percepciones no difieren mucho de las que se han manifestado en encuestas anteriores. Lo novedoso es que se ha nivelado nuevamente la competencia entre las dos principales fuerzas políticas, reduciéndose a solo cuatro puntos porcentuales la ventaja del FMLN sobre ARENA en identificación partidaria e intención de voto.
El respaldo ciudadano al FMLN se ha ido reduciendo hasta alcanzar su histórica proporción de voto duro; ARENA, en cambio, ha logrado recuperar la mayor parte de las lealtades que había perdido. GANA perdió ya casi la mitad de lo poco que había logrado acumular tras su intensa campaña de lanzamiento. PDC, PCN y CD se quedan en sus minúsculas dimensiones, mientras que la suma de los independientes casi alcanza estatura de primera fuerza política.
Sería bastante prematura cualquier especulación sobre herederos del capital político del presidente Funes, el cual podría consolidarse o esfumarse de hoy a las próximas elecciones. Pero los datos de la encuesta que se refieren a los grandes problemas del país son importantes en sí mismos, independientemente de cuál partido o grupo de personas podría salir beneficiado o perjudicado por los logros y los fracasos del presidente, y habida cuenta de que su popularidad es personal e intransferible.
La economía presenta signos que empiezan a marcar una suave tendencia a la recuperación, pero los análisis más optimistas nos dejan creciendo a un ritmo mucho más lento que el de los demás países de la región y, como se muestra en la encuesta Mitofsky, la gente común y corriente no percibe todavía esos signos de recuperación. El virtual estancamiento de la economía tiene efectos directos muy negativos en los jóvenes que no logran emplearse, en los adultos que pierden su empleo o se ven obligados a cerrar sus negocios, y en la capacidad del Estado para dar respuesta oportuna a las urgentes necesidades de inversión en seguridad pública, infraestructura y proyectos sociales.
El presidente Funes se ha preocupado por generar confianza para la inversión y ha logrado que los grandes empresarios le concedan, al menos, el beneficio de la duda. Pero no basta con la confianza que esos empresarios puedan llegar a tener en la persona del presidente o en sus convicciones democráticas. La mayor parte del dinamismo económico descansa sobre la pequeña y mediana empresa, que es precisamente la más golpeada por las extorsiones y otros problemas de seguridad pública aún no resueltos. Por otra parte, la agenda política y económica del FMLN es una constante que genera incertidumbre y desconfianza, pues las inversiones se piensan para plazos más largos que el de una gestión presidencial. Si a eso sumamos una política tributaria que castiga el consumo, difícilmente saldremos del atolladero en que nos encontramos.
En el ámbito político, el FMLN debe caer en la cuenta de que su devoción por el socialismo chavista lo aleja cada día más del pueblo salvadoreño, que en la encuesta Mitofsky reitera nuevamente su valoración positiva del régimen político y económico de Estados Unidos y Brasil, al tiempo que reafirma su rechazo a regímenes como el de Venezuela y Nicaragua.
Las recientes sentencias de inconstitucionalidad de la CSJ en materia electoral han allanado el camino para que los votantes podamos realmente juzgar y apoyar o repudiar a los candidatos no por su pureza ideológica ni por el aprecio que les tienen las cúpulas partidarias, sino por sus valores, por sus cualidades personales, por su capacidad para imaginar y ejecutar soluciones viables a problemas concretos. Si el FMLN no empieza a ponerse más a tono con la población, terminará perdiendo el capital político que logró acumular a partir de un momento de apertura en el que decidió lanzar como candidato a la presidencia a un hombre con lealtades más fuertes al país que a una ideología política.
De igual forma, si el presidente se queda en puro discurso y no logra hacer avances significativos en los temas económicos y de seguridad, terminará defraudando a todos los que han creído en él y lo han apoyado hasta hoy a pesar de la ineficacia de su gobierno en las áreas más críticas.
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