Escrito por Rafael E. Lorenzana. 12 de Marzo. Tomado de La Prensa Grafica.
El malestar que existe en todos los estratos sociales del país, por el incumplimiento de la promesa de campaña de “destapar la corrupción”, sigue creciendo y a medida que la luna de miel se convierta en cosa del pasado y los rumores sigan aflorando, el problema se le irá complicando al presidente y a su partido.
Somos muchos, demasiados diría yo, los que nos sentimos defraudados porque creemos en la democracia y dentro de ella, el componente de la alternabilidad en el poder. El hecho de no materializarse el combate a la corrupción, la ley de transparencia, de no darle asideros legales al tribunal de ética gubernamental, de no propiciar los cambios en la ley de presupuesto que impidan el uso discrecional de tantos millones, nos deja tristemente defraudados.
El combate a la corrupción no debe verse como el deseo de incomodar a los ladrones u ocupar espacios en los medios. La corrupción, especialmente en los niveles de los que ahora se habla, debe entenderse como el cáncer de cualquier sociedad. Debe combatirse porque contamina la estructura social, moral y económica del país. La corrupción está permitiendo que la cadena de actos delictivos alcance estructuras fuera y dentro del gobierno.
Curiosamente han sido periódicos digitales e impresos los que han estado señalando casos de corrupción, que van desde cinco cifras, hasta varios millones de dólares. Ningún organismo de gobierno hace eco o como se dice “esta boca es mía”, con la excepción de los personeros de la famosa Corte de Cuentas que como nunca en la historia entregan finiquitos exprés. En tanto en la población... el descontento sigue subiendo.
Lo que nos faltaba para acabar de herir nuestro orgullo es que desde afuera de nuestras fronteras nos señalaran por dónde buscar y nos amenacen con venir a escudriñar, aquí adentro, el destino de sus “pistos” ,ya que nosotros, país necesitado, no somos capaces de cuidar nuestros pistos, ni los ajenos.
Qué pena que se nos exhiba en uno de los periódicos más leídos en el mundo de los negocios, como un país en que se pierden tantos millones y nadie hace nada. Como ciudadano, solo nos queda aspirar que al igual que nuestro vecino Guatemala, sean los “cheles” los que destapen esa olla de cangrejos que se está comiendo las entrañas de este pueblo.
Hay reacciones esporádicas en el gobierno, como la de incorporar transparencia internacional en el proceso de licitaciones, las denuncias de agentes de seguridad fantasmas, salarios a personeros políticos en instituciones públicas, pero nada de eso ha progresado, la Fiscalía esta dormida y el pueblo crece impaciente.
Como se dice: “Cuando el río suena... piedras lleva”, aquí ya no son piedras, son rocas, el problema es que los únicos que no las oyen son los que están en posición de poder hacer algo. Los empresarios las oyen y dirigen sus inversiones a otros países, los inversionistas extranjeros se lamentan de la inseguridad ciudadana y jurídica y se van a otra parte. Los que no tenemos alternativa solo nos queda esperar por las promesas de un país mas justo.
Es triste que dependamos de la voluntad externa para enfrentar nuestros problemas y más aún que veamos la destrucción paulatina de la institucionalidad y de los valores morales; impotentes ante la falta de moral de algunos políticos.
La pregunta surge: ¿Y al final quién gana?
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