Escrito por Luis Mario Rodríguez R.24 de Marzo. Tomado de El Diario de Hoy.
Nada puede compararse a la humildad que tiene el hombre cuando rectifica, pide perdón y reconoce sus errores, y si esto sucede en política, con mayor razón aún. Si la decisión equivocada la tomamos en una empresa, o despacho profesional o en relación a una decisión personal, los afectados son relativamente pocos: los empleados, nuestra familia o nosotros mismos. Pero cuando se trata del bienestar general, del futuro de toda una nación y de las nuevas generaciones, no reconocer un desacierto puede provocar muertes, desempleo, descalabros fiscales y mala reputación internacional para el país.
Por esta razón, los políticos deben aprender a pedir perdón, a dar un giro total a sus posturas públicas y principalmente, a hablar con la verdad, informando a los ciudadanos que es preferible calificar como incorrecta la visión que se tenía de una determinada situación nacional y en consecuencia, que se actuará de otra manera, con el único objetivo de obtener el bien común.
El Presidente Funes ha corregido dos declaraciones en las últimas semanas: una relacionada con la seguridad pública y otra con el combate a la corrupción. Acerca de la primera fue clara su errónea apreciación sobre el papel que el fotoperiodista de La Prensa Gráfica cumplía al momento de fotografiar al salvaje asesino de Carlos Garay. Sus declaraciones iniciales fueron sustituidas por otras en las que claramente apoyó la labor del periódico y de los medios para mostrar la realidad de un hecho que nadie podía refutar: la decadencia de la seguridad pública en el país. El otro incidente se presentó cuando se publicó la noticia en la que se afirmó que al Presidente de la República no le interesa perseguir a los corruptos. Con la mayor naturalidad, el gobernante corrigió haciendo énfasis que no es a él a quien corresponde perseguir la corrupción sino a otras instituciones como la Fiscalía General de la República y el sistema judicial.
A las rectificaciones y retractos deben seguir las acciones. El Presidente ha manifestado su interés por sancionar las posibles enmiendas que esta semana apruebe la Asamblea Legislativa a la Ley Penal Juvenil, entre las que nuevamente se incluye la del aumento de penas para los menores que comentan un acto delictivo, ojalá y principalmente los relacionados con el homicidio, secuestro, extorsión y deberían incluirse los actos terroristas por el incidente que ocurrió hace unos pocos días, con la explosión de una bomba de "fabricación casera" frente a las oficinas de CEL.
Para cerrar el capítulo del combate a la corrupción, el Presidente debería exigir a la Asamblea Legislativa la pronta aprobación del proyecto de Ley de Acceso a la Información Pública, sin mayor dilación y con la convicción de dotar con los recursos necesarios a la nueva institución que tendrá a su cargo la aplicación de la ley. El apoyo al grupo promotor de la ley y a todos aquellos que exigimos transparencia, constituyen para el mandatario una oportunidad histórica para implantar de una vez por todas, sin matices y con claridad, un sistema que permita el control de los recursos del Estado.
El Presidente Funes hace bien al rectificar. Sus críticos aprovechan sus primeras reacciones ante situaciones que ameritan una mayor prudencia. Sin embargo es preferible un político que enfrenta su descuido inicial al referirse a determinada situación, y no otros que por "cuidar" su imagen y lo que las encuestas medirán, mantienen su equívoco que puede llegar a disparate, poniendo en riesgo no sólo su credibilidad, sino la de sus funcionarios y principalmente, la tranquilidad de los gobernados. Si el primer ciudadano continúa con esa actitud, lo que no obsta para que revise diariamente su estrategia de comunicación para enfrentar las preguntas sobre diversos temas, podríamos con el transcurso del tiempo, ser testigos de una clara postura presidencial, ya no sólo rechazando el chavismo y en consecuencia el socialismo del Siglo XXI, sino rompiendo claramente con todos aquellos que están aprovechando sus cargos para hacer trabajo político partidista, y que han confundido su labor como funcionarios con la militancia a la que responden.
Pero no sólo el Presidente está obligado a rectificar. Los partidos de oposición lo están aún más cuando bloquean e impiden la gobernabilidad en beneficio de todos los salvadoreños. ARENA haría bien en reconocer los errores del pasado, pedir perdón y mirar para adelante. Si el partido con mayor credibilidad en la derecha se limita únicamente a cambiar las estructuras a nivel nacional, constituir comisiones y nombrar algunos nuevos cargos, el 2012 y 2014 los encontrará con una territorialidad fuerte, pero sin un mensaje renovado. Los votantes saben reconocer cuando un político miente y cada vez más, la cultura política de los salvadoreños está fortaleciéndose, permitiendo que no sólo se aprecie quién dice el mensaje, sino también cuál es el contenido del mismo. Pedir perdón por no haber sostenido una continua reforma a las instituciones democráticas, cuidando que las mismas dejaran de estar al servicio de los gobiernos de turno, sería un buen comienzo para Alianza Republicana.
Los llamados a identificar los errores de los políticos cuando éstos no los quieren corregir, somos todos los miembros de la sociedad. Obama en los Estados Unidos dijo claramente que sólo la presión pública hace actuar al Congreso; así consiguió la reforma de salud, sin perjuicio que la misma tenga matices que resolver, principalmente relacionados a su sostenibilidad financiera. Nuestro país necesita corregir y rectificar en distintos ámbitos: seguridad pública, desarrollo social, responsabilidad empresarial y cultura de la legalidad, entre otros. Tengamos todos la humildad de pedir perdón, enmendar y seguir avanzando hacia el futuro.
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